Capítulo 41: Khaleesi.

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Voy a contestarle cuando llaman al timbre. Todos los Tomlinson se quedan en silencio.

-Seguro que es Scott-murmura Tommy, que no hace amago de moverse. Está cómodo con las rodillas pegadas a las de Diana.

Ella no lo mira como si estuviera dispuesta a seguirlo al fin del mundo, pero consigue que esté cómodo con ella. Y eso ya tiene mérito.

-Eleanor-ordenan Erika y Louis a la vez. Eleanor suspira, se desliza por la silla hasta el suelo y va a abrir. Los demás retoman la conversación, pero yo me fijo en el reloj. El segundero pasa dos veces por el número 5 antes de que ella vuelva con el susodicho, al que anuncia con un:

-Mirad qué paquete nos han dejado en la puerta.

Lo ignora a pesar de que seguramente ha estado besándolo esos dos minutos que ha tardado en recorrer menos de 20 metros. No se atreve a mirarlo porque apenas puede controlar la sonrisa. Y él tampoco. Se apoya en la mesa y mira directamente a Tommy; alza las cejas, y se muerde un poco el piercing.

-Vamos a emborrachar a Layla esta noche.

Tommy se echa a reír.

-¿Nada de preliminares, hermano?

-Los preliminares son para pringados-replica Scott, echándose a reír. Diana pone los ojos en blanco y Eleanor sonríe para sus adentros, llevando su plato al fregadero. Parece que Whitney Houston es, después de todo, el mayor exponente de la música negra.

No la he visto estando con él más que aquellos arrumacos más bien intuidos en el bar, pero sé por su mirada baja, sus comisuras alzadas y sus mejillas ligeramente encendidas que Scott se acaba de marcar un farol de campeonato. Seguro que la besa hasta que casi le suplica que le haga el amor. Seguro que la acaricia hasta hacerle perder la razón. Seguro que ella se retuerce entre sus brazos antes incluso de que termine de desnudarla. Siempre despacio, disfrutando del proceso.

El sexo para ellos es un baile, y para Chris y para mí, una carrera. Pero no una cualquiera: los cien metros lisos, disputados en las cuartas olimpiadas que tienen lugar en la gloriosa capital de nuestro país.

Dan parece intuir que mi mente está abandonándolo, y no va a ser segundo plato de nadie. Ni siquiera mío. Se separa de mí, dejando tranquilas mis magulladuras, y ayuda a su hermana.

Los jóvenes nos levantamos mientras los mayores nos contemplan marchar, puede que añorando las épocas pasadas, tal vez sintiendo lástima por nosotros porque mañana nos levantaremos con una resaca de aúpa.

Los días festivos en los que no me merece la pena subir a Wolverhampton, me los suelo pasar borracha. Sé que Chris se aprovecha de mi estado, pero me da igual. Mientras no me entere de lo que me hace, puede tenerme como quiera y cuando quiera, las veces que le dé la gana.

Ya lo hace, de todas formas.

-¿No vienes, El?

Las tres chicas nos quedamos a cuadros. Diana también lo sabe. ¡Diana también lo sabe!

Diana mira a Tommy. Yo miro a Scott. Eleanor los mira a los dos alternativamente.

Es un maestro del suspense. Hitchcock no es nada comparado con Scott Malik.

Eleanor le da la contestación del siglo cuando replica:

-¿Y hacer cinco en el grupo? Eres un Malik; ¿no te tentará largarte en mitad de la fiesta?

Chasing the stars [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora