Capítulo XXXV: En el reino de los ciegos

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Derek siguió a Lydia por los pasillos de Eichen House, mientras bajaban a un nivel que pensó que nunca más vería: el nivel donde los monstruos acechaban.

La chica parecía inmutada ante los gritos de dolor que surgían de entre esas oscuras celdas, Derek miró algunas, en su interior, entendiendo porque una persona podía perder la cordura allí dentro.

—¿A dónde estamos yendo, exactamente? —Derek el susurró.

—Hay un sótano, donde se guardaban las investigaciones realizadas cuando esto era un orfanato, estuve allí algunas veces cuando era pequeña, solía escaparme de la celda... digo, de mi habitación, y quedarme allí por horas.

—¿Nadie se daba cuenta? —él preguntó, confundido ante la terrible seguridad que tenía ese lugar. Parecía ser que Eichen House solo era bueno teniendo a las personas dentro, pero lo que hacían una vez en el interior de sus pútridas paredes, parecía no importarle.

Lydia le dio un vistazo irónico.

—Luego de un tiempo aquí, te acostumbras al hecho de que no le importamos, a esas personas, solo te dejan aquí, te dan tu medicamento, y quizás de vez en cuando, una sesión de tortura. Pero luego, estás por tu cuenta.

—Lydia... —Derek susurró, sintiendo el dolor de la chica como propio.

—No necesito compasión, Derek. Soy la última persona que la merece, todo lo que está sucediendo, lo que va a suceder... es por mi culpa —Se detuvo frente a una puerta, girándose, lo miró. Sus ojos verdes brillaban con dolor.

—Él único culpable de esto, es la Bestia. Esa profecía existe por algo, creo que llegaste a Beacon Hills por una razón, y esa razón fue salvarnos. No creo que seas una mala persona, o malvada, solo has hecho cosas malas, pero al final, solo tratas de salvar a los que quieres.

—¿Y eso me justifica de lo que he hecho? Tengo sangre en mis manos, Derek, sangre que, por más que limpie, siempre está allí. Un recordatorio de las cosas que hice, de las cosas que haré. ¿Sabes por qué se nos llama Banshee? ¿A las personas como yo? Es gaélico irlandés, son almas en pena, eso es lo que soy. Una mensajera de muerte.

—No creo que sea así, una persona verdaderamente malvada es incapaz de crear lazos con otros, tú tienes a tus amigos, tienes a Stiles.

Lydia abrió la puerta, negando lentamente.

—Las cosas que hacemos, las luchas a las que debemos enfrentarnos. Los monstruos que hemos exterminado. Eso nos cambia, ¿sabes? —Comenzaron a bajar unas escaleras de mármol húmedo—. No somos quienes somos y hacemos lo que hacemos porque lo decidimos, fuimos elegidos para esto, y llega un punto, luego de tanta maldad y oscuridad, que algo se rompe en nosotros, y dejamos salir esa misma oscuridad y maldad que existe dentro de nuestras almas.

Llegaron al final de la escalera, y atravesaron un arco con una puerta rota, que los llevó a un sótano extenso hecho todo de piedra. Derek vio papeles tirados, y cosas destruidas, y se preguntó qué había sucedido allí para que el lugar acabara así.

—Para hacer lo que debo hacer —Lydia tomó algo de una mesa, girándose, mostró que era una vela—, tengo que liberar ese monstruo que he tenido escondido desde que entré en este psiquiátrico, pero debo encontrar a Stiles antes, y esta es la única manera.

—¿Qué haremos? —Derek dio un paso al frente.

—Vamos a tener que hipnotizarme.

***

Scott detuvo a Malia antes de que se pudiera lanzar a por la garganta de Peter, la chica gruñó mientras luchaba por soltarse de su agarre.

—Suéltame —le dijo, sus ojos brillaban de un azul ártico.

Teme | Teen Wolf #6|Where stories live. Discover now