XXXI: Lo siento, mi amor

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Ver a Flor, ahí parada frente a mis ojos, fue una de las sensaciones más extrañas que he sentido en mi vida. Por un lado me sentía feliz de haberla encontrado, pero por otro lado sentía miedo. Yo no sabía cómo podía reaccionar ella. La última vez que nuestras miradas hicieron contacto, me miraba con dolor, con bronca... esperé unos segundos esperando alguna reacción de su parte, pero nada. Estaba muda. Clavada al suelo y mirándome con desconcierto. Mi impulsó me llevó a levantarme de mi lugar y correr a sus brazos pero me detuve... y lo hice porque no quería invadirla ni obligarla a nada. Simplemente la miré y la saludé

J: Hola hermosa. Fue lo único que me salió decirle, casi en susurro y con el corazón acelerado.

Para mi sorpresa, corrió hacia mí y me abrazó tan fuerte, que sentí que algo en mí se estremecía. Me dolía mucho el cuerpo, pero mayor era la felicidad que tenía de verla. Un sudor frío comenzó a recorrerme el cuerpo, las piernas me temblaban y el cuerpo parecía dormido.

J: No me siento muy bien, alcancé a decir antes de que todo se volviera un terrible apagón.

Cuando desperté me encontré con dos hombres mirándome con cara de susto. Intenté preguntarles donde estaba Florencia pero fue en vano. Resulta que uno era un médico y el otro el conserje. El doctor me hizo un par de preguntas a las que sólo podía responder con un leve movimiento de mi cabeza. Todo me retumbaba y me daba vueltas. Intenté concentrarme en todas las indicaciones que el doctor me daba pero no podía dejar de pensar en Flor y a donde se había ido.

¿Por qué se fue? ¿Se habrá enojado? ¿Era ella o sólo la imaginé?

En eso, el médico me dice que le deja a mi novia su tarjeta, mientras extiende su mano para dársela a alguien. Cando giro, a pesar del dolor, puedo verla ahí, parada a un costado, de perfil a mí. Pálida como nunca la había visto. Tenía los rulos alborotados y sólo se dejaba ver sobre su cuerpo diminuto una enorme remera gris que apenas llegaba a cubrirle la cola. Aunque su mirada estaba atenta en el letrado, no pude más que mirarla sorprendida y sonreír sabiendo que ella estaba conmigo.

Después de despedir al doctor, recibió la comida y con mucha timidez o nerviosismo, no lo sé aún, me preguntó si necesitaba una almohada más para comer en la cama. Le dije que prefería levantarme y aunque, al principio se negaba, pude convencerla de que me ayudara a ir a la mesa así podíamos comer juntas. El clima de nerviosismo e incomodidad, de a poco fue cediendo y nos encontró riéndonos como antes. Parecía que el tiempo no había cambiado para nosotras pero todavía nos debíamos una charla y yo era consciente de eso, pero no sabía cómo encarar la situación... hasta que ella habló

F: Che, Jaz! Perdón que me metí así por el balcón. Soy re mandada... Perdón, intentó disculparse con la mirada baja

J: ¿Te arrepentís? No podía creer lo que estaba escuchando, yo me siento en las nubes ¿y ella qué? ¿Se arrepiente?

F: No, no es eso... Es que no debería haberlo hecho. Capaz que estabas con alguien y yo re metida... la voz le temblaba y pude notar que aquello más que arrepentimiento era una manera de indagar si estaba con alguien o si había ido por ella

J: No estaba con nadie, ¿o sí? retruqué

F: No, ya sé! Pero igual...

J: Ey! Basta. La frene mientras le tomaba las manos lo único que me importa es que te encontré y ahora estas acá... conmigo.

F: ¿Como supiste donde encontrarme? Me indagó algo confundida y continuó. No le dije a nadie... Ahh ya sé... Miranda "buchona" Estrella, no?

Al parecer conoce muy bien a su hermana pero no iba a ser yo quien se lo confirmara. Le había dado mi palabra a la rubia de no mandarla al frente y así iba a ser. Asi que, sólo le sonreí y la abracé, rompiendo la distancia que nos separaba.

F: ¡Te extrañé mucho! Me susurró al oído con una ternura que logró estremecerme

J: ¡Yo también hermosa!! Me sentía tan feliz de sentirla que no hubiese querido interrumpir aquel abrazo, pero el cuello me dolía mucho y no pude evitar hacer una pequeña mueca de dolor.

F: Ay! Perdón perdón. Soy una bruta...

J: No, no sos bruta, sos hermosa. Ella se mordió el labio y negó con la cabeza

F: Sos una chamuyera vos! Dijo riendo nerviosa. ¿Querés que te lleve a la cama? Así podés descansar un poco

J: No, quiero quedarme acá con vos. La miré buscando sus ojos, Necesito que hablemos Flor. Vine a buscarte porque necesito que me des la oportunidad de explicarte lo que viste en Brasil

F: No necesitas explicarme nada. Es más que obvio lo que vi, ¿no?... por un instante el semblante le cambió y noté que me apartaba la mirada mientras se levantaba y se dedicaba a caminar errante por la habitación

J: Sí, ya lo sé. Pero no quiero que te quedes con esa imagen, no quiero que pienses cualquier cosa. Perdoname Flor, por favor! De verdad lo siento mucho!Le rogué llena de lágrimas contenidas

F: No, no me pidas perdón, me dijo más calmada. No voy a negar que me hubiese gustado enterarme por vos pero bueno... está todo bien, de verdad.

J: No, no está todo bien... Yo te juro que te lo iba a decir. Intenté hacerlo un montón de veces pero no pude... Y ese día te fuiste de ahí enojada sin darme la posibilidad de explicarte nada...

F: No, pará Jaz! Se sentó nuevamente a mi lado, me secó las lágrimas con ternura y tomó mi rostro en sus manos obligándome a mirarla. Yo no estoy enojada con vos, no te castigues tanto. Si yo me fui de ese lugar fue por mí no por estar enojada con vos.

J: No entiendo Flor...

F: Ya lo sé Jaz! Pero no es momento de que lo entiendas porque es una historia muy larga y vos, ahora necesitas descansar. Me tomó por la cintura ayudando a levantarme. Vení, vamos así te recostás y tomás la medicación.

Nos acostamos juntas. Yo, de costado apoyando mi cabeza contra su pecho y abrazándola por la cintura. Ella hacia arriba, mirando el techo mientras me acariciaba el cabello

J: Quedate conmigo Flopy, no te vayas cuando me duerma le pedí casi cerrando los ojos bajo la influencia del calmante

F: No tenía pensado ir a ningún lado mi amor y me besó en la frente

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