Pokémon

5.4K 395 101
                                    


Bien, lo diré: Hasta la fecha esta era la más humillante, estúpida e indignante manera de poner en marcha uno de mis planes, ¡Y miren que hasta yo reconozco que eso ya es decir! Prácticamente puse toda mi creatividad idiota en salir de esa cueva. Sin Mayte, sin mis amigos, sin mi hermano. Había huido de la forma más ñoña posible.

De acuerdo, no nos adelantemos. Antes de contarles la película interactiva en la mente de mi hermano, estábamos peleando con un comandante psicópata con habilidades de cuidado. Normalmente, frente a un genocida traidor y con pinta de súper agente secreto, tener a Alain como compañero de armas estos momentos, sería como el mejor refuerzo en quien pudiera pensar. Mi hermanito era un genio de la lucha y el combate, con armas ocultas en casi todos los pliegues de su gabardina (carajo, ¿que nunca se quita esa cosa?), tenerlo cerca te da cierta sensación de confianza, cuando lo tienes como aliado.

A menos claro que tenga esa venita psicópata en su cerebro, y tú además tengas un tiempo compartido en su cerebro. Más que como un compañero, en este momento me sentí como la última rebanada de pizza entre dos niños gordos. Puede que conscientemente yo confiara en Alain sin problemas, pero mi inconsciente parecía más sensato y gritaba las tres reglas básicas de la supervivencia del manual de Miguel: ¡Corre, idiota, corre!

Sinceramente sentía tal intención de muerte en la espada de mi hermano que comenzaba a pensar que, si seguía vivo, solo era porque Alain estaba más concentrado en asesinar a Sonantis por el título del psicópata más aterrador, peligroso y con mejor estilo de la cueva.

De acuerdo, tampoco es que ya me hubiera puesto a temblar como una hoja, por mucho que quisiera hacerme bolita y llorar en un rincón. Asesino o no asesino, ¡Alain era mi hermano misticomagico!, y no se abandona a los hermanos misticomagicos, por mucho que te aterre su mente, así que yo también cargue contra Sonantis sin dudar.

Las espadas volaron tratando de golpear al cazador. Su sonrisa de suficiencia había desaparecido, pero seguía limitándose a esquivar.

- ¡Que talento! No me extraña que tengan tanto potencial, sin embargo joven Alain, fue bastante tonto venir aquí -

Mi hermano no respondió, de hecho, ni siquiera parecía que le escuchara. Alain levantaba su espada y golpeaba al aire en el que un segundo antes la cabeza de Sonantis había estado. El comandante traidor retrocedía, saltaba hacía los lados y retrocedía, siempre fuera del alcance de nuestras armas. Intente ir a por sus piernas, mientras Alain golpeaba de nuevo por arriba, pero no fue efectivo. Sonantis serpenteaba entre nuestros intentos fallidos por alcanzarle. Era como pelear contra Andros en las sesiones de entrenamiento. El anciano ajustaba su ritmo para que el entrenamiento surtiera efecto, pero era lo mismo, siempre era el alumno el que terminaba escupiendo los intestinos. Este tipo estaba a ese nivel. No, de hecho...

- Tsk - gruño Alain. Su respiración era agitada, por mucho que trataba de ocultarlo. Pero no lo culpaba, a mí también me pesaba mi espada como si repentinamente hubiere triplicado su peso. Las articulaciones gritaban por un descanso. Mi cuerpo no se había recuperado de la tortura, y exigía un descanso.

- Lamento decirles que no podrán tocarme siquiera. En lo que se refiere a combate cuerpo a cuerpo soy mucho mejor que aquellos a que ustedes llaman ancianos. -

- Como si lo supieras... - jadeé, pero Sonantis no parecía mentir.

- Joven Miguel, por favor no me confunda con los cazadores que ha conocido hasta ahora. Todo el equipo en esta misión fue elegido especialmente por su talento en combate, más allá de sus expresiones. Yo mismo soy considerado muy débil en ese departamento.- dijo con voz suave. - Pero puede preguntar a su amigo por allí - señaló a Edwin - La expresión no es todo lo que define a un guerrero. -

HermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora