Asesinato

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Sé lo que están pensando, algo como: Y entonces nuestro héroe y su inútil ayudante rubio, que realmente casi no hizo nada, unieron sus fuerzas y crearon un poder bien cool así mega magi místico supercalifragilisticoespiralidoso, y le patearon el trasero al dúo Dobby, Gerakie alcanzó a las chicas y las trajo sanas y salvas y Miguel, nuestro guapo y muy inteligente, pero sobre todo humilde, heroico héroe recibió la pizza tamaño humano de sus sueños.

Sí, yo también creo que eso sería genial, pero para mí desgracia, el resto del mundo no quería seguir el guion. Los elfos no se dejaban golpear y no valoraban el esfuerzo que hacía para mantenerme en una pieza, una pieza que preferiblemente siguiera respirando. No señor, los dos inmortales insistían en tratar de mutilarme severamente o envenenarme o hacer que los vegetales me asfixiaran.... Ya me imagino mi tumba "Asesinado por malas hierbas y comida de Bamba".

Por otro lado Ahkin Rubio Idiota Pérez (los rubios idiotas también tienen derecho a un apellido) no era de tanta ayuda como uno esperaría, bastaba verle a la cara para saber que algo iba mal, no sé exactamente porque. Podía ser ese tono verde vomito de su faz, la mueca de dolor al moverse, las respiración agitada o el sonido del crujir sus costillas cada que tiraba un golpe.

Peor aún, ¡ni siquiera yo podía seguir mi propio guion!, había usado demasiado viento; la espada, normalmente demasiado liviana para mi gusto, ahora me parecía más pesada de lo normal. "Mierda, esto va mal" pensé con una sonrisa amarga. Después de que el rubio mandara a su grifo a buscar a Mayte y compañía, me había relajado un poco. Nada infundía confianza como un monstruo León-Águila gigante de tu lado, apostaba mis calzoncillos de la suerte que Gerakie tenía un récord en la sede en el juego de "atrapa al elfo". La parte mala es que todavía no tenía un plan para ganar, a decir verdad, ni siquiera tenía un plan para salir sin volverme cadáver.

Si todo lo anterior no fuera suficiente, el carente trabajo de equipo que Ahkin y yo teníamos era exactamente la coordinación perfecta que tenía el equipo de Zarandeado y Calceta. No se limitaron a atacar con agilidad sobrehumana y magia de árboles zombis, no, alternaban sus ataques para que no pudiéramos recuperarnos. Vale, lo admito, la defensa de la vela humana y yo, era bastante decente: La miguelobola mantenía cualquier arma arrojadiza lejos de nosotros, por su parte, Ahkin y sus llamas incineraban cualquier intento de las plantas por usarnos como abono. Mi espada y su alabarla relucían cuando un elfo se acercaba lo suficiente para ir a corta distancia, los metales chocaban y les obligábamos a retroceder. Sin embargo los elfos no se rendían y ni siquiera parecían agotados, mientras que del lado de los humanos teníamos un Miguel cansado y una Barbie fuego defectuosa, que necesitaba urgentemente un nuevo costillar. Los elfos no eran tontos tampoco, pronto se dieron cuenta de nuestro modus operandi, y ajustaron su bestial ataque. El fuego de Ahkin poco podía hacer para detener las dagas envenenadas y el pobre tipo ponía una cara de dolor cada que se veía obligado a esquivar que casi no era gracioso. Por otro lado, la miguelobola que podía desviar proyectiles y golpes, era inútil contra las raíces que salían justo por debajo de mis pies eh intentaban atarme.

El ataque de los elfos oscuros tampoco era fácil de resistir. Ahkin, quien apenas podía moverse, se las veía negras si Zarandeado lo atacaba, la velocidad del infeliz le obligaba a moverse más de lo que sus huesos rotos querían. Sin lesiones graves yo podía defenderme apenas del mohicano, era su amiguito con esteroides quien me hacía ver mi suerte, sus potentes estocadas y golpes, pretendía rendirme por fuerza bruta, y yo no tengo mucho músculo que digamos. Fuimos retrocediendo y cediendo terreno poco a poco, sin nuestra línea defensiva ya habríamos muerto tres veces. "Y los de allá adentro lo hacían parecer tan fácil" pensé.

Ni siquiera escuchaba las voces en mi cabeza que solían darme ideas. Ya tenía una larga y metafórica pila de cartas de despido.

Ahkin golpeó el suelo con su alabarda y el sonido me alertó de volver al juego, su arma de nuevo fallaba en contra del elfo y el rubio apenas y tenía fuerza para levantarla, había hincado una rodilla al suelo y su cuello y nuca quedaron al descubierto.

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