VII. En medio de las sombras.

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Artemisia trataba de concentrarse en las palabras que le había dicho Percival. Según él, la oscuridad era el elemento de la incertidumbre y el miedo, y como tal, la mejor ocasión para practicar era de noche, con la luz de la luna iluminando el claro del bosque.

Por precaución de que nadie supiera que Percival era un oscuro, tanto él como Artemisia se fueron a una zona alejada, para poder evitar posibles intrusos que vieran a Percival con el elemento odiado por todos. Rodeados de arbustos y árboles que servían de murallas.

Colocándose en posición, Artemisia miró a Percival, decida a aprender cuanto tuviera que enseñarle.

—Sonará estúpido, pero para los principiantes lo primero que tienen que hacer es llenar su corazón de odio. O de rabia, más bien —empezó a explicar Percival—. Llenad vuestro ser de agresividad y enfado.

—¿Y cómo se supone que voy a enfadarme así de la nada?

—No sé, pensad en cosas que os enfaden. —Se encogió de hombros—. Pensad en vuestra novia. En su carácter odioso.

—Oye, no te pases —replicó Artemisia.

—¿Qué? ¡Ni que estuviera mintiendo! —exclamó—. Jade Distrang tiene un carácter detestable. Pero bueno, a lo que vamos; pensad en cosas que os enfaden.

En lo único que fue capaz de pensar Artemisia fue en lo mucho que odiaba ver cómo las cosas se desmoronaban por tonterías, o en cómo la guerra le había arrebatado todo aquello que quería y que jamás había llegado a conocer, como lo eran sus padres, tíos y su hogar.

Viendo cómo Artemisia empezaba a respirar de un modo más agitado, Percival sonrió, separándose un poco por si acaso. Al fin y al cabo era la Alpha, y la oscuridad era un elemento explosivo, si se descontrolaba no quería estar cerca.

—¿Lo tenéis? —preguntó—. ¿Ya os habéis cabreado?

—Sí —se limitó a responder, resoplando.

—Bien. La oscuridad es una mezcla de la técnica del aire y el agua. Los movimientos a seguir son como los del agua y el aire: ligeros, fluidos, flexibles...

—Enséñame algo antes de que se me pase el enfado —le interrumpió, esperando a que le enseñase alguna técnica.

—Bien... —murmuró Percival, alargando su sombra para después ponerla en pie, como una extensión de su persona—. Una técnica muy básica es el doppelganger. Consiste en que tu sombra se convierta en una copia tuya, que actúe por sí sola, pero siempre bajo tu control. Es muy sencillo, tan solo debéis pensar en la orden que queréis darle a vuestra sombra y ella lo hará.

En aquel momento, y viendo cómo la sombra de Percival se acercaba hacia ella como si fuera un hombre normal y corriente, Artemisia sintió un escalofrío recorrerle la espalda, recordando viejas historias de miedo que le contaban de pequeña sobre la Gente Sombra.

—¿Y no cabe la posibilidad de que actúe en tu contra? —musitó, viendo cómo la sombra regresaba junto a Percival, volviéndose a tumbar en suelo para tomar su forma normal.

—Bobadas. Ahora espabilad, que la noche no es eterna.

Asintiendo, Artemisia miró su sombra, y con un poco de esfuerzo, tras unas cuantos intentos, logró estirarla un par de metros e hizo que la saludara, para luego ponerla en pie y volverla a dejar como antes, en el suelo. Donde ella en realidad quería que estuviera. Por los restos.

Lo cierto era que crear a un doppelganger no le hacía nada de gracia.

—Bien, ahora intentad atrapar la oscuridad que hay a vuestro alrededor para concéntrala en vuestras manos haciendo una esfera.

ALPHA || La guardiana de los elementos [#1]Место, где живут истории. Откройте их для себя