Terapía Ying Yang

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-Esto... se está poniendo... algo difícil...- gruño Luz. Sostenía una lanza de hoja larga, muy fina y elegante, a pesar de su pequeño cuerpo, se movía con agilidad y precisión, cortando y esquivando a su paso. -No vamos... a conseguirlo... si esos cuatro... se sentían así...- decía entre jadeos.

-Deja de pensar- dijo Oscuridad, quien abandonando toda sutileza usaba una enorme hacha de batalla, al más puro estilo vikingo. Él avanzaba delante de luz abriendo camino a base de destrozos, Luz se limitaba a proteger la retaguardia. ¿De qué exactamente?

Justo al entrar a la cueva, la oscuridad lo había inundado todo, Luz encendió una pequeña lucecita en su mano. - Mi poder se ha limitado, no puedo iluminar esta sala- dijo mirando molesta la pequeña mota luminosa que flotaba frente a ella, que servía tanto como una linterna de bolsillo.

-Aquí no tienes más dominio de nuestro poder del que nuestro mocoso tiene sobre el suyo- aclaró Oscuridad, algo molesto también -Yo tampoco puedo ver bien, y nunca he necesitado ver. - gruño.

-Debemos apresurar... ¡Allí esta! - dijo Luz. A lo lejos estaba yo, o lo que parecía un yo en el interior de mi mente. Es algo difícil de explicar. Para que sea claro lo diré en tercera persona: Miguel estaba sentado contra la pared de la cueva.

Oscuridad tardo en enfocar la silueta que señalaba Luz, y no alcanzó a detenerla a tiempo, Luz se acercó presurosa. -Hola chico, no tengas miedo, venimos a ayudar. - dijo extendiendo la mano. Ese Miguel levantó el rostro.

-Ayuda... por favor...- dijo extendiendo su mano.

-Sí muchacho, vengo a ayudar, venimos a...- apenas su mano toco la de ese Miguel, sus dedos comenzaron a serpentear jalándola hacía abajo, hundiéndola poco a poco.

- ¡AH! - gritó, gritó muy fuerte y el diamante de Alain brillo con una luz intensa.

- ¡Hermana! - gritó Oscuridad y, extendiendo el brazo, materializó un hacha enorme y corto el brazo de ese ser. Inmediatamente después saco a Luz del embrollo. Ella se abrazó a su hermano temblando.

Oscuridad respiro profundamente mientras se alejaba, arrastrando a Luz con él. -Cálmate, cálmate. Estas emociones, no son nuestras. No dejes que te afecten. - no sabría decir si lo decía para Luz o para sí mismo. La mano de Luz estaba morada del apretón recibido y ella hacía un gesto de dolor. Oscuridad puso su mano sobre ella y extendiendo su sombra, el moratón desapareció.

-Nuestro poder aquí es limitado. Quería ayudarlo como una mortal desinteresada, recuerda que no lo eres. -

-Pero... venimos a ayudar...- gimió Luz.

-Colmaté y recuerda. Esta cueva altera tu mente, te hace sentir. Tu poder y el mío está limitado. Sientes miedo, compasión, duda... Tienes que controlarlos y seguir adelante. El muchacho debe estar al final de este pasaje, en lo más profundo. -

- ¿Cómo esas tan seguro? -

-Está sumido en la obscuridad, este es mi negocio- dijo con una extraña nota de humor. Luz sonrió y se apartó. Extendió los brazos y frente a ella se materializo su lanza.

- ¿Qué son esas cosas? - preguntó Luz.

Bueno, no estoy seguro, pero creo que Oscuridad les llamo "Raíces de lamentos", aunque sospecho que improviso el nombre al vuelo.

Una vez entraron en la cueva de mi mente, las cosas se pusieron, pues, bizarras, en el sentido anglosajón de la palabra. Bueno, esto sucedió así. ¿Han oído el eco que se genera en una cueva o algún lugar cerrado? Bueno, es un poco creepy la verdad. Más si lo único que escuchas es como un adolecente lloriquea y suplica. Las raíces tenían formas humanoides, y se parecían mucho a, bueno, pues a mí. Salían de todas las paredes, el suelo y el techo, la cual por cierto, estaba llena de fango, el del suelo era tan espeso que Oscuridad estaba hundido hasta las rodillas, Luz, bueno, antes de entrar decidió cambiar su vestido por jeans, que ya habían cambiado a color café. Sus manos se estiraban y retorcían tratarlos de aprisionarlos y hundirlos en el fango. Era como ver una película de zombies en el pantano de bajo presupuesto. Los lamentos, eran bastante patéticos y aterradores. Estos lamentos no salían de las raíces, si no que parecían emanar de la propia cueva.

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