Capítulo XL: Noche de coyotes

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Ojos de hielo.

Eso es lo que Malia veía al observar el espejo retrovisor del auto de Chris, ojos de hielo, igual que los de su verdadero padre, iguales a los de su madre verdadera.

No habían perdido ese brillo ártico desde que, horas antes, había matado a su propia madre y había llorado la muerte de un familiar que no conocía.

Familia.

¿Sabía siquiera lo que era eso? Había perdido a su madre y a su hermana en un accidente que ella había causado, había perdido a Derek, el único miembro de su familia real que alguna vez la había aceptado.

Derek, quien había entendido su dolor de una forma que nadie más había hecho.

Él sabía lo que era perder a su propia familia.

-Malia... -La voz de Kira la hizo parpadear, volviendo al presente-, ¿te encuentras bien?

¿Se encontraba bien? Era una buena pregunta, no se había detenido a pensar en nada de lo sucedido en las últimas horas, ni siquiera en los últimos días. Beacon Hills era un caos, Stiles estaba en el hospital, Lydia estaba quien sabe dónde, Derek estaba muerto, su padre biológico había regresado... parecía que todo había estallado de repente frente a su rostro y no sabía qué hacer.

-Asesiné a mi madre -susurró las palabras, dándose cuenta de lo que eso significaba por primera vez. Había querido matarla desde el momento en el que supo que por su culpa su madre y hermana habían muerto. Pero ahora que lo había hecho, una especie de desolación y pesadez sepultó su corazón, como una pesada piedra que no la dejaba respirar-, no han parado de brillar desde que lo he hecho. Como un recordatorio, asesiné a mi propia madre, lo que he esperado hacer desde hace meses, lo he hecho, ella era malvada, era un monstruo... entonces ¿por qué me siento tan...?

- ¿Culpable? -Chris la miró desde su posición en el volante, una ceja arqueada pero sin el menor signo de burla en su expresión.

Malia lo miró, asintiendo, intentando entender las conflictivas emociones que estallaban en su interior como olas golpeando la orilla.

-Quieras o no, la odiaras o no, fuera un monstruo o no, era un ser humano. Eso es lo que pesa, esa es la culpa. Deberías agradecer que la tienes, significa que no eres como ella.

-¿No lo soy? -Malia preguntó.

¿Cómo no podía serlo cuando sus ojos eran los mayores testigos de sus actos?

Kira estiró el brazo hasta colocar su mano sobre su hombro, en un gesto consolador.

-Salvaste la vida de Peter y la mía, ella nos hubiera matado, y sé que eso no es suficiente consuelo, sé que puede no significar nada. Pero nos salvaste, te salvaste, ese es el mayor acto de nobleza que verás alguna vez, tus ojos no son signo de que eres igual que tu madre, es un signo de que eres una de nosotros, una superviviente. Nunca debes avergonzarte de ellos.

Malia la observó, largo y tendido, intentando entender cómo podía existir alguien como ella, capaz de ver la bondad en cada persona, inclusive alguien tan malvado como Peter o ella misma.

-Entonces... ¿se irá? ¿Esta sensación en el pecho? -su mano descansó sobre su corazón.

Chris negó.

-No para ti, no por un tiempo, al menos. El problema ahora es como llevar esa carga, la muerte no es fácil, no para los que se quedan. Malia, llevarás ese peso en tu corazón durante mucho tiempo, han pasado años y aún recuerdo el rostro del primer hombre que asesiné, su mirada minutos antes de que apretara el gatillo que pondría fin a su vida -Su mirada atormentada viajó hacia un punto inexistente de la carretera-, pero a veces, no vuelves a funcionar hasta que hay una especie de... contrapeso.

Teme | Teen Wolf #6|Where stories live. Discover now