XXXVII: Destellos

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Cuando desperté, a la mañana temprano me encontré con una de las imágenes más lindas y tiernas que había visto. A mi lado, desnuda, boca abajo, con el pelo revuelto y rodeada de pétalos, Flor dormía plácidamente. Uno de sus brazos me tenía atrapada por el cuello. Como pude, sin hacer movimientos demasiados bruscos, me levanté y busqué mi celular. Quería tomarle una foto para inmortalizar ese momento... nuestro momento. Encendí el teléfono ya que lo había apagado ayer antes de la sesiones de masajes para no distraerme. Me encontré con varias llamadas de Andy. No le di importancia, tomé la foto y lo dejé otra vez sobre la mesa. Fui al baño a darme una ducha rápida. Tuve que salir antes porque el celu no paraba de sonar y no quería que Florencia se despertara. Cuando llegué, ya era tarde, la llamada se había cortado y Ella estaba sentada, algo dormía aún, refregándose los ojos.

Buen día hermosa, le dije mientras me acercaba a darle un beso.

Buen día Jaz! Puso la palma de su mano en mis labios. Nada de besos señorita... es muy temprano y yo estoy re cuco se quejó con vos de niña. Aguantá que me doy una ducha, me lavo los dientes y te doy todos los besos que quieras si? Me dijo regalándome un guiño y haciendo la voz más tierna que le salió

¿Todos los que yo quiera? Asintió Mmmm me gusta eso, respondí sugerente mientras la veía alejarse en dirección al baño

Mientras esperaba, decidí enviarle un mensaje a Andy

¡Buen día Hermoso! Sé que debés estar extrañándome un montón pero estoy como de luna de miel, ¿viste? Pero no te pongas celosito... en unos días vuelvo y nos ponemos al corriente. Te mando muchos muackis! Te quiero Andu!

Sin más, volví a apagar mi celular dispuesta a seguir disfrutando de mi hermosa Flor. Abrí las cortinas, permitiendo que el sol se filtrara y nos regalara sus primeros rayos de sol. Preparé café para mí y un té para ella. Saque de la canasta, algunos de los bocaditos que habíamos compartido ayer y después de acomodar todo sobre una bandeja, volví a la manta que nos había cobijado, cual nidito de amor, durante toda la noche y esperé a que ella saliera del baño.

Parece que hoy va a ser un día hermoso, dijo mientras se asomaba del baño, con una toalla en la cabeza y vistiendo sólo esa remera que apenas le cubría la cola y que me volvía loca.

Con vos acá no podría ser más hermoso contesté en un rapto de cursilería. Ella me regaló varios besos en las mejillas, los ojos, la nariz, la boca. Nada podía ser más perfecto. Esta mujer me ponía en las nubes.

De golpe, el parpadeo inesperado de una luz que venía de afuera nos encandiló y nos sacó del transe de amor en el que nos encontrábamos sumergidas desde hacía un par de minutos.

¿Qué fue eso? Preguntó confundida mientras se tapaba los ojos con la palma de la mano

No sé gordi... algún rayo de sol que golpeó en el ventanal capáz. No sé. No des bola... vení desayunemos, le pedí mientras palmeaba la manta indicándole que se sentara a mi lado

¡Qué raro! Respondió con inseguridad.

¿Querés que vaya a fijarme?

Naaaa, desayunemos mejor... no quiero que nada arruine este día susurró mientras se sentaba a mi lado y volvía a besarme pero ahora con más intensidad

Si vos estás acá, nada beso podría beso salir beso mal le repito entre beso y beso.

Otro destello de luz nos impacta directo en los ojos y comienza a multiplicarse. Ahora provenían de todos lados y nos enceguecían. Lo primero que atiné a hacer fue cerrar las cortinas, lo que fuera eso, nos estaba perturbando y lo podía notar en la cara de terror y confusión de Florencia.

Jaz, ¿qué fue eso? Preguntó luego de escuchar lo que parecían ser pasos en el techo. ¿Hay alguien en el techo? Volvió a preguntar mientras se aferraba a mi cuerpo, temblorosa y muerta de miedo.

No sé hermosa, pero lo que sea que sucede es afuera ¿si? Trataté de tranquilizarla mientras le acariciaba el cabello. ¿Te dieron algún número para emergencias cuando alquilaste?

Estas cabañas pertenecen al Hotel. Supongo que habría que llamar allá. Pensé un poco

No, hasta que vengan hasta acá va a pasar un rato. La tomé de los hombros apartándola un poco y la miré a los ojos mientras le hablaba, Voy a salir a fijarme que es eso, si? Vos no te muevas de acá, esperame. Ella sólo asintió y me dio un beso.

Caminé hacia la puerta, tratando de no hacer ruido. A medida que me acercaba escuchaba con más claridad lo que parecía ser un cuchicheo de gente del lado de afuera. Las manos me sudaban, las piernas me temblaban. Todo dentro de mí era una gran confusión mezclada con pánico. Volteé mi mirada para ver una vez más los ojos de Flor y llenando mis pulmones con todo el aire que me fuera posible giré el picaporte y tiré de la puerta.

Como si se tratara de un disparo repentino, un destello de luz me dejó dubitativa, ciega y aturdida ante aquello delante de mis ojos.

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