Capítulo 15: María Antonieta.

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Tommy puso los ojos en blanco, pero asintió con la cabeza. Scott se mordió el labio y se cruzó de brazos. Zayn se dispuso a irse de la habitación, pero algo lo retuvo. Jamás hubiera sabido decir qué había sido, ni aunque le estuvieran apuntando con una pistola a la sien. Tal vez su instinto, tal vez una ráfaga de aire que transportaba un susurro, tal vez la visión de algo por el rabillo del ojo...

-¿Estáis fumados?-espetó, incrédulo. Tommy abrió mucho los ojos, Scott rápidamente negó con la cabeza, a tal velocidad que Zayn temió que se le saliera disparada.

-No, papá, ¿cómo puedes decir eso? Somos tíos sanos, jugamos en el equipo del instituto...

-Sé cómo huele la droga-cortó la perorata Zayn, y los dos muchachos se pusieron colorados, como si quisieran competir contra un tomate-. Créeme, sé de drogas, aunque no os lo creáis. Fui joven una vez, ¿sabéis?

-¿Cuando los dinosaurios aún poblaban la Tierra?

-Scott, vete a la mierda-se agarró al vano de la puerta y los señaló de la misma manera en que lo había hecho su mujer minutos antes-. Más os vale no estar enganchados.

-No le dirás nada a mamá, ¿verdad? Ni a Louis-se apresuró a añadir su hijo, echando un vistazo a su amigo, que se puso pálido ante la sola mención de su segundo nombre, el primero de su padre, según se mirase.

Qué suerte habéis tenido de que le haya mandado limpiar a él, cabrones, murmuró para sus adentros Zayn, que se encogió de hombros.

-Louis también lo sabe, ¿os creéis que somos imbéciles? Cuando teníamos vuestra edad éramos mil veces más famosos que vosotros. Eso aumentaba las posibilidades de drogarse un millón de veces.

-Papá dice que nunca se drogó estando con mamá-intervino Tommy, que recuperaba muy lentamente su tono natural de piel... o más bien su tono de tomate.

-Estando tu madre en Inglaterra, no.. Pero pregúntale qué hacía entre semana, cuando íbamos a fiestas y la cosa se desmadraba. Nunca fuimos santos, ni estuvimos bien definidos. Simplemente intentábamos ser nosotros. Ser jóvenes y normales. Y eso entra dentro de la normalidad-hizo un gesto que abarcó la sala de juegos en su pequeña totalidad. Scott alzó la cabeza y siguió el vuelo de una mosca inexistente.

-Entonces, ¿a qué viene este discurso?-quiso saber, alzando una ceja. Se parecía mucho a su madre cuando hacía eso.

-A que por lo menos podríais ser un poco menos retrasados, y drogaros cuando no estéis en casa. Esnifar en las tetas de una tía tirada en un sofá de cuero que lleva siendo cutre desde antes de que lo compraran...

-¿Papá?

-Dios, cómo me marcó aquello.

-¡Papá!

Zayn sacudió la cabeza, saliendo de su dulce ensoñación, de aquellos recuerdos de un pasado tan glorioso como irrepetible. Por desgracia, irrepetible. Los miró como si los viera por primera vez, y volvió a cabrearse, o a fingirse cabreado.

-¿Es que no habéis aprendido nada,joder? Vaya par de imbéciles estamos criando Louis y yo.

Se fue negando con la cabeza, dejando a los chicos pensando en que se habían librado de algo muy grande por un pelo. Y eso gracias a que Zayn tenía prisa, y estaba de buen humor aquel día. El despertar al lado de una mujer dispuesta a complacerte tenía sus ventajas. Pero, claro, las cosas hubieran sido diferentes si el que hubiera abierto la puerta hubiera sido el padre de Tommy, y no el de Scott. Éste se pondría a gritarles, a amenazar con arrancarles la cabeza, para luego terminar serenándose, masajeándose las sienes y sentenciando un "que no se entere tu madre. Bastante se preocupa ya por ti" que haría que las preocupaciones y reflexiones nocturnas de Tommy volvieran a su coto furtivo de caza, desbordándose como las aguas de un río por una presa cuando ha llovido más de la cuenta.

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