XXIX: Reencontrarnos, otra vez

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Cuando desperté, a la mañana siguiente, tomé mis cosas y sin hacer demasiado ruido me fui. No quería despedirme de las chicas, sólo les dejé una nota para que se quedaran tranquilas de que me encontraba bien y nada más.

Tuve que pasar por el banco. Si bien, nunca había querido recibir el dinero que mis hermanas me daban por mis acciones en el Hotel, estas se las habían arreglado para abrir una cuenta a mi nombre y allí, depositaban mes a mes el dinero que me correspondía. Lo que ellas no sabían, era que yo jamás había retirado un peso. Estaba todo ahí, tal cual ellas lo depositaban. Incluso, entre ese dinero, se encontraba el millón de dólares que mi padre me había dejado como herencia.

Me sentía pésimo por tener que romper mi propia palabra de no tomar ese dinero nunca. El día que mi padre murió, sentí que una parte de mi se había ido con él... con el gran Mario Estrella. Él había sido, siempre, el encargado de cuidar de mi, de pagar mis gastos, de hacerme la vida fácil... cuando falleció me prometí salir adelante sola. No quería ni su dinero ni aquel hotel que tan malos recuerdo me traía. Ahora, después de unos meses, sin trabajo, sin casa y con mi hermana dándome la espalda, debía agachar la cabeza, hacer el orgullo a un lado y reconocerme una perdedora.

Y así fue, como entrando al banco, perdí mi dignidad y me declaré en derrota. Salí de allí, con algo de dinero en mi cartera (la cantidad justa para realizar un viaje) y una tarjeta de crédito, que según la cajera iba a simplificarme mucho más las cosas. Por lo que supe, en mi cuenta había poco más de un millón y medio de dólares. No era que el dinero me preocupara demasiado, pero si iba a vivir de aquello necesitaba administrarme correctamente.

No tenía bien en claro donde quería ir. Sólo había un lugar en el mundo al que realmente quería volver algún día. Y aunque las circunstancias eran totalmente distintas ahora, aquel lugar me traía muy buenos recuerdos. Así que, sin pensarlo demasiado tomé el primer avión y salí de Buenos Aires intentando desprenderme de mí misma.

Una vez instalada, me comunique con Miranda para decirle que estaba bien, que aquel era mi nuevo número y que obviamente debía permanecer callada. Yo iba a llamarle a diario para que no se preocupara pero ella a cambio, no debía decirle a nadie donde estaba.

Necesitaba paz y sólo la iba a encontrar estando a solas...

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J: Vos entendés que ella se fue a Córdoba, Andy? Se fue a olvidarme en el mismo lugar donde nos encontramos. Yo no podía salir de mi asombro aún. Flor, Mi Flor estaba al alcance de mis manos, caminando los mismos pasos que habíamos caminado juntas poco tiempo antes... Necesito viajar, por favor! Le rogué a mi amigo

A: Por lo que averigüé, tenemos un vuelo a las ocho de la mañana, si estás de acuerdo podemos tomar ese avión... que te parece?

J: Podemos? No Andy, esto necesito hacerlo sola.

A: Así como estás, señalando mi cuello, no podés ir sola a ningún lado beba!! Mirá si te pasa algo?

J: Tomando las manos de mi amigo. No me va a pasar nada gordo, confiá en mi! Además, decime a ver... hace cuanto que no tenés un día libre vos?

A: Pufff! Era allá por 1475 dijo en broma

J: Ves? Los dos necesitamos esto. Vos estar solo y yo encontrar a Flor. Te prometo que me voy a cuidar y que me voy a comunicar todo el tiempo, Porfi!!! Exclamé haciendo pucherito

Gusto De Vos |COMPLETA|Where stories live. Discover now