Capítulo 15: María Antonieta.

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-Quiero CocaCola, mamá-rogó Daniel, moviéndole la rodilla a su madre.

-No, que os hincha y luego no me ayudáis-sentenció la española, y el pequeño inglés puso ojos de cordero degollado, y la española se limitó a alzar una ceja y negar con la cabeza. Estaba muy acostumbrada a los trucos de los críos, y no iban a poder con ella.

Comieron mirando la televisión. En español. Se cambió de programa para que Louis no se sintiera insultado al no comprender del todo lo que decían las dos chicas, que discutían porque una tercera le había robado el novio a una segunda (oh, culebrones, qué típico, pensó Eri para sus adentros, pero no dijo nada), pero que cambiaran de dialecto no significó cambiar de idioma precisamente.

Después de un empacho tanto de tortilla como de la orquesta de tenedores golpeando y arañando los platos, después de varias botellas de agua que Eleanor se encargó de ir a buscar, y después de miles y miles de palabras en un idioma no germánico escupidas por presentadores de todos los puntos de España pero cuyo origen exacto no se podía entrever, la familia terminó de comer y se puso manos a la obra otra vez.

Louis se fue de casa sin despedirse, porque tenía pensado volver en poco tiempo.

Con lo que no contaba (o en realidad sí contaba pero no quería admitirlo), era con que Zayn estaría viendo un partido de fútbol y acabaría entretenido con él.

Llamó a la puerta de la casa de los Malik, y, para su sorpresa, fue Zayn quien abrió, con una barba de longitud impensable. Sus ojos brillaron al encontrárselo en el umbral de la puerta, alzó las cejas y abrió un poco aquella boca enmarcada en vello azabache.

-¿Eri te ha echado de casa?

-¿Qué?-espetó Louis, frunciendo el ceño-. No. Vengo a por Tommy.

-Ah, claro-replicó Zayn, estudiando a Louis como si lo viera por primera vez. Louis abrió los brazos-. No traes nada.

-¿Acaso debería? Creía que a Sherezade no le gustaba que trajera cosas cuando Tommy se quedaba a tocaros los huevos.

-Hoy juega el Manchester.

A Louis se le cayó el mundo a los pies.

-No me jodas, Zayn, ¿va en serio?

Zayn asintió con la cabeza y se hizo a un lado.

-Supongo que vienes por ello. ¿Puedes quedarte?

-Eri no me echará mucho de menos... espero.

Pero sí que lo hizo.

Dos cervezas a cuenta de cada uno y tres boles llenos de comida basura después, amén de tres goles repartidos injustamente en porterías diferentes, el teléfono de casa de Zayn y Sherezade comenzó a temblar y a acompañar sus temblores con chillidos que dejaban poco al descanso del oído humano.

Ninguno de los chicos se movió, sino que fue Sherezade la que, molesta por el ruido, bajó las escaleras a toda velocidad para precipitarse hacia la vuelta de la tranquilidad. Descolgó el teléfono, se lo colocó en la oreja, y dejó que su mano libre reposara en su cadera. Asintió con la cabeza, chasqueó la lengua, se rió y frunció el ceño.

-Descuida, ahora te los mando. ¿Quieres más ayuda? ... ¿Seguro? De acuerdo. Hasta otra, querida-sonrió Sherezade, haciendo que el sol se retorciera de envidia a miles de millones de kilómetros de la Tierra, celoso de que algo que no quemara pudiera ser más luminoso que él.

Chasing the stars [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora