Capítulo 37: Buenas amistades

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—Voy a buscar un café, ¿quieres uno? —preguntó Nick, luego de haber pasado toda la noche en vela junto a Lexie.

—No, gracias. Estoy bien.

Nick salió y se dirigió al octavo piso en donde estaba ubicada la cafetería de la clínica. Unos minutos después de que salió, Cielo abrió levemente los ojos por primera vez desde el día anterior. Lexie salió rápidamente a buscar a una enfermera o médico ya que le habían dicho que eso tenía que hacer apenas despertara. Tuvo suerte de que ese día Gianluca estuviera de turno y se lo encontró en el pasillo, él enseguida dejó la carpeta que tenía en la mano en el mesón y acompañó a su enamorada a ver a su hija.

Aunque no era necesario, comenzó a monitorizar los signos vitales a la pequeña y preguntarle cómo se sentía, si le dolía algo, entre otras cosas.

—¿Dónde está papá? —fue lo primero que preguntó al no verlo en la habitación.

—Fue a comprar un café, princesa.

—Quiero verlo.

—Ya viene.

Esperaron un poco más y Nick no llegaba, Lexie sabía que los sábados la cafetería estaba llenísima pero cuando vio que demoraba mucho fue a buscarlo, dejando a Gianluca con la pequeña.

Cuando llegó a la cafetería tardó un momento en encontrarlo ya que justo como había pensado, había mucha gente. Lo encontró sentado con su café frente a una chica, no debía tener más de veinte años o por lo menos, no lo aparentaba. No quería interrumpir ya que parecían estar en una conversación importante pero debía hacerlo.

—¡Nick! —dijo ella y notó cómo la chica posaba la mirada en ella. Fue en ese momento en que notó sus ojos que parecían estar perdidos y tristes—. Siento interrumpir, pero Cielo despertó y está preguntando por ti.

—¡Oh! Lo siento, debo irme —se disculpó con la chica—. Nos vemos el lunes.

La chica forzó una sonrisa y asintió con la cabeza, antes de posar su mirada nuevamente en la foto que tenía en la mano.

—¿Quién era ella? —preguntó Lexie cuando estaban esperando el ascensor.

—Charlotte, una chica del nuevo caso que tomé.

—Creí que ya no tomarías más casos, o eso dijiste. Que te quedarías solo con los que ya tenías.

—No pude negarme —se justificó él—, la vi tan perdida, tan dañada y al escuchar su historia no pude decirle que no. Lo siento.

—¿Por qué lo sientes? Es tu trabajo y tú decides, sabes que nunca estuve de acuerdo con que dejaras los casos, soy consciente de que amas lo que haces desde que tenías dieciséis años y no quiero que te conviertas en un hombre frustrado por no hacer lo que te gusta. Estaremos bien.

—Gracias por entender.

—No hay nada que entender —ella posó su mano en el brazo de Nick con cariño—. Además, me encantaría ver cómo encierras a la persona que le hizo tanto daño.

—¿De qué hablas?

—Soy psicóloga, por si no lo recuerdas —bromeó—. Sé reconocer cuando alguien pasa por lo que ella, he tenido muchos pacientes así. Su mirada claramente estaba perdida.

—Eres increíble.

Ella no respondió nada, solo sonrío. El resto del camino estuvo en silencio y cuando llegaron, el rostro de Cielo se iluminó al ver a su padre.

—Me dijeron que una princesita muy linda preguntaba por mí —dijo él mientras le depositaba un beso en la frente.

—Te extrañaba.

—También yo, pero había una fila enorme para comprar café.

—¿Y Adán dónde está?

—Con el tío Tyler, solo podíamos quedarnos nosotros. Pero en un rato más lo iré a buscar y lo verás, ¿sí?

—¿Ya no pelearán más? —preguntó la pequeña sorprendiendo a sus dos padres.

—¿Quiénes, princesa?

—Tú y el tío Tyler.

—No, ya no pelearemos más —respondió Nick con una leve sonrisa—. ¿Recuerdas cuando una vez discutiste con Allie, pero luego de unas horas volvieron a ser mejores amigas? —Cielo asintió solo moviendo la cabeza y con los ojos muy abiertos, estaba muy atenta a la conversación—. Es lo mismo que pasó con Tyler y conmigo. Las buenas amistades son difíciles de quebrar, tal vez se puedan enredar pero jamás romper y ahí es donde tenemos la importante tarea de elegir bien a quienes nos rodean, porque al final terminan ellos siendo la familia que cada uno de nosotros elige para compartir la vida.

—Me hace feliz que se hayan arreglado —los ojos de la pequeña comenzaban a cerrarse nuevamente.

Lexie y Nick miraron preocupados a Gianluca en busca de alguna respuesta y él negó con la cabeza.

—No pasa nada, es normal que pase esto. Algunos medicamentos son demasiado fuertes y los sedantes también, va a estar así todo el día. Despertando por momentos y volviendo a dormir.

—¿Pero está bien?

—Hasta el momento, estable y fuera de peligro. Como el médico les dijo ayer, la anemia es algo muy común en pacientes con leucemia y esa es la principal causa de la fatiga y constante cansancio de Cielo, sumándole que el tratamiento también es muy agotador.

—¿Hay algún medicamento o algo para tratar eso de la anemia?

—Lo más efectivo sería una transfusión de sangre, la clínica tiene reservas pero aun así, se necesitarían donantes, si están dispuestos a hacerlo...

—Haré todo lo que sea necesario —lo interrumpió Lexie—, ¿cuándo lo hago?

—Por ahora, necesitas dormir bien y comer algo, no puedes donar en las condiciones en las que te encuentras o te puede pasar algo y Cielo necesita a su mamá bien. Tenemos la suerte de que su tipo de sangre es el más común pero si conocen a alguien externo que quiera hacer una donación, mucho mejor. Les dejaré un folleto con los requisitos y recomendaciones.

—Gracias.

—No hay nada que agradecer. Ahora los debo dejar para seguir trabajando, pero ya saben que cualquier cosa estoy a una llamada.

—Muchas gracias —esta vez fue Nick quién le habló dejando a todos los presentes sorprendidos.

Aproximadamente una hora después de que Gianluca abandonara la habitación, Nick decidió que era un buen momento para ir a buscar a su hijo a la casa de su amigo.

***

Unas horas más tarde, Jo entró a la habitación y se encontró con su amiga que dormía profundamente en el sillón, tomó la manta que estaba a un lado y la cubrió con ella. Luego se sentó a su lado y la dejó dormir todo lo que pudiera, sabía que en esos días casi no había descansado y merecía hacerlo alguna vez.

Jo se quedó ahí durante horas, cuidando el sueño de su amiga que tantas veces cuidó el suyo, apoyándola como siempre hacían ambas en una situación difícil, preparada para ser el soporte cuando Lexie volviera a derrumbarse, porque estaba claro que aunque nadie lo quisiera, volvería a suceder. 

La vida sucede (LIH#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora