X. Hacia el norte.

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—¡Kristian, detrás tuya! ¡Cuidado! —gritó Lukas, yendo a socorrer a su amigo.

Empuñando su espada con fuerza, Lukas le asestó un corte en el costado al hombre que intentaba atacar por sorpresa a Kristian, haciendo que este cayera al suelo, malherido.

—¡Gracias por la ayuda! —exclamó Kristian, volviendo a la pequeña batalla que estaban librando.

Después de abandonar los Dominios de las Valquirias bastos de alimentos, abrigos, un carro y un caballo de tiro, el grupo siguió con su camino, esta vez hasta la ciudad costera de Puertosalado. Las tierras que ahora recorrían estaban casi por completo dominadas por el ejército de la Emperatriz Oscura a excepción de pequeñas aldeas que aún se oponían al yugo de la oscuridad, y transitar por ellas sin ser reconocidos no era tarea fácil para el grupo, y menos aún después de que se hubiera puesto la orden de sospechar de cualquier grupo de siete personas que tuviera intención de cruzar hasta la Nación del Agua.

En aquellos momentos Artemisia y el resto se encontraban batallando contra algunos de los hombres de la Emperatriz Oscura. No eran muchos, apenas era un grupo de diez, pero lo cierto es que eran de armas tomar, y vencerlos tampoco es que fuera la tarea más sencilla del mundo, y por si les fuera poca faena, tras bajarse del carro, listos para batallar, el caballo salió huyendo con algunas provisiones, dejándoles casi sin suministros y con tan solo unos abrigos.

Jade y Einar se encargaron de pelear contra los cuatro que parecían tener mayor experiencia con la espada y del que controlaba la oscuridad, mientras que los chicos se encargaron de los otros cinco hombres restantes. Entretanto, y con la prohibición de luchar contra nadie por seguridad de que no se le saltaran los puntos, se encontraba Nilsa, de brazos cruzados y refunfuñando por lo bajo mientras observaba cómo el resto peleaba.

Le habían dicho que tenía que guardar reposo, pero no hizo caso hasta que Einar y Artemisia tuvieron que convencerla para que se estuviera quieta y no hiciera esfuerzos. Aquello de relajarse no era lo suyo.

Cuando tras varios minutos acabaron con los hombres de la Emperatriz Oscura, Nilsa se acercó al resto, aún con el ceño fruncido, mostrando así su descontento por la decisión unánime de dejarla fuera de la pelea.

—Si os hubiera ayudado habríais acabado antes —sentenció.

—Si nos hubieras ayudado ahora mismo tendríamos que volver a coserte las heridas —contestó Einar.

—Lo que tú digas... Sigamos con el viaje. Todavía queda un trecho hasta llegar a la costa y puede que nos volvamos a encontrar con algunos de los soldados de la Tirana —comentó Nilsa, sin esperarse a que el resto la siguiera para empezar a caminar.

—Cómo se nota que está de mal humor —le dijo Emma a Artemisia en un susurro.

—Y que lo digas...

—Os he oído —indicó Nilsa, sin girarse a mirar a ambas jóvenes.

Artemisia y Emma se taparon la boca.

—Una cosa, ¿después de ir a Puertosalado, de dónde se supone que vamos a sacar un barco? —preguntó Jade.

—¿En barco otra vez...? —protestó Lukas, poniendo cara de asco.

—Sí, en barco otra vez —respondió Einar—. Y es gracioso que comentéis eso siendo la Reina Tierra. Si quisierais podríais pedir uno y nadie os lo negaría...

—¿La cuestión no es pasar desapercibidos?

—Sí, tenéis razón... —dijo Einar, para después esbozar una sonrisa—. Pero del barco ya me encargo yo. Conozco a alguien que me debe unos favores.

ALPHA || La guardiana de los elementos [#1]Where stories live. Discover now