XVII. Al encuentro de la Llama Eterna.

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Tres días habían pasado desde que encarcelaron a Sharim y a Amir. Nadie hablaba del tema, no al menos en voz alta. Entre la familia real ya apenas quedaban ánimos para sostenerse en pie. Kahina se pasaba las horas junto a sus dragones, con la conciencia manchada al haber tenido que entregar a su hermano. Maryam, ayudada por Nâbil, se había enfocado en ocuparse del papeleo que su marido había dejado desatendido, puesto que Hâkem, sin ganas y asesorado por consejeros y Faruk, se dedicó a preparar el juicio de su hermano e hijo. Entre tanto, Einar y Nilsa empezaron a organizar su siguiente destino: la República del Aire.

El viaje sería por mar, iba a ser largo, muy largo, les llevaría un mes y medio atravesar el Océano de Simbad y parte del Océano de las Perlas, que separaban el Sultanato del Fuego de la República del Aire, y eso sin contar con alguna pequeña escala que tendrían que hacer en el Reino de la Tierra para hacerse con provisiones de vez en cuando.

Mientras, los chicos comentaban si habían hecho bien en delatar a Sharim y a Amir. Al menos con Amir pudiera que se hubieran pasado, no era más que un simple peón manipulado por Sharim. Un pobre iluso, en realidad. Sirâj había obtenido permiso para visitar la cámara con las pertenencias de Sherezade, y finalmente, Jade solo aguardaba a una visita en concreto: la del Médico de Huesos. Había prohibido explícitamente que se la molestara, o más bien, que Artemisia lo hiciera, dejando a esta desconcertada y con fallidos intentos de ir a hablar con ella, pues había insistido tantísimo que el solo hecho de acercarse a la puerta de la habitación de la Reina Tierra ya provocaba que las guardias la mirasen con mala cara. Lo último que quería Jade era verla, y lo cierto era que lo hacía más por orgullo que por el hecho de que no quisiera saber nada de ella. En cierto modo la culpaba de todo lo sucedido. Sin ella, a lo mejor no hubiera muerto tanta gente. Skip seguiría vivo, ella continuaría en el Campamento Rebelde, la Nación del Agua no hubiera quedado medio destruida y su pesca y las Amazonas del Océano continuarían intactas, y muy probablemente, su familia también lo seguiría.

La noticia de que el hermano del sultán y su hijo habían sido encarcelados por tener tratos y trabajar para la Emperatriz Oscura corrió como la pólvora. En apenas aquellos tres días ya todo el sultanato había sido puesto al corriente. La población se lamentaba de ello y los soldados de Sharim, en el norte, lo veían como lo que era: un sucio traidor a los suyos. Los Sayyid en cambio simplemente trataban de ignorar el asunto hasta que se dictara sentencia.

Tras hablar con Nilsa sobre el viaje, y con pinta de estar agotado a pesar de ser apenas las once de la mañana, Einar decidió dar un pequeño paseo por los jardines, descalzo para poder meter los pies en los canales que transportaban agua por el suelo. Miraba con desinterés los arbustos, árboles frutales, fuentes y estanques. Pudiera ser que en un principio lo contemplara todo con asombro, pero tras ver prácticamente lo mismo durante dos semanas seguidas, comprendió que aquello de una vida acomodada en la corte quizás no fuera lo suyo, que su lugar estuviera en el bosque, en una pequeña aldea, más sencilla y acogedora, o quizás en una ciudad no muy grande donde todo el mundo se conociera entre sí. Prefería las cosas simples, su vida ya era lo bastante compleja como para tener que depender de grandes dispendios.

Negó con la cabeza, acercándose a una fuente para lavarse la cara y despejarse.

—¡Einar! —gritó de pronto alguien detrás suya. Cuando se giró, vio a la sultana dirigirse hacia él con una carta en la mano—. ¿Podrías hacerme un favor?

—Por supuesto, Majestad —dijo cordial—. ¿Qué necesitáis?

Maryam le mostró la carta.

—Verás, necesitaría que le entregaras esto a Jade. Es del hombre que vendrá a sanarle las costillas. Llegará esta tarde. Se la entregaría yo, pero como comprenderás, después de todo esto tengo demasiados asuntos que atender —aclaró—. ¿Te importaría hacerlo por mí?

ALPHA || La guardiana de los elementos [#1]Where stories live. Discover now