III. Antes de que acabe todo.

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Era la casa de Artemisia, en la que se había criado junto a sus padres adoptivos y su hermano pequeño. Más concretamente se encontraban en el comedor de la casa, con los Carlsen delante suya, mirándolos como si se tratasen de apariciones fantasmagóricas.

Entre sollozos, María echó a correr lanzándose sobre su hija para abrazarla. Pensaba que jamás la volvería a ver.

Artemisia la abrazó con fuerza, desviando la mirada hacia su padre.

—¿Pero qué haces aquí? —preguntó Marcus, acercándose a ella.

—Es una historia muy larga —repitió, deshaciendo el abrazo con su madre.

—Artemisia, nosotros nos vamos a avisar a nuestras familias —advirtió Kristian—. Y a esperar que no nos maten por habernos ido sin avisar.

—¿Nos volvemos a ver en el Mundo Mágico?

—Claro —dijo Emma—. Hasta ahora.

Emma y Kristian se fueron con semblante serio, saliendo a la carrera para no perder más tiempo.

—Señor y señora Carlsen, un placer verlos de nuevo. —Les saludó Lukas antes de irse, y con una enorme sonrisa posó sus ojos sobre el pequeño de la casa—. ¡Tommy!

El niño alzó el brazo en señal de saludo, y luego chocó el puño con el pelirrojo.

Cuando los tres se hubieron ido, Artemisia se acercó a su familia, regalándoles un cariñoso abrazo a cada uno. Los había echado muchísimo de menos.

—¿De qué vas disfrazada? —intervino Thomas, mirando las ropas medievales con las que iba vestida su hermana—. Qué pasada.

—Oye, ¿te has llevado a tus amigos al Mundo Mágico? —preguntó Marcus, frunciendo el ceño—. ¿Sus padres lo saben?

—Ahora no hay tiempo para explicar nada —les cortó Artemisia, alterada—. Os tenéis que ir. Ya.

—¿Qué ocurre, hija? —preguntó María—. ¿A qué tanta prisa?

—Tanta prisa viene a que corréis peligro —respondió—. Tenéis que iros lejos, y no podéis volver a casa hasta que yo os avise de que todo ha pasado.

—¿Pero de qué estás hablando?

—De los Caballeros de Metal. Unos tíos muy peligrosos que os matarán si no me hacéis caso. —Al decir eso, sus padres y hermano la miraron con horror—. Por vuestro bien tenéis que desaparecer de aquí hoy mismo.

—¿Y a dónde iremos? —intervino Thomas.

—A dónde sea, pero por nada del mundo volváis hasta que yo no os avise.

—Empezaré a hacer las maletas... —concluyó Marcus, yéndose​ a su habitación.

Artemisia le observó marchar, soltando un cansado suspiro.

—Artemisia... —la llamó Thomas, tirando de la manga de su camisa—, ¿tienes miedo?

Para el chico ver a su hermana en semejante estado de inquietud era extraño, pues siempre la había visto como alguien alegre, enérgica... Parecía ser que en aquellos meses todo lo que recordaba de su carácter se había esfumado.

Artemisia se limitó a asentir con la cabeza mientras sonreía sin ganas, abrazándole con fuerza. Sí, estaba muerta de miedo, pero no podía mostrarse débil, y menos con los que quería. Debía ser fuerte por ellos, aunque muy en el fondo sintiera que todo su cuerpo temblaba.

Había perdido a una familia, y no estaba dispuesta a perder otra.

* * *

ALPHA || La guardiana de los elementos [#1]Where stories live. Discover now