❧ 11. Letanías y Sincronías ☙

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‹‹Puede que se ponga celoso››, se dijo al tiempo que se dirigía al baño de mujeres para cambiarse de ropa y ponerse el traje de su baile de ese día.

Mientras caminaba por el patio, su vista se clavó en el edificio de la oficina de los profesores. Había querido hablar con su tutor ese día para hacerle una petición, pero no había tenido oportunidad. Rodrigo no se había aparecido durante todo el día. En su reemplazo uno de los auxiliares había ido a su salón, para informarles de algunas noticias, aduciendo que su tutor estaba muy ocupado.

Él se había ceñido a saludarlos muy brevemente durante los minutos habituales de tutoría; recordarles que era obligatorio que se quedaran durante la actuación —ya que la Dirección le había advertido que muchos aprovecharían el pánico para irse del colegio—, observándoles que tomaría asistencia luego de concluida la misma; invitarlos a quedarse luego de aquella, porque habría un pequeño agasajo para los maestros en el gimnasio y, finalmente, informarles que al día siguiente no había clases porque ese día todos en la escuela descansarían.

Los alumnos habían vitoreado felices el tener el día libre, a excepción de Aira, quien había resoplado con resignación. El no ver a Rodrigo provocó que una pequeña espinilla se clavase en su corazón. Había querido preguntarle al auxiliar por él, pero este había salido raudo porque lo requerían con premura de la Dirección.

‹‹¿Estará en su oficina? Si voy para allá, ¿seré muy impertinente?››, se preguntó con aprensión.

‹‹Quizá está muy ocupado, vaya a buscarlo en el momento equivocado, le interrumpa en algo importante que está haciendo y...››.

Sus dedos asieron con intensidad la bolsa grande que guardaba su traje de marinera. Su respiración se tornó apresurada. Una gota de sudor bajó por su mejilla lentamente. Su estómago le dolía. Cada paso que daba, junto a su vista clavada en el edificio de los profesores, era una tortura para la ansiedad que recorría su cuerpo.

No fue hasta darse de bruces contra uno de los postes de luz que rodeaban a la cancha de vóley, que fue consciente de la situación.

‹‹¡Mierda! ¿A quién diablos se le ocurre poner esto aquí?››.

Cogió su rostro con los dedos de su mano libre. Pudo percibir que tenía un pequeño chinchón en la frente.

‹‹¡Genial! ¡Lo que me faltaba! Ahora ¿cómo diablos disimulo esto de aquí?››.

Arrugó la frente con preocupación. Su frente lucía roja en ese instante, cuando tenía que mostrar su mejor rostro durante su actuación pactada para dentro de tres horas, era lo peor que podía pasarle en ese instante.

‹‹¡Al diablo!››, se dijo al tiempo que alzó su brazo derecho.

Era tanta la rabia que la carcomía, que le entraron ganas de lanzar al suelo lo primero que tenía al alcance. Mas, al darse cuenta de que no podía ensuciar, menos arrugar el traje de la marinera que con tanto cuidado había recibido minutos atrás, de parte de su profesor de danzas, y tirar por la borda todos los días de práctica, se contuvo. Con mucho esfuerzo, pero lo hizo.

Había cosas que debía priorizar, y su rabia producto de su distracción no estaba entre ellas.

*******

‹‹Solo unos cinco minutos. Si está ocupado, le preguntaré si más tarde podemos hablar. De hoy no puede pasar, ¡no debe!››

Aira se encontraba en el edificio de los maestros. Había caminado veloz por los pasadizos hasta dar con la escalera que daba al segundo piso, a la oficina de Rodrigo. Había subido presurosa, y ansiosa, por aquella interminable escalera. Durante su trayecto, que se le hizo eterno, había tropezado sin querer con varios alumnos, profesores y personal administrativo, quienes iban y venían. El trajín por la antesala de la actuación estaba en todo su esplendor.

Sincronías y Armonías [Saga Ansías 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora