Especial parte 2: El Hale

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9 horas antes de noche buena

Lydia llegó a la casa de los Hale exactamente media hora después, probablemente hubiera llegado antes de no haberte entretenido en repetidas ocasiones admirando el paisaje congelado que presentaba el bosque.

Era una fanática de la nieve, amaba sentir el frío tocar su piel, poder crear bolas de nieve que lanzaba a la nada, o construir muñecos de nieve a los cuales les pondría nombres raros como Elf o Jack Frost.

Aunque lo que más le gustaba de esas fechas era poder pasar todo el día junto a sus padres, su padre se tomaba el día completamente libre del trabajo, no recibía ninguna llamada por ningún caso, su madre, ni siquiera abría su email (cosa que era bastante complicado para ella, considerando que en un mismo día solía verlo más de dieciséis veces).

Como siempre, la casa de los Hale estaba rebosando de actividad, nunca había entendido exactamente a qué se dedicaba Talía Hale, pero suponía que debía tener algo que ver con tratar con gente, ya que siempre estaba rodeada de un grupo de personas que la seguía a todas partes, preguntándole cosas.

Ese día no era la excepción, aunque vestía un elegante traje rojo, se la veía ajetreada rodeada de unas cuantas personas, entre ellas un hombre con ojos claros que destilaba cierta aura que le puso los pelos de punta.

La mirada de Talía era sumamente seria, como si estuvieran hablando algo de vital importancia, lo que hizo que Lydia decidiera esperar en la entrada, sin entrar en la casa, hasta que terminaran, no buscando interrumpir.

Aunque su intención no sirvió de mucho, ya que, como si pudiera sentirla allí, Talía alzó la cabeza y la miró. Una sonrisa formándose en su rostro.

—Lydia, querida, pasa, pasa —movió la mano indicando que entrara.

Lydia se sonrojo al ver a las personas desconocidas mirándola, y dio varios pasos al interior. Como siempre, la majestuosa casa Hale le robaba el aliento, solía amar las casas antiguas, cosa que su madre no entendía demasiado.

Ya que según ella, a su edad las chicas solían pensar más en términos de Barbies que de casas antiguas en el pueblo. Pero Lydia nunca había sido exactamente una chica normal, solo que su madre no lo sabía... aún.

—Lydia, él es Deucalion, un amigo de la familia —El hombre asintió, regalándole una sonrisa. De repente el aspecto amenazador había desaparecido, y se preguntó por qué había sentido alguna vez que él era peligroso.

—Deucalion, ella es Lydia, la hija de Natalie —Este asintió, debiendo reconocer a su madre de quién sabe qué. Ella estaba bastante segura de que nunca había oído a su madre mencionarlo.

Talía se agachó, hasta quedar a la altura de su rostro.

—¿Tu madre necesita algo? ¿O tiene que ver con ese maravilloso aroma que sale de esa cesta?

Lydia sonrió, Talía siempre lograba sorprenderla, le era imposible en cambio, sorprenderla a ella.

—Mamá preparó galletas, me dijo que te las trajera —Le contestó.

Talía sonrió.

—¿Por qué no la llevas a la cocina? Derek y Peter deben estar por allí, probablemente planeando la broma que le harán al Coach esta vez.

Lydia rió, asintiendo. Era legendario el hecho de que Peter y Derek solían hacerle una broma al entrenador de baloncesto de Beacon Hills, la última había involucrado a Derek quitándole todos los clavos de la oficina del mismo. Nunca se enteró que fue él, aunque todos los sabían.

Teme | Teen Wolf #6|Where stories live. Discover now