XXXVIII: Al descubierto

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Tardó un par de segundos en entender todo lo que estaba pasando. Pero cuando finalmente lo hizo, cerró la puerta de un golpe mientras caminaba hacia Florencia, que la esperaba con la mirada llena de preguntas. El rostro de jazmín se encontraba perturbado como pocas veces lo había visto. Tenía miedo, pero no a aquello que estaba detrás de la puerta. Tenía miedo a la reacción de la morocha que la miraba confundida, esperando respuesta, queriendo saber lo que sucedía.

No me asustes Jaz, ¿Qué pasa? Le preguntó acercándose a ella

Te tenés que ir, respondió cortante y aún con la mirada perdida

Eh? ¿Por qué? ¿Qué pasó?

Nada Flor, no preguntes respondió sin siquiera mirarla a los ojos. Juntá tus cosas que te tenés que ir.

No, pará Jaz, dijo frenando el caminar errante de una colorada nerviosa que iba y venía por toda la habitación, decime que pasa. Por primera vez sus ojos hicieron contacto.

Necesito que confíes en mi Flor, por favor rogó tomándole las manos. Necesito que te cambies mientras junto tus cosas y llamo un auto para que te venga a buscar.

¿No vas a venir conmigo?

No, no podemos salir juntas de acá. Haceme caso. Vos esperame en el Hotel. Te prometo que allá te explico todo, si?

No sé qué te pasa pero no me voy a ir hasta que no me lo digas... Florencia la miraba con firmeza, la misma que había en sus palabras.

Flor... por favor, volvió a rogar la pelirroja

Flor las pelotas, Boluda! La morocha estaba realmente molesta ante el silencio de la otra y viendo que esta no pensaba decirle lo que sucedía, decidió averiguarlo por su cuenta. Si no me lo decis vos, lo voy a ver yo misma. Dicho esto, se dirigió la puerta y soltándose del agarre de la colorada, la abrió de golpe.

Las luces la encandilaron, la gente gritaba y la chocaba. No podía entender lo que pasaba hasta que un micrófono le golpeó la boca. Ahí entendió todo. Eran periodistas buscando, seguramente, a Jazmín y una primicia. El miedo y los malos recuerdos la invadieron y no pudo reaccionar. Para su suerte, y como un ángel caído del cielo, la figura de Andrés apareció entre la gente, abriéndose paso, para luego, empujando a la morocha hacia adentro, cerrar la puerta en sus espaldas.

Bebooo, que suerte que estás acá! Jazmín corrió a los brazos de su amigo buscando refugio.

Tranquila, reina... ya estoy acá!! Dijo mientras la acurrucaba y le acariciaba el cabello.

¿Qué es todo esto Andy? Preguntó Florencia confundida

Parece que alguien subió una foto de Jaz en las redes sociales y la información, obviamente, se filtró y llegó a los medios. Están acá porque después de lo que pasó en Rio, la beba desapareció sin decir nada. Además, hizo una pausa

Además... ¿qué? Indagó la colorada preocupada

Se habla de una escapada romántica... todos están esperando la primicia gorda... aclaró con algo de culpa. Por eso te llamé tantas veces.

¿Y cuál es el problema? No entiendo refutó la morocha

Lo que pasa Flor, dijo Andy viendo como la colorada se angustiaba ante aquella pregunta, es que en el ambiente en el que nos estamos moviendo nosotros no está muy bien visto lo de ustedes, es más hizo una pausa y continuó si confirman la relación, Jazmín puede perder la corona. El silencio invadió la habitación por varios minutos

¿Y ahora qué hacemos? Fue lo único que atinó a preguntar la pelirroja en medio de aquel alboroto.

Tengo un auto del Hotel esperándonos afuera. Vamos a tener que buscar la manera de salir pasando desapercibidos... aunque creo que va a ser casi imposible.

Yo sé cómo hacer que se vayan, dijo Florencia con tranquilidad. La angustia en la que veía sumergida a la colorada la llevaron a tomar una decisión que en otro momento de su vida no hubiese tomado, pero después de aquella noche que habían pasado juntas estaba dispuesta a todo con tal de verla feliz.

No, vos no vas a hacer nada... esto lo tengo que arreglar yo. Voy a salir y voy a dar la cara como corresponde, la interrumpió Jazmín.

Jaz, mirame, dijo con ternura la morocha buscando el contacto de sus ojos. Dejame hacer esto por vos. No me va a pasar nada, no me voy a romper como una muñequita de cristal. Vos me hacés fuerte y con vos, así a mi lado... nada me puede lastimar. La colorada la miraba con los ojos llenos de lágrimas. Quería besarla, quería tomarla en sus brazos y salir a decirle al mundo entero que la amaba. Pero no podía. No ahora.

¿Qué vas a hacer beba? preguntó Andrés intrigado.

Voy a entretener a la prensa. Ustedes traten de escabullirse y llegar al auto y vayan directo al Hotel. Yo los veo allá, si? Contestó la morocha

¿Pero que les vas a decir?...

No importa eso... ¿Están listos? Preguntó mientras terminaba de cambiarse. Ellos asintieron sin entender mucho. Florencia abrió la puerta y salió para sumergirse entre el tumulto, las luces, los micrófonos y los flashes. Disimuladamente, siguió caminando buscando que los periodistas la siguieran y así dejar la salida libre para los dos.

Rodeada completamente por los que parecían ser buitres frente a su presa, Florencia pudo ver como la mujer de su vida huía escondida entre los brazos de su amigo. El auto emprendió marcha y a los pocos minutos se perdía en el camino. En el asiento trasero, con una mano apoyada sobre la ventanilla, la colorada se despedía, envuelta en lágrimas y con los ojos llenos de culpa.

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