❧ Capítulo 15: Enseñanzas y Sanaciones ☙

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—¿Qué diablos te ha pasado en los pies?

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—¿Qué diablos te ha pasado en los pies?

Luego de que regularizaran sus respiraciones, las cosas se calmaron un poco entre ambos, el suficiente para que él pudiera dedicarle atención a otros detalles... entre estos, el estado tan lastimoso de los pies de Aira.

—Lo siento, es que yo...

—Vamos, siéntate derecha y extiende tus piernas a ese lado.

Con un movimiento de cabeza, le ordenó que colocara sus piernas al lado sur de la camilla.

—¡Debes tener más cuidado! —Arrugó las cejas y la miró serio. Luego volvió a levantar uno de sus pies, con paciencia, para tener una mejor vista de aquel—. ¿Has visto el estado en el que están? —habló preocupado.

Ella abrió los ojos, sorprendida.

—Lo que pasa es que...

—¿No me digas que el practicar marinera te ha dejado los pies destrozados? —Se separó de ella y se levantó. Le dio la espalda y se dirigió hacia uno de los botiquines que estaban sobre la pared—. De ser así, debiste haberte negado a bailar.

—Pero, Rodri...

—¡Tooooonta! —habló muy severo al tiempo que la regañaba con la mirada.

Aira abrió ampliamente los ojos. Sonrió al notar su preocupación sincera. Por su parte, él comenzó a hurgar en el botiquín, en busca del alcohol, algodón y venditas para los pies de la joven.

—Parece que fueras mi padre.

Rodrigo volteó y la miró muy serio.

—Estás regañándome. —Le dedicó una sonrisa traviesa—. Al verte ahora, ¿quién diría que estabas tan cariñoso antes?

Él se sonrojó. De inmediato volvió a darle la espalda al tiempo que cogía el algodón de la parte superior de un botiquín.

—¿En dónde tendrán el alcohol? —Cerró la puerta del botiquín.

Se dirigió a un mueble con varios cajones.

—¡Es el colmo! —Abrió y cerró varios cajones sin dar con lo que buscaba—. ¡Esa enfermera es una desordenada! Se supone que debería tener lo básico a primera mano. ¿Qué pasaría si un estudiante sufre un accidente? Debería tenerlo todo preparado. ¡Tus pies se te pueden infectar, maldita sea! —habló exasperado.

Siguió buscando en otros cajones para después ser interrumpido por ella:

—No te enojes, por favor.

Él volteó a contemplarla.

—No quiero que, después de reconciliarnos, te enojes —acotó, cabizbaja—. No quiero que se empañe un momento tan bonito como este por mi culpa.

Rodrigo sonrió, complacido.

—Aira...

—¡No estés enojado, porfa! —le imploró con los ojos brillosos.

Sincronías y Armonías [Saga Ansías 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora