❧ 8. Indecisiones y Recuerdos [Parte 1]☙

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José María giró para contemplar a Aira. Luego hizo lo propio con el maestro. Al ver que una gota de sudor bajaba por la frente de Rodrigo, enarcó la ceja y sonrió como si estuviera haciendo una travesura.

‹‹Aquí hay salseo entre ambos, a mí no me engañan. Pero, ¿por qué está tan nervioso?››, se dijo el alumno.

—¿No era algo temporal? —preguntó Rodrigo tratando de sonar lo más calmado posible, mas era en vano. Su frente estaba tan sudorosa, que podía percibir cómo sus cejas estaban mojadas—. Ugarte, ¿no puedes volver a ser la delegada? Ya me había acostumbrado a trabajar contigo y...

Al escucharlo, Aira arrugó la frente, preocupada. Suspiró decepcionada al tiempo que Ugarte le explicaba a Rodrigo sus motivos sobre por qué ya no podía seguir ayudándolo.

‹‹No quiere que sea su delegada››, pensó la estudiante con tristeza. ‹‹Después de todo, quiere que se mantenga la distancia entre nosotros. Fui una tonta al ilusionarme el otro día››.

‹‹¿Por qué no querrá que sea su delegada?››, se dijo José María al tiempo que apoyaba su mentón sobre su mano derecha. ‹‹¿Acaso se habrán peleado?››.

—Lo siento, profesor —señaló Ugarte—. Pero no puedo, ya le dije. En la tarde estoy en la academia. —Se encogió de hombros—. Aparte, que lo siga siendo Gonzáles, ¿no? Total, si tiene tiempo a la salida para practicar la danza, ¿por qué no puede reemplazarme? —Se volteó en su dirección—. ¿Sí o no, Gonzáles?

Aira la miró, desilusionada. Luego se giró para contemplar a Rodrigo para ver su reacción. Él tenía un gesto tan adusto ante la interpelación de Ugarte, que le provocó negarse en ese instante. Pero, cuando los ojos del maestro ojos se toparon con los de ella, todo cambió.

Él se rascó el flequillo detrás de su oreja, en un típico gesto de nerviosismo suyo, al tiempo que sus orejas volvían a ponerse rojas, para suspicacia de la joven. Suspiró profundo y relajó sus hombros. Finalmente, asintió con la cabeza para después agregar:

—Gonzáles, ¿puedes venir a mi oficina a la salida? —preguntó mirándola de reojo.

—¿Puede ser después de mi práctica de hoy? Entre que me cambio y almuerzo, no me va a dar tiempo y...

—No hay problema. Estaré en mi oficina hasta las seis —acotó el maestro.

Ella asintió al tiempo que Rodrigo le daba la espalda.

Aira apoyó su mentón sobre su carpeta mientras se hundía en su mar de cavilaciones.

‹‹¡Maldito y sensual Rodri! Cuando quiero alejarme de ti, basta que te sonrojes y me dejas sin saber qué hacer. ¡Te odio, huevón!››, pensó para luego apoyar su mentón en su carpeta y hundirse en su mar de cavilaciones e incertidumbres.

‹‹Uhmmmm››, se dijo José María al tiempo que seguía contemplando.

*********

—¿Ehhhh? ¿Por qué tengo que hacer eso con este? ¡Ni loca!

Aira se separó de inmediato de José María y dio varios pasos hacia atrás. Su cara de falsa alegría y coquetería durante la práctica había cambiado. El gesto de espanto que había en su rostro era como si hubiera visto un fantasma. Ganas tenía de quitarse la falda y el pañuelo y de mandar todo al diablo.

El profesor de danza arrugó la frente. Mostró un gesto adusto para luego indicar:

—Aira, ¿qué te pasa? ¿No quieres acaso ganar?

—Sí, pero... ¿Cuándo se ha visto que durante la marinera la pareja tenga hacer lo que usted propone?

José María quiso aguantar la risa. Mas, era tanta la felicidad que lo embargaba ante la propuesta del maestro, que su rostro era de alegría total.

Sincronías y Armonías [Saga Ansías 3]Where stories live. Discover now