XXXII: Yo, antes de ti

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Despertar con Jazmín aferrada a mi cuerpo, era una sensación nueva. Lo nuestro, después que me confesara sus sentimientos, no había pasado de un entrelazado de manos, algunos mimos y un par de besos. Algunos venían cargados de ternura otros de necesidad. Sin embargo, ese había sido nuestro límite. Y no porque ninguna deseara algo más, era simplemente porque hasta que mis sentimientos estuvieran claros ella quería darme tiempo. Hasta en eso era perfecta. Nuestros tiempos y la experiencia de cada una eran distintos pero aún así, supo darme mi espacio y la chance de poner mi corazón en orden antes de dar un paso más.

Por eso, aquella sensación me era tan extrañamente hermosa. Me solté de sus brazos, de la manera más suave posible, intentando no despertarla y como pude salí de la cama y me retiré a mi habitación. Tomé una ducha rápida, me cepillé los dientes, me cambié y llamé a la recepción para pedir un desayuno para las dos, aclarando que debían dejarlo en la suite de Jazmín.

Salí de allí para volver a su habitación antes de que despertara y me di cuenta que había salido sin la tarjeta para entrar así que, o golpeaba la puerta y la obligaba a levantarse de la cama para abrirme o tomaba el camino más fácil y volvía a trepar el barandal que separaba nuestros balcones. Teniendo en cuenta las indicaciones del médico, tomé la segunda opción. Salté lo más silenciosamente posible e ingresé a la habitación en puntitas de pié.

J: Si seguís así, te vas a recibir de monito eh? Me dijo riéndo a carcajadas al darse cuenta el susto que acababa de pegarme

F: Me vas a matar del susto Jazmín, protesté enojada mientras me llevaba una mano al pecho intentando regular mi respiración.

J: Hasta con cara de asustada sos hermosa ¿te lo dijeron alguna vez? Siguió bromeando

F: Si, la verdad que, por suerte, me lo dicen bastante seguido, retruqué logrando que dejara de reírse y me mirara con recelo antes de lanzarme con un almohadón

J: Ay la puta madre! Exclamó tomándose el cuello con una mano

F: ¿Estás bien? Casi te arrancas el brazo, boluda. Estaba realmente preocupada.

J: Estoy bien, quedate tranquila. Fue un tirón nada más. Contame vos, cambiando de tema, qué es eso de meterse en habitaciones ajenas?

F: Perdón, contesté bastante avergonzada. Fui a bañarme y cuando quise volver me di cuenta que no me había llevado la tarjeta de la puerta

J: Y por qué no te bañaste acá? Preguntó confundida

F: ¡Ay Jaz! Allá tengo todas mis cosas, el cepillo de dientes, mi shampoo, mi perfume, mi ropa...

J: ¡Ahh re abuela! Igual, si tengo que serte sincera, me gustabas más con la ropa que tenías ayer dijo logrando que mi cara tomara un color rojo intenso

F: ¡Jazmín! Le grité totalmente sonrojada, ¿me parece a mí o el golpe en la cabeza te volvió más zarpada? Ella sólo reía sin parar. Al final, no me contaste que te pasó ahí, señalándole el cuello. ¿Chocaron o qué?

Antes de que le dieran tiempo a contestar alguien llamó a la puerta. Era el mozo con el room service.

J: ¡Waaachiii! ¿Jodeme que hasta tuviste tiempo de encargarte del desayuno?

F: ¡Exagerada! Ni que lo hubiese preparado yo

J: Ahh pero no podés negar que es un detalle re lindo... ¡lindo como vos, que sos hermosa!

Gusto De Vos |COMPLETA|Where stories live. Discover now