Nace el peor equipo del mundo

7.5K 504 127
                                    

                  

Bien chicos y chicas, si en alguna ocasión un ser aberrante que controla los árboles y tiene un instinto asesino desde que era un pequeño engendrito bebé te atrapa y ordena que te asesinen, es muy normal tener miedo, es total y humanamente comprensible. Sospecho que no soy humano.

Estaba desesperado, sí, pero no por miedo, de hecho creo que mi cerebro ni siquiera proceso la información como debería, apenas y reaccione ante la sentencia o los monstruos.

Forcejeando alcance la empuñadura de mí arma. -Secare-

La hoja se materializó cortando las ataduras a su paso, puse mi mano antes de darme de bruces contra el suelo y gire como un trompo decidido a mandar a todos los que me estorbarán a volar. Hasta cierto punto, tuve éxito. Dos de los cuatro elfos terminaron con la espalda pegada al suelo, a lo lejos, otras dos siluetas huían llevándose a una pequeña cargando.

"¡Vahdin!"

Me prepare para la persecución pero algo en mi tobillo me detuvo, grite de pura frustración, corté la raíz que me ataba de tajo y me aparté saltando hacia atrás, justo a tiempo de evitar varios dardos envenenados que se clavaron en tierra.

-¡Apártense!- grite. Apenas distinguía a Vahdin a la distancia y Mayte ya había desaparecido del todo. "Joder, tengo que darme prisa"

Solo tenía que deshacerme de los dos elfos que me tenían cercado. Parecían ser algo más relajados con su manera de vestir que los elfos en el salón. El que parecía el líder y ordeno mi ejecución tenía el pelo al estilo mohicano de color azul oscuro, dos aretes en los oídos y una bufanda que le cubría la mitad de la cara y el pecho. No traía camisa por lo que su complexión fibrosa y su piel de ceniza oscura se notaban perfectamente. A la espalda tenía una espada corta tipo daga y un sinnúmero de dardos atados a una correa en unas muñequeras.

Su compañero vestía algo distinto, también ocultaba sus fauces caninas, pero él lo hacía bajo un paliacate que llegaba por debajo del cuello, en plan forajido del lejano oeste. Era mucho más músculo que su compañero y tenía el cabello azul a rastas, atados con adornos metálicos y plumas al final. Tampoco usaba camisa, lo que le sentaba mejor dado que parecía jugador profesional de americano, pero si un cinturón de tela que cubría la mitad de su abdomen, allí mismo ponía entrecruzados dos cuchillos de hueso bastante largos y curvos, amén de multitud de dagas arrojadizas, en orden tan pulcro que Mimí lo habría aprobado. Tenía las manos juntas como si estuviera orando, pronto me di cuenta que él era el que cantaba.

"Si me cargo al cantante, puedo alcanzar a Mayte y a Vahdin. ¡Bien! Vamos Miguel, puedes hacerlo, solo es un asesino enorme e inmortal con fuerza y agilidad sobrehumana, mirada paralizante tipo trauma emocional de por vida y que puede que utilice esteroides mágicos. Solo otro viernes cualquiera." Los elfos no se quedaron quietos... Está bien, el que cantaba sí que sé quedo quieto pero no quieto-quieto, si no quieto tipo invocación de árboles asesinos que usan a Miguel de abono. El mohicano por otro lado, pues él si se movió, sacó su cuchillo de carnicero y se lanzó de un salto, tres raíces salieron del suelo intentando atraparme. Mi ventaja, el jardín apenas tenía árboles lo suficientemente gruesos para ser un verdadero peligro, no como en el bosque. Eso no pareció molestar al del mohicano, quien atacaba desde arriba con la daga preparada, al girarme a verle, me distraje y la raíz salió disparada a mi brazo. No perdí tiempo, levanté la mano y dispare una ráfaga de viento al elfo, este estiró su mano libre y unas ramas delgadas lo tomaron por el brazo apartándolo del ataque y lanzándolo de vuelta hacia mí. Cambie la espada de mano y corte mi atadura, solo para saltar lo más fuerte que pude. En el cielo intente concentrar todo el poder en mi espada y lanzarla al cantante, no sirvió de nada, uno de los árboles bajo sus delgadas ramas envolviéndolo como una red y lo movió del lugar en un santiamén, en el suelo el golpe de viento dejo una marca.

HermanosUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum