Capítulo XXI: La espada y la bestia

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Lydia corrió por los pasillos, ignorando la repetida imagen en su cabeza del cráneo de Valack partiéndose a la mitad y deslizándose hasta el suelo. Las arcadas la inundaron, la imagen era tan repugnante que tuvo que luchar contra las ganas de vomitar. Debía correr, debía irse de allí, ahora que sabía que Theo era un traidor debía advertirles al resto.

—¡Lydia Martin! —La voz de Cordero se escuchó, resonando por los pasillos. Eco. Ahora tenía sentido—, ¡NO PUEDES ESCAPAR DE QUIEN ERES! ¡DE LO QUE ERES!

Empujó una de las puertas, entrando y cerrándola detrás de sí, su respiración estaba acelerada, sentía su corazón repiquetear en su pecho como un tambor, retrocedió, gruñendo del dolor cuando se golpeó la pierna contra algo de metal.

Mirando hacia abajo, vio que había una cama, frunció el ceño, girándose para ver la habitación donde estaba.

Lo primero que vio fueron las múltiples camas que había allí, todas pequeñas, para niños, ¿Dónde estaba? Había creído que se encontraba en el psiquiátrico de Eichen House, las mismas paredes, los mismos recovecos estaban allí, pero nunca había visto una sala como esta.

Tragando saliva, dio un paso al interior, cuando escuchó un ruido cercano a la puerta.

—Lydia, Lydia... no puedes esconderte para siempre de mi —Se quedó paralizada al escuchar la voz del Nogitsune, casi se había olvidado de él, ¿cómo había regresado? ¿Cuándo se había ido?

Sin pensarlo demasiado, comenzó a mover una de las camas hacia la puerta, intentando utilizarla como barrera. Pudo escuchar el ruido de las otras puertas al abrirse, como si estuvieran siendo arrancadas.

—Uno, dos... —Escuchó otro ruido que la hizo saltar, temblando empujó la cama hasta dejarla frente a la puerta—, ¡TRES, CUATRO! SAL LYDIA, YA NO ES TIEMPO DE ESCONDERSE.

Retrocedió, cada vez más asustada.

Un golpe en su puerta.

—Parece ser que te encontré... —Otro golpe. Y otro. La cama no iba a resistir lo suficiente, iba a entrar, tenía que salir.

Mirando alrededor, se dirigió a las ventanas, luchando por abrirlas. Trancadas, casi selladas, como si ni siquiera se hubieran abierto alguna vez.

Se giró, mirando el resto del lugar, abriendo la boca del horror al ver las paredes pintadas.

DEJAME SALIR.

ÉL ESTÁ VINIENDO.

Golpe.

Golpe.

—¡VAMOS LYDIA! ABRE LA PUERTA, JUGUEMOS UN JUEGO —La voz del Nogitsune parecía cada vez más furiosa.

Lydia retrocedió, hasta chocarse con la pared, no había escapatoria, no podía salir de allí.

Sintió un tirón en la bata que tenía, mirando abajo, se sorprendió al ver a un niño. Un niño que se le hacía escalofriantemente familiar.

—Ven conmigo, o él te atrapará —Una pequeña portezuela estaba detrás de él, debía de ser uno de esos lugares que tenían las antiguas casas, utilizados por el servicio.

La puerta crujió, sin dudarlo, Lydia lo siguió, pensando que si el niño resultaba ser una amenaza, era más que bienvenida comparada con el Nogitsune.

—Sígueme, te llevaré con mi amiga—El niño avanzó delante de ella.

—¿Tu amiga? —Lydia preguntó, siguiéndolo, sus rodillas se rasparon debido a tener que andar agachas.

Teme | Teen Wolf #6|Where stories live. Discover now