Cazadores

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-Oye, ¿estás bien con esto?- pregunte lanzándome a la siguiente rama.

-No- contesto Alain -Pero Andros sabe lo que hace- añadió poco convencido.

-Viejo, estás hablando del mismo Andros que nos puso a saltar entre los arboles por cinco kilómetros, encontrar unos salvavidas con cubetas atadas y regresar con ellos, sin tocar el suelo. ¿Aun crees en que no está, digamos, sufriendo psicosis de guerra o el síndrome de Rambo?-

Le comentamos a Andros nuestro descubrimiento apenas llego. Su respuesta no nos emocionó mucho: "Si tienen tiempo para espiar nihils, pueden entrenar un poco más" Y nos puso a realizar algunas inmersiones o ejercicios de buceo.

Al día siguiente Alain insistió un poco más con el tema, agregando el pequeño detalle de las trampas, sin embargo Andros sango el asunto de manera tajante prometiendo que iría a investigar esa misma noche, y la amenaza de que si Alain no guardaba silencio de una buena vez nos haría repetir el ejercicio tres veces más (Alain parecía querer insistir pero Imir tuvo el buen sentido de jalarlo hacia los árboles.

Tardamos más de una hora para regresar. Andros parecía sentir cada que alguno caía del árbol y le ordenaba regresar un kilómetro entero (y no tengo idea de cómo los media) Ya era pasado el mediodía cuando logre terminar el circuito (llegando en último lugar como por media hora y varios golpes por culpa de todas las caídas).

-¡Puedes explicar que sucedió muchacho! ¡A qué se debe el retraso!-

-Es que no tengo complejo de mico, señor-

-Parece que aún tenemos un gracioso por aquí- mustio. Por toda respuesta golpee mi pecho como gorila.

-Bien mono, ven aquí.- Me tomo del cuello, (lo que se estaba transformando en una molesta costumbre) y sin que pareciera hacer ningún esfuerzo me giro en vilo tomándome por un tobillo. "Esto me trae recuerdos" pensé forcejando contra él, sin ningún resultado.

-Niña, ata una extremo al salvavidas de este mocoso bocón- Jadis se acercó a tomar la cuerda que Andros ofrecía. No bien lo hizo, Andros le ordeno amarrar el otro extremo a mi cintura. Lo que fuera que venía no podía ser bueno.

Andros tomo vuelo y volvió a arrojarme como si fuera una jabalina, hasta caer al lago -ESTÚPIDO GORILAAAaaaa- ¡SPLASH!

-Ustedes hagan lo mismo, ida y vuelta.- bramó

-Bueno, eso no es tan ma... ¡MIGUEL!-

Yo seguía nadando furiosamente lo más fuerte que podía, pero mis pies y brazos apenas podían responder desde que prácticamente me la pase escalando arboles como un maldito macaco (aunque la verdad me veía igualito al perezoso de la Era de Hielo). La corriente que el día anterior se sentía pesada, pero soportable; con aquel salvavidas actuando como lastre prácticamente era avanzar dos metros y retroceder un metro con noventa y nueve centímetros. No había caído muy lejos de la orilla, pero para cuando pude alcanzarla para salir y recostarme en tierra firme a descansar y posiblemente vomitar tres litros de agua y a Nemo, los chicos ya estaban listos para nadar.

Me quite las botas, y también el pantalón. Si iba a nadar prefería que fuera en calzoncillos (la ropa húmeda tiene la mala costumbre de pesar y arrastrarte hacía abajo, no sé ustedes pero ahogarme no me parecía una idea muy divertida que digamos.

-¿Qué esperan renacuajos?-

-A que... mis pulmones... regresen... señor- contesté desde el suelo -Creo que... se quedaron a... buscar a... Ariel y Sebastián..., señor-

-Los tritones viven en el mar idiota, aquí solo hay ninfas- respondió Jadis de mal humor.

-Es que... van hasta el... Pacifico... y regresan...- respondí sin ánimos de pelear. Su mal humor se debía principalmente a la negativa de Alain para dormir con ella (para guardar calor), para bañarse con ella (no quería quedarse sola) o desayunar a su lado (no se molestó en una excusa, Alain prefirió comer junto a Desayuno).

HermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora