VIII. Choque de reinos.

2.5K 218 101
                                    

El hecho de que Jade se hubiera despertado había pillado por sorpresa a todo el mundo, pero en especial a Artemisia, que había estado dos largas semanas cuidando de ella. Sin embargo, y teniéndola de vuelta, le resultaba extraño el siquiera mirarla, pues no sabía exactamente cómo reaccionar ante ella. Cuando Jade trataba de acercarse, Artemisia se ponía como un tomate, y nerviosa recordaba el beso que le dio, preguntándose si lo recordaría, pues lo cierto era que no le había mencionado el tema en ningún momento, y tampoco había interactuado con ella de una forma íntima. En el caso de que aquel momento no hubiera sido retenido en su memoria, Artemisia tendría que volver a dar un paso al frente respecto al tema (si es que se volvía a atrever, claro).

Ya hacía un par de días desde que Jade había vuelto en sí y se la había puesto al día de todo lo sucedido, en especial del asunto de los Caballeros de Metal, que le cayó encima como si de una jarra de agua fría se tratase. Daba la sensación de que nunca iban a tener un descanso.

Hacía relativamente poco que habían avistado tierra, o más concretamente La Aljaba, el gigantesco árbol-palacio que coronaba el Reino de los Elfos de Tierra y el hogar de la Casa Saavedra de Y'ran Alari. No tardarían en desembarcar, quizás media hora como mucho mientras se acercaban al Puerto de las Flechas. Mientras tanto, los marineros se fueron preparando para pisar tierra de nuevo.

Para matar el tiempo mientras llegaban, Jade subió a la cubierta a tomar el aire, y viendo cómo Lukas intentaba aprender a tocar un laúd, se sentó a ver al chico, que se sobresaltó al toparse con los ojos verdes de la reina sobre él.

—¿Qué pasa? —preguntó Lukas.

—Que lo haces mal. No es ese acorde —respondió Jade, agachándose frente al pelirrojo, recolocándole los dedos sobre las cuerdas—. Toca ahora.

Lukas obedeció ante las instrucciones de Jade, y por fin logró escuchar una nota agradable que le hizo sonreír.

—¿Sabes tocar?

—Solo un par de notas. Las suficientes, creo. Me enseñó mi tía cuando era pequeña.

—A veces da la sensación de que no sabes hacer nada mal y eres perfecta —interrumpió Emma, detrás suya.

Jade le dedicó una mirada de soslayo, molesta.

—Tranquila, que no lo decía de malas —aclaró, sentándose junto a Lukas—. Tendrías que dejar de estar siempre tan a la defensiva. Se vive mejor.

—¿Cómo es que estás tan amable? —le preguntó Lukas a Jade—. Normalmente estás siempre con el ceño fruncido, ¿qué te ha pasado?

—Nada, ¿qué quieres que me pase?

—Una personita llamada Artemisia —comentó Emma, con una sonrisa divertida—. ¿Qué tal te va con ella?

—¿A qué te refieres...?

Mientras las dos hablaban, Lukas prosiguió tocando las pocas notas que se sabía, y cada vez lo hacía más rápido, por lo que empezando a irritarse, Jade le quitó el laúd sobresaltado al chico.

—Lukas, ¿nos podrías dejar a solas, por favor? —le preguntó Emma—. Debo tener una charla de chicas con Jade.

Frunciendo los labios, Lukas se retiró, no sin antes arrancarle de las manos el laúd a Jade, que le vio marchar a grandes zancadas hasta desaparecer bajo la escotilla.

—Bien, ahora dime; ¿has hablado con Artemisia de algo?

—No. Creo que me esquiva, y cuando me acerco a ella se pone nerviosa...

—Ya veo... ¿Te ha contado que ha estado cuidando de ti?

—¿De verdad?

—¡Oh, Jade, por favor! Artemisia está enamorada de ti y por lo visto eres la única que no se da cuenta de ello... Hazme un favor y declárate ya de una vez o lo haré yo por ti —dijo cruzándose de brazos, con mirada severa—. Sé que tú también estás enamorada de ella. ¡Solo hace falta ver cómo la miras! Pero tu carácter te impide admitirlo... ¿Por qué?

ALPHA || La guardiana de los elementos [#1]Kde žijí příběhy. Začni objevovat