Capítulo 45: De cabeza

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Lexie se encontraba en el aeropuerto, esperando a que el vuelo de las siete llegara. Unos días después de formalizar su relación, Gianluca tuvo que viajar por una emergencia a Italia y después de diez días, estaba de vuelta. Tuvo que regresar unos días antes que su hermana junto con su sobrino y su hija por temas de trabajo, lo que lo dejaría también pasar un tiempo a solas con su novia.

Luego de pasar por policía internacional y recoger su maleta, Gianluca salió por la gran puerta donde muchas personas se le acercaban ofreciéndole transporte pero él solo tenía la vista puesta en la rubia que lo esperaba con los brazos abiertos. Él soltó su maleta y la abrazó, elevándola unos centímetros del suelo y llamando la atención de todos, luego de eso la besó como ansiaba hacer hacía tiempo. Esos diez días se le hicieron eternos alejado de ella.

—Te extrañé mucho —dijo Lexie cuando se apartó y lo volvió a abrazar.

—Yo también pero ya estoy aquí.

Ambos hablaban todos los días por FaceTime pero eso no era lo mismo que estar frente a frente, abrazándose, besándose o simplemente tomados de la mano.

Sin apartarse fueron caminando hacia el auto de Lexie y ella condujo hasta la casa del médico.

—¿Cómo está Cielo? —preguntó él en el camino.

—Bien, como siempre tiene días buenos y malos, pero últimamente ha estado mejor de ánimo y eso ayuda mucho.

—Eso es bueno, ¿y ahora dónde está?

—Con Nick, hoy tengo la noche reservada para ti.

—Me gusta como suena eso —posó su mano sobre la de ella y sonrió—. ¿Qué te parece si voy a casa a darme una ducha y luego salimos a cenar a algún lugar?

—Me gusta la idea, aunque creo que me gustaría más quedarme en tu casa y tal vez preparar la cena juntos, beber alguna cosa sin preocuparnos por tener que conducir después. ¿Qué dices?

—Que esa es una idea mucho mejor.

El resto del camino, Gianluca le fue contando un poco lo que hizo en Italia. Su padre sufrió un infarto al corazón por lo que se pasó esos días siendo su médico personal e intentando contener a su madre, quién estaba desesperada.

—Venecia estaba muy contenta allá, por eso no la traje conmigo hoy. Dos días más con sus abuelos le hará muy bien a ella y a mis papás, ahora que pasaremos mucho más tiempo separados.

—¿Tu papá ya está mejor?

—Sí, estaba bajo mucha presión y siempre ha tenido problemas cardíacos. Pero por suerte, los médicos pudieron mejorar la situación y ver a sus nietos también ayudó a su estado de ánimo. Me hubiese quedado más tiempo pero Leo me llamó por unos problemas que hay en la clínica y pasar unos días con mi novia después de estos días sería genial.

—Qué afortunada tu novia.

—Yo soy el afortunado.

Lexie le dio un pequeño beso antes de bajarse del auto y darle la mano para dirigirse a la casa. Gianluca le había dado una llave de su casa a Lexie por si pasaba cualquier cosa estando fuera, así que ella había estado ahí en la tarde para acomodar todo y había ido al supermercado a comprar las cosas que serían necesarias para cuando volviera. También había prendido la calefacción antes de irse ya que hacía mucho frío y apenas entraron sintieron el acogedor calor del hogar.

Gianluca le agradeció todas las molestias que se había tomado y la dejó unos minutos sola para irse a dar una ducha después del largo viaje. Lexie comenzó a sacar algunas cosas para comenzar a cocinar y sirvió dos copas de vino mientras esperaba a que Gianluca volviera y cuando lo hizo, comenzaron a preparar la cena, entre besos robados, abrazos inesperados y muchas sonrisas sinceras.

—¿Tienes velas? —preguntó Lexie una vez que estuvo todo listo—. Le da el toque romántico.

Él fue a buscar las velas y luego tuvieron una maravillosa cena, riendo y conversando cosas de la vida. Las horas pasaban y ellos ni cuenta se daban. Más tarde, cada uno con su copa de vino se fueron a sentar al sillón y se quedaron abrazados un largo rato en silencio. Gianluca notó que algo le pasaba a Lexie.

—¿Estás bien? Te noto distraída.

—Hace unos días, mi mamá fue a casa. Le cerré la puerta en la cara —soltó una risa seca—. No quiero aburrirte con mis dramas familiares.

—No me aburren, si te afectan a ti, me afectan a mí. ¿Por qué no me cuentas qué pasó?

—Mi mamá siempre fue una especie de amiga para mí, mi confidente, a pesar de cualquier cosa ella siempre estaba ahí para mí y por lo que ella me decía yo creí que siempre sería así, pero me equivoqué. Cuando supo que estaba embarazada de Adán, se volvió loca y creí que era normal; supongo que yo también me volvería un poco loca si en dos años mi hijo me dice que será papá. Lo que no esperaba era que se fuera, que de un día a otro desapareciera con mi hermana.

—¿Qué?

—Además de Danny, tengo una hermana, Isabella. Tiene cuatro años menos que yo. Isabella me escuchaba vomitar muy seguido y le dijo a mi mamá que creía que era bulímica, yo estaba furiosa con ambas por meterse en mis asuntos y en medio de una discusión, me desmayé. Cuando desperté, estaba en la clínica y mamá me miraba decepcionada, jamás la había visto así. Me dijo que me habían hecho un par de exámenes, que en pocos minutos traerían los resultados y sabrían qué era lo que me tenía tan mal y no lo pude soportar más, así que le conté esperando tener contención o un poco de su apoyo, no sé.

»Lo que no me esperaba era que me sacara de la clínica como si fuera un animal, que no me mirara ni me hablara en todo el camino y que cuando llegáramos a casa, comenzara a armar una maleta para ella y para mi hermana. Ella solo dijo: «¿No te gustó saltarte etapas? Vive sola un tiempo y aprende a ser adulta». Intentó convencer a Danny de que se fuera también pero él se quedó conmigo, luego de un tiempo tuve que llamar a papá y él, a pesar de estar a punto de casarse nos recibió en su casa, me apoyó en todo y su novia se portó tan bien conmigo que la siento más a ella una madre que a la otra.

—Lexie, eso es horrible.

—Lo sé, ahora que supo lo de Cielo quiere estar presente y yo solo pude mandarla a la mierda. He salido de cosas difíciles sin su ayuda y si no quiso a mi hijo antes, no tiene derecho a conocer a ninguno de los dos.

—No puedo creer que tuviste que pasar por eso en un momento así y eras tan pequeña.

—Por más años que hayan pasado, aún duele. He esperado tanto de las personas y me han decepcionado mucho que ya ni siquiera me dan ganas de ilusionarme con algo. Siento que yo debo ser la del problema porque todos terminan por alejarse de mí.

—Yo no podría alejarme nunca de ti —él la estrechó más entre sus brazos y depositó un pequeño beso en la cabeza—. Hace tantos años que no siento algo parecido y no quiero dejarlo ir jamás.

—¿Si me lanzó de cabeza a lo que tenemos, prometes que no me dejarás tocar el suelo?

—Sí, lo prometo. 

La vida sucede (LIH#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora