Capítulo XLIV: La banshee destinada a destruir la oscuridad

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Silencio.

Así es como suelen comenzar las historias, o al menos, así es como comenzó esta. Aunque el tiempo parecía tan lejano y esos primeros momentos tan borrosos. Recordaba el silencio.

Y luego el estallido.

Ahora todo era silencio, un silencio tan frío y sepulcral que le recordaba demasiado a la muerte. Muchos habían muerto, también recordaba eso. Algunos de los buenos, otros de los malos, pero, cuando la muerte llega ¿existe realmente una diferencia entre ambos?

Beacon Hills era silencio, apenas recordaba el estallido antes de eso, o el estallido que vendría luego, el bosque también era silencio, las voces se habían apagado y los gritos de pelea se consumieron como una vela siendo golpeada por el viento.

Dos figuras en la noche que apenas era iluminada por la luna, se encontraban en medio de un claro, uno de rodillas frente al otro.

Para quienes los vieran desde lejos, podrían parecer dos desconocidos que se encontraron en un terrible encuentro, pero ellos lo sabían mejor. Desde el primer momento en el que sus ojos se encontraron, supieron que un día debían de enfrentarse.

Y no es que lo ignorasen, lo sabían, demasiado bien, porque a pesar de que la historia siempre fue sobre una Banshee destinada a destruir la oscuridad, era el lobo el que debía acabar con el monstruo de la historia.

Un lobo con sangre de líder, que acabaría con la criatura para que la Banshee pudiera ganar, ninguna batalla se gana de a uno, y ambos lo sabían.

Mientras el viento sacudía las ramas de los árboles, Scott McCall, el alfa verdadero, miró fijamente a los ojos de la Bestia, sin miedo, aceptando con resignación que si alguien debía de morir para salvar a los que quería, ese debía de ser él.

No temía de la muerte, había dejado de temerle hace mucho tiempo atrás, porque la conocía, la conocía como a una vieja amiga a quien se la espera paciente. No es que quisiera morir, de eso no se trata esta historia, él quería vivir, pero sabía que si la muerte venía a por él, la aceptaría, porque eso es lo que significaba ser un líder, al menos para él.

Quien lo viera desde la distancia, ajeno a ese mundo de oscuridad que había tenido que habitar, vería solo a un chico, un chico que apenas estaba terminando la secundaria, pero ese chico ya no era un chico más, ahora era un hombre, con heridas y cicatrices de batalla, con pérdidas y terrores que manchaban sus ojos.

Se solía decir que se podía ver la muerte en los ojos de aquellos que la habían visto, y ese chico... oh, ese chico tenía tanta muerte en sus ojos que podía llevarte a la locura con solo mirarlo.

Pero esta no es una historia sobre los ojos de un lobo.

Esta es una historia sobre el silencio...

Y el estallido que vino después.

-Y al fin llegamos al final de la historia ¿no es así, Scott? -Sebastien lo miró, con una ceja alzada. Desde su posición, cubierto de sangre y heridas producto del enfrentamiento, Scott lo miró-, así es como acaba. Mis garras cortando tu cuello, tu sangre manchando el suelo. Morirás en el mismo lugar en el que te convertiste en algo diferente. ¿Puedes acaso apreciar la ironía?

Scott no respondió.

Sebastien sin embargo no estaba esperando que lo hiciera, demasiado ensimismado en su propio mundo de autocomplacencia.

-Todos estos años, esperando este momento, mi venganza perfecta, mi hermana fue quien me llevó a ese mundo de tinieblas y oscuridad, esas retorcidas enredaderas del Nemeton, me encerró para siempre, me dejó solo, me traicionó. Ahora mataré a todo aquel que se cruce en mi camino, le mostraré al mundo el verdadero poder de la Bestia y no podrás hacer nada para impedirlo.

Teme | Teen Wolf #6|Where stories live. Discover now