XII. Lukas y el oráculo.

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La noticia del supuesto «robo» del trineo que cometió Lukas cayó como una fuerte reprimenda tanto para Einar por permitirlo como para Lukas y Emma por la idea. Al enterarse, Nilsa se tiró de los pelos. Su paso por la Nación del Agua debía ser discreto y sin alteraciones, y por culpa de Lukas eso se había ido al traste. Nilsa estuvo largo rato regañando a los tres, que soportaron su ira como pudieron. A cada palabra que salía de su boca, Einar, Luka y Emma se sentían más culpables que hacía unos segundos. Al principio no entendían el porqué de aquella fuerte regañina, pero cuando Nilsa les explicó que Naja no toleraba que la paz en sus tierras se quebrara ni en lo más mínimo, y más si se trataba de gente de fuera, lo comprendieron todo. Aun así, Lukas continuaba con la idea de que lo que habían hecho era una simple chiquillada sin importancia.

—No es para ponerse así... —trató de decir, pero sus palabras no fueron escuchadas, y al final, tuvo que cargar con una dura reprimenda de media hora.

Ahora Lukas se encontraba dentro del Glaciar del Oso. Había estado durante largo rato inspeccionando y recorriendo el palacio, y su conclusión fue la de que parecía un laberinto. La fachada le había engañado, pues parecía más pequeño desde fuera.

Estaba solo deambulando por los pasillos, ya que el resto había decidido, o bien ir a descansar como por ejemplo habían hecho Einar y Nilsa, o bien salir a dar una vuelta y ver a las famosas Amazonas del Océano, también conocidas como «sirenas guerreras». Lo cierto era que la única diferencia que tenían con las sirenas era la cola de pez, que al contrario de las sirenas clásicas (que en el Mundo Mágico se encontraban en los mares del Reino de la Tierra y los del Sultanato del Fuego), estas tenían tentáculos similares a los de un kraken.

Las Amazonas del Océano eran las encargadas de defender las aguas de la nación en tiempos de guerra, y pocos eran los valientes que se atrevían a enfrentarse a ellas dada su maestría en el ámbito de la lucha. Eran capaces de hundir embarcaciones enteras sin importar el tamaño. Aunque en tiempos de paz se dedicaban a colaborar con los pescadores atrayendo a los peces a la superficie para que estos pudieran atraparlos con sus redes.

Pero después de la reprimenda y aunque la propuesta de ir a ver a las Amazonas del Océano fuera tentadora, a Lukas se le quitaron todas las ganas de hacer nada, y aunque sus amigos hubieran insistido durante largo rato para que los acompañara, acabó por negarse.

Así que continuó caminando por las estancias y pasillos del palacio, cabizbajo, con las manos en los bolsillos y la postura encorvada hasta que vio una extraña sala con una plataforma circular en el centro, rodeada por columnas de hielo. Pero eso no fue lo que le llamó más la atención, sino que fue el hecho de que Sialuk estuviera sobre la extraña plataforma con un vestido de color azul marino, sin mangas y abierto por la zona de la falda, dejando entrever una de sus piernas. A Lukas le sobresaltó verla así por el frío que hacía, y porque mantenía los ojos cerrados y las manos extendidas hacia arriba, como si estuviera en medio de un trance.

Con discreción, se quedó a curiosear lo que hacía.

—Sé que estás ahí —dijo Sialuk pillándole desprevenido, haciéndole dar sin querer un pequeño salto hacia atrás.

Al ver la reacción de Lukas, Sialuk no pudo evitar soltar una risilla que no hizo más que avergonzar al chico.

—¿De... de qué te ríes? —preguntó, aún sonrojado.

—De ti —respondió, sonriendo—. Puedes pasar. De todos modos ya había terminado...

—¿Terminado de qué? —preguntó Lukas, entrando en la sala de las columnas.

—De mirar qué puede suceder en el futuro —dijo Sialuk, abriendo los ojos para mirar a Lukas, que al notar esos ojos azules sobre él, se puso más nervioso.

—¿Ves el futuro?

—Soy un oráculo, el Oráculo de Agua. Es para lo que fui creada... —explicó.

—¿Eres un oráculo? —preguntó de nuevo, sorprendido.

—¿Haces muchas preguntas, no?

—Pero según lo que tengo entendido, los oráculos son una especie de templos...

—Sí, lo son, y en realidad solo somos tres los que tenemos aspecto de personas de carne y hueso, todo gracias a los Icotta; los Amos de la Clarividencia. Entre otras cosas, ellos son los permiten tener la visión futura, pero solo podemos ver lo que ellos nos permiten, o nos dejan. Supongo que porque tener conocimiento completo de lo que va a pasar es peligroso.

—¿Quiénes son los Icotta?

—Son algo así como los Dioses Superiores, los Grandes Sabios, más poderosos que los Dioses Elementales incluso... Aura y Birico son los creadores del Mundo Mágico, pero los Icotta son los que manejan sus hilos. Los oráculos podemos predecir el futuro gracias a lo que ellos nos transmiten —explicó—. No se sabe mucho más de ellos, pero dicen que son cuatro y hay gente que sostiene que fueron los que crearon a los Grandes Lobos.

Lukas la escuchó atento, pero se dio cuenta de que ni siquiera se había presentado.

—Ah, por cierto, me llamo Lukas. Muchas gracias por lo de antes. Si no llegas a aparecer seguro que ese Akku nos mata...

—Mi nombre es Sialuk, un placer, Lukas —le sonrió—. Y en cuanto a Akku, déjame dudarlo. Si yo no hubiera intervenido lo más seguro es que tu amigo se hubiera transformado en lobo para atacar. Entonces se hubiera liado una buena y habría habido sanciones para todos... A parte de que os hubieran expulsado de estas tierras —explicó Sialuk.

Durante unos segundos la habitación quedó en absoluto silencio. Pero Lukas decidió romperlo para formularle otra pregunta:

—Entonces... ¿Tú podrías ver mi futuro?

—Puedo ver el futuro de todas las personas y criaturas. Solo dame tus manos —pidió Sialuk con amabilidad, a lo que Lukas aceptó sin pensárselo—. ¿Qué quieres saber exactamente?

—Me gustaría saber si alguna vez llegaré a ser bueno en algo que realmente sea útil... A veces me da la sensación de que solo sé meter la pata... —comentó, apenado.

—Vamos a ver... —dijo Sialuk, cogiendo sus manos con cuidado—. Veo muchas cosas que pueden suceder de aquí en adelante. Pero lo que más me preocupa es que dentro de poco ocurrirá algo sangriento que nos involucrará a todos. En especial a ti y a tus amigos. Si llega a suceder será entonces cuando tengas que demostrar de lo que estás hecho... Se avecinan tiempos difíciles...

—¿A qué te refieres con eso?

—Me refiero a que algo grande se nos viene encima...

—Seguro que tiene algo que ver con la Emperatriz Oscura.

—Normalmente las cosas malas llegan acompañadas de su nombre.

—Lo sé... —respondió Lukas—. Tuve la mala suerte de tener que luchar contra su ejército. Esos desgraciados mataron a muchas personas, entre ellas a un amigo que no se merecía un final como el que tuvo...

—Comparto tu pena... —dijo Sialuk en voz baja, estrechando las manos de Lukas—. Pero en esos casos uno debe dejar el pasado atrás y mirar hacia el futuro. Es lo mejor.

—¿Mirar hacia el futuro cómo tú haces? —preguntó Lukas con una leve sonrisa.

—Exactamente.

Ambos se miraron durante unos segundos hasta que Lukas, abrumado por los ojos azules de Sialuk que no se apartaban de los suyos, se vio obligado a desviar la mirada agachando la cabeza con algo de brusquedad, intentando así disimular sus rosadas mejillas.

ALPHA || La guardiana de los elementos [#1]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن