IX. Lecciones a pedradas.

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Toda la mañana había transcurrido con una normalidad casi sospechosa. No había nada de lo que preocuparse. Ni tan solo del amenazante ejército de la Emperatriz Oscura, pues la noticia que habían tenido días atrás de que se acercaba al campamento había sido sustituida por la de que había desaparecido sin dejar rastro. Era extraño, pero al mismo tiempo alegraba saber que podrían estar tranquilos un día más sin tener la constante tensión de que les iban a atacar en cualquier momento.

Toda la gente se alegraba por la buena nueva, menos Nilsa y Jade, que opinaban que aquello seguramente se trataría de alguna estratagema para confundirlos. Ellas, por su parte, no tenían intención de bajar la guardia. Por otro lado, y más concentrada en sus pensamientos que en el posible ataque por sorpresa del que hablaban Nilsa y Jade o de las clases que le estaba impartiendo Konal, se encontraba Artemisia, que no podía dejar de darle vueltas al entrenamiento que tendría con la Reina Tierra.

Estaba molida. Sus músculos estaban resentidos por la lucha con espadas y con bastante dificultad podía mantenerse en pie. ¿Cómo se suponía que iba a volver a entrenar? Y encima, y por si le fuera poco, con Jade.

Pero entonces la voz de Konal la sorprendió, sacándola de sus pensamientos:

—¿Alpha, me estáis escuchando?

—¿Eh? Sí, por... por supuesto que sí... —mintió.

—Seguro... —murmuró Konal—. En fin, volvamos a las estaciones, ¿qué estación reina en la Nación del Agua?

—¿El otoño...? —En vez de estar respondiendo, lo estaba preguntando—. Es raro eso de tener una estación fija por nación.

—No es raro, aquí lleva siendo así desde los inicios. Y no, el otoño está en la República del Aire, —Suspiró el hombre—. Alpha, si no prestáis atención no aprenderéis nada sobre vuestro mundo. A ver, repitamos. La primavera está en el Reino de la Tierra, el verano en el Sultanato del Fuego, el otoño en la República del Aire, y el invierno en la Nación del Agua. Bien, ahora decidme, ¿qué estación reina en la Luz y la Oscuridad?

—¿Y cómo narices quieres que vaya a saberlo? Solo hay cuatro estaciones y ya están todas adjudicadas.

—Lo sabríais si me prestarais atención... En el Reino de la Luz hay dos estaciones, que son la primavera y el verano, y en el Reino de la Oscuridad son el otoño y el invierno. Seis meses cada una.

—De acuerdo, me lo apunto. ¿Ahora puedo hacerte yo una pregunta?

—Claro —respondió Konal, intrigado.

—¿Podrías hablarme más sobre la oscuridad?

—Un tema difícil... Veréis, antes de la Gran Guerra, la oscuridad se obtenía como el resto de los elementos: por nacimiento, pero cuando la oscuridad se decretó como un elemento peligroso tras la Gran Guerra, fue el mismísimo Birico quien decidió que no volviera a nacer nadie con la oscuridad... En cambio, los oscuros se las apañaron para obtenerla haciendo pactos con los Dioses Malignos, en especial con Calamis, el Dios del Mal, ya que Nox, la Diosa de la Oscuridad, acató la orden de Birico sin poner ninguna objeción —aclaró—. Obteniendo la oscuridad de ese modo, el elemento de nacimiento se pierde para sustituirlo por la oscuridad. Por ejemplo, si alguien con el elemento del agua hace un pacto con un dios maligno, acaba convirtiéndose en un oscuro. Sin embargo, es el Alpha el único que sigue naciendo con el elemento de la oscuridad en sus manos.

—¿Y alguien que no tenga ningún elemento?

—Permanece sin ningún elemento.

—Entiendo... —Artemisia asintió con la cabeza, guardando silencio.

ALPHA || La guardiana de los elementos [#1]Where stories live. Discover now