Capítulo 1: Chasing the Stars.

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Le sacaba una cabeza a mamá, pero mamá siempre se las ingeniaba para volver eso contra mí. A pesar de que era pequeña (de estatura normal, salvaba con apenas 3 centímetros el metro 60), y yo llevaba años contemplándola desde arriba, el poder que le otorga a una mujer el hecho de haberte parido es inmenso.

-¿Por qué?-respondió por fin, aceptando con una cálida pero efímera sonrisa las fotocopias que le tendió Susan. Las ojeó distraído, sin hacernos mucho caso, y pensé que ahí se acabaría nuestra conversación... pero no.

-Thomas.

Suspiré.

-¿Acaso importa? Vamos a ver al director, hablaremos con él, le diremos que no volveremos a hacerlo, y nos portaremos bien, bla bla bla...

Papá iba a añadir algo, pero la voz gutural del director del instituto lo acalló. Frunció el ceño y asintió con la cabeza, dejándome ir. Ahí no era totalmente suyo, pertenecía a más gente, y aceptaba compartirme.

No tenía miedo de perder el trabajo; de hecho, no trabajaba ahí por necesidad. Podríamos vivir perfectamente y con todas las comodidades del mundo sin que papá ni mamá trabajaran más, gracias a los ingresos de ambos antes de que mis hermanos y yo apareciéramos, pero... la vida nunca dejaba de ser extraña si tus dos padres estaban en casa, muertos del asco, todo el día.

Claro que mis padres aprovechaban el tiempo, sabían hacerlo.

Desgraciadamente.

Arrastré la mochila por el suelo mientras caminaba los pocos metros de pasillo hacia el despacho del director, siguiendo a Scott, que llevaba la cabeza bien alta, con la altanería propia de la familia Malik. Solamente cuando conocías a sus tías y primas comprendías por qué alguna gente le tenía tanto asco a Scott. Cuando le salía la vena Malik, esa vena que en su padre rara vez se manifestaba, se volvía insoportablemente pedante.

Nos sentamos en las sillas de siempre, escuchamos la bronca de siempre del hombre de siempre, respondimos lo de siempre con la esperanza de librarnos pronto, cosa que nunca sucedía. Y, tras media hora de gritos, por fin el hombre que estaba al frente de nuestro instituto y era jefe directo de nuestros padres nos permitió marchar. Con un gesto de la cabeza, haciendo relucir su calva casi perfecta de no ser por una especie de corona que le rodeaba la parte baja de la cabeza, nos indicó que podíamos irnos. Ni siquiera movió su rechoncho cuerpo cuando Scott y yo le dirigimos la mirada más dura que habíamos conseguido recrear y nos tomamos nuestro tiempo en abandonar su despacho.

El día que me graduase, entraría allí con un bate y no dejaría nada entero. Lo juro por Dios.

Me eché la mochila al hombro y recé porque papá o Zayn tuvieran alguna hora ocupada, pero ninguno de los dos tenía nada más interesante que hacer que reñir a su descarriado hijo por ser la vergüenza de la familia.

Después de que Zayn le diera una colleja a Scott, y literalmente se lo llevara a rastras lejos de mí, papá y yo nos miramos un segundo. Él se levantó lentamente, dio un sorbo de su café y meneó la taza, haciendo bailar en círculos el líquido del interior. Mi estómago se quejó, retorciéndose, al acusar el delicioso aroma del café reptando hasta mi nariz. Con eso de la pelea, había terminado por no comer nada.

-¿Qué clase tienes?

-Filosofía-dije, recolocándome la mochila, cambiándola de hombro, al igual que cambié el peso de mi cuerpo de un pie a otro.

-Ah, bueno. Entonces puedes venir conmigo. Total, llevas sin ir mucho tiempo, ¿no?

-Fui la semana pasada-protesté, sin levantar demasiado la voz. En el colegio había que ser un buen chico, obediente, pero lo justo. Había que ser rebelde, pero solo una mínima parte; lo necesario para que te tomaran en serio, pero no lo suficiente como para hacer que alguien quisiera cruzarte la cara.

Chasing the stars [#1]Where stories live. Discover now