XVI. Reflejos del pasado.

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El escándalo que se había formado por la presencia de los dos oscuros era monumental. Nada más verlos, los guardias de la ciudadela se dispusieron a matarlos, pero Artemisia y los chicos se lo impidieron pidiendo la presencia de Kenzo, que al aparecer y ver a los dos hombres abrió sus pequeños ojos como platos, sin creer lo que estos veían.

—¿Qué significa esto, Alpha? —preguntó—. ¿Cómo se os ha ocurrido traerlos aquí?

Artemisia dio un paso al frente, poniéndose delante de Kenzo.

—Percival Krauss está herido. Si le dejaba allí en el bosque hubiera ido a peor, o lo habrían matado.

—Es lo que se suele hacer con un criminal de su calibre —dijo mirando a Percival, ceñudo—; matarlo...

—¿Y eso no nos haría iguales a la Emperatriz Oscura? —preguntó Artemisia, atreviéndose a encararlo—. ¡La violencia solo genera más violencia! ¿Es que acaso eso es lo único que nos define, tratar de sobrevivir en un mundo que no hace más que empujarnos a matarnos entre nosotros? —dijo airada—. ¡Estoy harta de ver tanto sufrimiento! ¡Estoy harta de esta guerra estúpida!

Los chicos, Kenzo y algunos de los guardias y senadores presentes se la quedaron mirando, en silencio.

—Si no aprendemos a convivir entre nosotros y por mucho que ganemos esta guerra volverá a estallar otra, y después otra más, y otra más... Porque no nos soportamos entre nosotros, porque no nos aguantamos. Tenemos mucho más que dar, pero si nos matamos los unos a los otros no lograremos hacer nada y volveremos a estar como en el principio. —Suspiró con aplomo, echándose las manos a la cabeza para revolverse el pelo con inquietud—. Sé que no soy más que una cría, y que probablemente no sepa nada de la vida, pero una cosa que sí sé es que no podemos seguir así...

Kenzo miró a Artemisia con una mezcla de sorpresa y orgullo en sus ojos. No podía creer que aquella niña hubiera utilizado unas palabras que bien podrían haber salido de la boca de su madre. Se la mirase por donde se la mirase, no cabía duda de que era hija de Lena Regrarth. Era su viva imagen, y no solo eso, también tenía su mismo carácter. Sacaba su inteligencia y sus ideas visionarias de Lena Regrarth, y su temeridad y pasión de Gannicus Diamandis. En aquella chica de casi dieciocho años se habían juntado dos personalidades explosivas. Se había mezclado el huracán con el sol formando una joven llena de ganas de revolucionarlo todo de una forma jamás vista antes.

Kenzo terminó por dejar ir un suspiro, y con su bastón señaló a los guardias, ordenándoles que se llevaran a Percival y a Travis a una habitación con vigilancia, aparte de que trajeran un médico para curarle las heridas al que apodaban como Daga Negra.

Los guardias obedecieron, tomando el relevo de Travis y Kristian que aún cargaban con Percival. Travis miró a Artemisia de reojo antes de seguir a los guardias hasta los que serían sus aposentos, y tuvo la fugaz intuición de que aquella chica no era tan mala como la habían pintado.

Los senadores presentes se fueron comentando lo sucedido, que no tardaría en extenderse como la pólvora. Los chicos, por su parte, agotados, también se retiraron, despidiéndose de Artemisia y de Kenzo.

El recibidor del Palacio de las Grullas quedó únicamente ocupado por Kenzo y Artemisia.

—Seguidme, Alpha. Hay una cosa que deberíais ver.

Kenzo no se detuvo a esperarla, y empezó a caminar hasta la que era la habitación de Lena. Cuando Artemisia vio cómo abría la puerta con una llave tragó saliva, y con paso lento accedió a ella, siguiendo al Dirigente del Aire.

La habitación parecía no haberse tocado en siglos. Estaba todo polvoriento y olía a rancio. Se notaba que había estado cerrada durante años.

Artemisia se detuvo a mirar la estancia, y discreta, cogió un muñeco de trapo de un samurái y otro de un ninja, que limpió de polvo sacudiéndolos. Sonrió melancólica, pensando que seguramente su madre habría jugado con ellos, pero de pronto un ruido detrás suya la sacó de su ensimismamiento, obligándola a mirar en la dirección en la que se encontraba Kenzo, encontrándose con que había movido una estantería llena de libros, revelando detrás suya unas escaleras que descendían hacia pasadizos secretos.

ALPHA || La guardiana de los elementos [#1]Where stories live. Discover now