Vandanye

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En retrospectiva no sé realmente que hubiera pasado de no ser por mi hermano. Había quedado en un estado de shock, incrédulo de lo que acababa de ocurrir. Esperaba que el daño le

Impidiera moverse por mucho tiempo, algunas horas quizá, pero no... En pocos minutos la situación se me había ido de las manos.

"Dios.... No.... Dios" pero el daño estaba hecho, la dulce fragancia me lo decía, el cuerpo de Calceta se había desecho en musgo verde y suave, llenando de flores silvestres el jardín quemado y sanando la tierra calcinada. Había tomado mi primera vida.

Caí de rodillas con la mitad del cuerpo cubierto de una capa verde, no, cubierto del cadáver de mi víctima. Mire el cuchillo en mi mano, inerte y desprovisto de emoción. Grité. Grite de puro terror. Solté el arma

Como si me quemara las manos.

"¿Qué... que he hecho? Dios mío ¿Que he hecho?"

Alain se movió antes que nadie, antes de que pudiera reaccionar y pensar (y probablemente volverme loco) su diamante toco mi frente.

"Calma hermano. Estará bien, estarás bien." Su pensamiento se escuchó fuerte y claro en mi cabeza, pero sus labios murmuraron una palabra distinta.

-Ayúdenlo- ordenó. Su diamante brillo un momento y entonces... me sumí en el sueño.

-Este lugar me pone de nervios- dijo una voz. Era clara y fuerte.

Una voz sedosa y fría respondió -Vaya, este lugar es más deprimente de lo que esperaba. Me gusta. -

Los que habían hablado era una pareja bastante extraña. El de voz sedosa resultó ser un hombre de alta estatura y musculatura considerable, tenía cabello negro muy corto y alborotado y su rostro, aunque aparentara madurez, estaba desprovisto de emoción, su expresión corporal por otro lado parecía decir que encontraba el lugar a su gusto, extraño pues vestía un pantalón recto y zapatos negros impecables, junto a una playera de manga corta ajustada, de color blanco.

Su pareja era una mujer más joven, de bella apariencia. Usaba un vestido corto algo holgado que permitía notar más de lo recomendado. Era atlética, como una gimnasta, pero casi tan alta como su compañero. Tenía su largo cabello castaño atado en una cola de caballo que le llegaba hasta las rodillas, y cada que se movía le seguía como un elegante listón. Su cara era bella pero dura, amén de la expresión de visible incomodidad.

-No me esperaba que este lugar luciera así- protestó

- ¿Qué esperabas? ¿Nubes y arcoíris? Este niñato ha tenido una semana difícil. Parece que esta ultimo experiencia terminó por hundirlo. -

- ¡Ni lo digas! Venimos aquí a ayudarlo ¿recuerdas? -- lo riño la chica

-Ese mocoso insensato. Si se trata de sus amigos su juicio se nubla siempre, sería más prudente dejar que se las arregle solo. - gruñó

-No es nuestra decisión. Terminemos pronto, detesto este sitio. -

-Un pantano, bah, el chico no siquiera es original. -

Luz y Oscuridad habían entrado a mi alma, el pantano que Maite había convertido en un punto de esperanza se había venido abajo. Los árboles caían muertos sobre el lodoso suelo, este era tan espeso que caminar sobre él era sin dudas peligroso, parecía que te tragaría como arenas movedizas en cualquier segundo, el agua y la tierra se habían fundido de mala manera, era demasiado espesa y contaminada como para fluir con tranquilidad y estaba demasiado húmeda como para ser resistente. El viento estaba viciado, era pesado y frío. Tanto que la escarcha se formaba en los troncos de los árboles ya muertos.

HermanosWhere stories live. Discover now