Capítulo XXXVIII: Te veo en el infierno... o Beacon Hills.

706 55 16
                                    


Un sonido desgarrador hizo que tanto Lydia como Theo miraran a la puerta que los separaba del pasillo que conducía al último lugar donde esta, había visto a Derek Hale por última vez.

El sonido, el cual atravesó la puerta de hierro, y su alma, hizo que abriera ampliamente sus ojos, mientras una comprensión desgarradora se abría paso cortando piel y hueso desde su interior.

—No... —susurró, un susurro que se rompió en el frío aire de la habitación.

—Creo que ambos sabemos lo que significa ese sonido ¿no? —Theo habló, a su espalda—, dime, Lydia, ¿Qué se siente saber que eres responsable de otra muerte? Me pregunto quién fue ahora.

Lydia se giró, sus ojos vidriosos por las lágrimas que luchaban por salir.

—¿Por qué hiciste todo esto? No tienes nada que ganar si la Bestia gana, Theo, nada. Entonces, ¿por qué?

Este inclinó la cabeza.

—¿Enserio no lo sabes? Solo hay una cosa capaz de mover a cualquiera en este mundo, Lydia, poder. Vine a este pueblo por la coyote con ansias asesinas, vine por el beta lleno de ira, por la Kitsune oscura, vine por el humano demasiado listo para su propio bien- Vine por ti, la Banshee destinada a destruir la oscuridad, pero que tiene más oscuridad que cualquiera de nosotros. Pero por desgracia, esa manada no incluye ni a Scott ni a Allison.

El nombre de la chica hizo que ella jadeara, mientras una dolorosa comprensión tocó su corazón.

—Tú la mataste —su corazón dolió.

Theo dio una risa corta.

—Para ser una Banshee, no eres una demasiado buena. Ella dijo tu nombre antes de morir, quizás esperaba que aparecieras para salvarla, pero nunca lo hiciste —extendió los brazos, haciendo un ademán—, murió sabiendo que la odiabas.

Ella negó.

—Era mi mejor amiga, jamás podría odiarla.

—Eso fue lo que la condenó.

Mientras las palabras llegaban a su mente, algo dentro de Lydia se congeló, por primera vez, en sus dieciocho años de edad, algo dentro de ella simplemente se petrificó.

Como si muriera de repente una parte de ella que no sabía que podía morir.

Y otra tomase su lugar.

—¿Crees que eres la oscuridad? —Lo miró con desprecio—. Tenía solo quince años cuando fui llevada al psiquiátrico, solo quince años cuando supe que un día iba a morir.

Se acercó a él, feliz de ver su miedo, feliz de saber que era capaz de despertar en alguien una emoción de ese estilo. Debía de tenerle miedo, ella se tenía miedo. Porque sabía de lo que era capaz.

—Vi esa muerte cada vez que me miraba al espejo. Todos y cada uno de los días, durante dieciocho años supe cuándo y cómo iba a morir.

Cuando este iba a dar un paso hacia ella, alzó ambas manos, permitiendo que su poder se deslizase entre sus dedos, y lanzándolo contra una de las paredes.

—¡¿CREES QUE TU ESTUPIDO PODER PODRÁ DETENERME?! —Theo se levantó, sin el menor esfuerzo, las venas se marcaban en su cuello—, ¡SOY LA OSCURIDAD! ¡SOY LA MUERTE!

Lydia negó, sumamente tranquila.

—Tú no eres la muerte, ni la oscuridad —negó, mientras daba otro paso cerca de él—. He visto ambas, las he visto desde hace mucho tiempo, ellas no son como tú, nunca lo serán ¿sabes por qué?

Teme | Teen Wolf #6|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora