Capítulo 20: La tercera es la vencida

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Papi, ¿puedo ir a jugar con esos niños de ahí? —la pequeña Venecia apuntó con su dedo unos juegos de madera que estaban a unos metros de donde ellos se encontraban—. Por favor, ¿sí?

—Está bien, pero no te alejes demasiado y ve con cuidado.

La pequeña dio un pequeño chillido de felicidad antes de salir corriendo hacia los demás niños de su edad. Eran las tres de la tarde, y luego de ir a almorzar a un McDonalds habían decidido ir a un parque al que suelen ir las familias los días domingo. Lexie ya había vuelto a sonreír en compañía de Gianluca y se podría decir que casi ni recordaba el incidente de la mañana.

—¿Estás mejor? —le preguntó él, atreviéndose a poner su mano encima de la de ella, para su alivio ella no se alejó.

—Sí, tenías razón en lo de que tu pequeña le sube el ánimo a cualquiera. Es encantadora.

—Supongo que lo heredó de mí —el médico le guiñó el ojo y Lexie se largó a reír.

—Te quieres mucho, ¿no? —de alguna forma eso le gustaba mucho.

—Claro, si no me quiero yo, ¿quién lo hará? —dijo él estrechándole aun más la mano—. Y no me vengas con que Venecia porque no me refiero a ese tipo de cariño.

—Gracias —ella le sonrió sinceramente y dio vuelta su mano para entrelazar sus dedos con los de él. Ya no le importaba nada más y la sensación de cosquilleo en su estómago era agradable. Hacia mucho que nadie le tomaba la mano y se sentía bien—, eres tan bueno y yo... debo aburrirte con tanto drama en mi vida.

—¿De qué hablas? Te prometo que eres la persona más interesante que he conocido. Sabes que puedes desahogarte conmigo, soy bueno escuchando.

—Cuando descubrí que Nick me estaba engañando, tiré todas sus cosas por el balcón como si fuera la protagonista de esas novelas que dan a las tres de la tarde. Debes pensar que estoy loca, pero no podía dormir en ese colchón nunca más así que también se fue por la ventana, podría haber matado a alguien si le caía alguna de esas cosas en la cabeza, por suerte no pasó nada. Tal vez sí estoy un poco loca.

Gianluca no pudo evitar soltar una carcajada al escucharla decir eso y ella lo quedó mirando con los ojos entrecerrados.

—No me estoy riendo de ti —aclaró él en medio de risas—, lo que pasa es que si alguien te viera desde fuera pensaría que eres indefensa, algo muy parecido a una princesa pero al conocerte se daría cuenta de que eres todo lo contrario, una verdadera guerrera.

—Doy pena, la única razón por la que sigo de pie es porque no quiero que mis hijos sufran más de lo que sufrieron con la separación.

—No das pena —Gianluca posó su mano libre en la mejilla de Lexie y luego en su barbilla para obligarla a mirarlo a los ojos. Le encantaba tocar a esa mujer y aprovechaba cada oportunidad que tenía para proporcionarle algún tipo de caricia—. La próxima vez que quieras tirar alguna cosa de él por el balcón puedes llamarme. Te ayudaré encantado.

Ahora fue ella quien soltó una carcajada pero no se apartó ni un centímetro, sin darse cuenta habían quedado cerca; demasiado cerca, justo como la noche anterior y ninguno se veía con ganas de alejarse.

—¿Lexie? Si intentara hacer lo que ayer no fue...—ella enarcó una ceja y el soltó un largo suspiro sin saber si continuar o no. Luego de tanto tiempo había olvidado un poco lo que era coquetear, después de todo, a su difunta esposa la había conquistado a los dieciocho años y de eso había pasado mucho tiempo—. Tengo muy claro que nos conocemos hace muy poco tiempo, pero si intentara besarte... ¿Me dejarías o te alejarías?

La vida sucede (LIH#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora