❧ 11. Letanías y Sincronías ☙

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Con las mariposas haciéndole cada vez mayor presión en su interior, avanzó apurada por el pasadizo del segundo piso. En otras ocasiones lo había recorrido, cierto, pero como la primera vez que se había reunido con Rodrigo en aquella, los nervios la aprisionaban dentro de sí.

Cuando se topó con las puertas asignadas a las oficinas 202, 203 y 204, las mariposas en su estómago se aceleraron todavía más. Sintió que su corazón le apretaba al tiempo que hiperventilaba.

‹‹Ojalá que esté en su oficina y desocupado. Ojalá que esté en su oficina y desocupado. Ojalá que esté en su oficina y desocupado››, se dijo al tiempo que sus pasos avanzaban en cámara lenta.

‹‹Oficina 205. Oficina 206››, podía leerse en las puertas de madera de color marrón que se hallaban abiertas. Mas, cuando alzó la vista y buscó la asignada con el número 207, la de Rodrigo, sus ojos se ensancharon de par de en par, primero de expectación, luego de desilusión.

‹‹Cerrado. Está cerrado››.

Sintió que la espinita que se había clavado en su corazón se hundía más. Una fuerza sobre su garganta ejercía presión. Hizo un puchero de decepción. Por un instante, concluyó que el maestro no estaría ahí y, con ello, sus expectativas de hablar con él se iban por un desagüe.

Pero, recordando lo que una vez le había dicho su psicóloga (‹‹No bases tus certezas ni decisiones en meras suposiciones››), respiró profundo y cambió de opinión.

Debía tocar para poder avanzar. Sea el resultado que fuese, si se hallaba o no Rodrigo en su oficina, daba cerciorarse de ello. Ya lo que viniera después era otro tema, pero no debía especular ni desesperarse sin antes realizar las acciones necesarias.

Para su infortunio, luego de tocar por tercera vez sin recibir respuesta alguna de su maestro, la desilusión volvió a ella.

‹‹Seguro que se ha ido››, pensó con tristeza y resignación. ‹‹¿Y si voy a buscarlo a otro lado? ¿Estará en la cafetería? ¿O quizá en el auditorio coordinando algo?››.

Bajó presurosa para dirigirse a la salida. Su cabeza estaba llena de pensamientos acerca de dónde podría estar Rodrigo. Pero, antes de salir por la puerta principal, fue atajada por el señor Morales.

—¿Todavía aquí? —le preguntó extrañado el maestro de danzas.

Ella pasó saliva.

—Lo que pasa es que...

—¡Debes ir a cambiarte de una vez! —Miró su reloj—. La ceremonia de apertura comienza en poco más de media hora. Mientras te vistes, te peinas y te maquillas, ¡no te va a dar tiempo!

—Sí, pero...

—¡Vamos, Aira! Vete de una vez. En media hora no te va a dar tiempo para alistarte como debieras.

—Pero para nuestro número falta todavía —se apresuró en decir mientras desviaba su vista al fondo del pasadizo, para ver si podía atisbar a Rodrigo en algún lado.

El maestro rezongó con dureza.

—¡No me importa si es al mediodía o si eres la última en salir a actuar! Te quiero lista a más tardar a cuarto para las once, ¿te quedó claro?

—Pero, profe...

—¡Iré a buscarte a tu salón a esa hora para ver si te has arreglado como corresponde! —Volvió a mirar su reloj—. Y no voy a discutirlo más. —Le dio la espalda—. Debo ir a otro lugar. Nos vemos allá.

Aira iba a replicar, mas no tuvo oportunidad. El señor Morales caminaba raudo a las escaleras.

Respiró profundo, con resignación. Caminó a paso lento por cada una de las oficinas que se hallaban abiertas. De reojo echó una ojeada por si lograba atisbar a Rodrigo en alguna de ellas, pero era en vano. Su tutor parecía haber sido tragado por la Tierra.

Sincronías y Armonías [Saga Ansías 3]Where stories live. Discover now