Capítulo 42: Tarde de sábado

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Un par de horas después, Lexie se encontraba cocinando mientras Cielo veía televisión en la sala y Adán estaba sentado en la mesa conversándole y de vez en cuando pasándole algún ingrediente. Nick había ido a dejar a los niños un poco después de que Gianluca se fuera y a pesar de que lo invitaron a almorzar con ellos, debía ir a solucionar algo de su nuevo caso, al parecer habían cosas que la chica a la que defendía no había contado antes y eso cambiaría todo.

—Entonces... —comenzó a preguntar Adán mientras le pasaba la sal—. ¿Durmió aquí?

—Sí.

—¿En tu cama?

—No, en el sillón —mintió ella aunque nunca fue muy buena haciéndolo.

—No soy Cielo y esa no te la crees ni tú, no sabes mentir, mamá.

Lexie siguió en lo suyo y su hijo no hizo más preguntas, se levantó de su asiento y comenzó a preparar la mesa para que pudieran comer. Cuando estaba por terminar, Lexie se armó de valor para volver a hablar, quería que las cosas quedaran claras desde un principio. Sus hijos podían enojarse pero a fin de cuentas, era su vida de lo que estaban hablando, ella era la que debía decidir las cosas que le hacían bien y además, sus hijos tenían claro que con Nick estaban separados hace años.

—Gianluca me pidió que fuera su novia —susurró casi solo para ella pero sabía que su hijo igual la había escuchado.

—¿Le dijiste que sí?

—Yo... Sí.

—Está bien.

—¿Qué? ¿Solo eso dirás? —preguntó ella sorprendida, no se esperaba esa reacción—. Esperaba una escena, o no sé, que dijeras que no te agradaba.

—Ahora sí me agrada, es bueno y te hace feliz. Eso es lo más importante, mientras no te haga sufrir, me seguirá agradando.

—Fue mucho mejor de lo que pensaba —dijo Lexie y depositó un beso en la frente de Adán.

Cielo se unió a ellos y reclamó un beso de su madre para ella también, luego se sentaron a comer. La pequeña tenía un día bueno y milagrosamente tenía ganas de comer.

—Casi lo olvido —mencionó la pequeña antes de llevarse un poco de comida a la boca—. Lu, te mandó saludos.

Adán levantó rápidamente la vista y se sonrojó levemente mientras Lexie lo observaba con una sonrisa y una ceja enarcada.

—¿Quién es Lu? —preguntó a Cielo sabiendo que su hijo no diría nada.

—Lucy —respondió la pequeña emocionada—, es mi nueva amiga de la clínica, es genial y a Adán le gusta.

—¡No me gusta! —se apresuró a responder su hermano.

—¿Y cuántos años tiene la niña que no te gusta?

—Doce, pero en unos días cumplirá trece. Invitó a Adán a su cumpleaños el otro viernes.

—¡Dios! ¿Quieres callarte? —el chico parecía un tomate e intentó disimularlo, tapándose la cara con ambas manos.

—Así que... Lucy, ¿eh? —a Lexie le divertía ver a su hijo tan nervioso, no pensó verlo así tan pronto ya que cada semana le gustaba una chica diferente, pero nunca lo había visto sonrojarse al nombrarle a una de ellas—. Tendrás que comprarle un lindo regalo, ¿puedo conocerla?

—¡Mamá!.

—¿Qué?

—No iré y no me gusta.

La vida sucede (LIH#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora