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Necesitaba salir del hospital cuanto antes, porque me ponían mala, no me gustaban nada. Gracias a Dios, que Marko me vino a buscar para llevarme a casa, mañana teníamos que salir hacia Údine, así que lo mejor era estar en casa cuanto antes, por lo menos el día antes de viajar, ya que tenía que prepararlo todo. Cuando Marko me dejó en casa, le di un beso en la mejilla y bajé del coche para entrar. Cerré la puerta y al poco tenía al perro a mi lado, moviendo la cola eufórico e intentando subirse encima de mí. Al final le cogí en cuello y me empezó a lamer la cara mientras yo caminaba hacia el piso de arriba.

-Me echaste de menos eh bebé. -dije dándole un beso en la cabeza.

Seguí caminando por el pasillo y al pasar por la puerta de mi hermana, la vi con una maleta, seguí caminando pero luego me paré y volví hacia atrás. La miré con una ceja levantada desde el marco de la puerta y esperé a que me viera. Cuando cerró la maleta se quedó con una mano en la barriga y mirando hacia abajo.

-¿Qué haces? -ella se llevó una mano al pecho del susto.

-Madre mía Helena, no me des esos sustos por favor.

-Lo siento, pero ahora en serio. ¿Qué haces? -vi como cerraba la maleta.

-Me voy de viaje a Barcelona, un poco pero no mucho, no te preocupes. No tendrás que aguantar a Paulo sola mucho tiempo.

-Ese es el menor de los problemas, créeme -dije en bajito -. Y ¿cuándo marchas?

-Pues, en menos de dos horas.

-¿Qué dices? -dejé al perro en el suelo y la seguí mientras salía por la puerta.

-Lo arreglé todo ayer cuando estabas en el hospital pero no te preocupes, que volveré pronto.

La seguí al piso de abajo y le di dos besos antes de que se fuera por la puerta. Pero espera, aquí me falla algo. ¿Dónde demonios está el argentino? Fui a la cocina y me preparé algo para comer, bueno, mejor dicho me comí unas patatas fritas porque no me apetecía cocinar. Fui al salón y me reí cuando vi el panorama, Paulo, tirado en el sofá, boca abajo y durmiendo como un cesto. Me senté a su lado y sin hacer mucho ruido, no quería despertarle. Encendí la tele y seguí comiendo mis patatas, con tranquilidad, por fín algo de comida y tranquilidad desde el hospital. Poco después sentí que Paulo se movía y acabó con su cabeza en mi regazo durmiendo, solo que ahora boca arriba y con el brazo debajo de la cabeza. Pasé mi mano por su pelo y me quedé acariciándolo mientras miraba la televisión.

Una hora después sentí que se comenzaba a mover y se empezaba a despertar, dejé mi mano quieta en su flequillo y seguí mirando la tele, él se levantó y se fue directo a la cocina sin decirme ni una sola palabra. Me mordí el labio y miré por la ventana.¿Por cuánto tiempo seguiría enfadado conmigo? Al rato se volvió a sentar a mi lado en el sofá. Decidió poner el FIFA y ponerse a jugar como si yo no estuviera allí delante. Cogí el móvil y me puse a mirar cosas…

-¿Se ha marchado ya tu hermana? -me dijo sin apartar la mirada del juego.

-Sí.

-Perfecto. -siguió jugando pero esta vez con el ceño fruncido.

Nos volvimos a quedar en silencio. Un silencio que estaba poniéndome muy nerviosa. Al final acabé quitándole el mando y apagando la tele.

-¿Qué demonios te pasa a ti ahora?

Me miró serio para luego irse por la puerta. Ojalá que se caiga por las escaleras o que se golpee contra algo, porque cuando está así no quiero ni verle en pintura.

***

Era el día del viaje hacia Údine. Estaba sentada en el en el sitio de siempre solo que ahora mismo estaba sola, le había pedido a Marko que se fuera a sentar con Gonzalo ya que obligaría a Paulo a sentarse conmigo y que me contara lo que le pasaba, porque ahora mismo era un maldito grano en el culo. Desde que mi hermana se había ido había estado de mal humor, me contestaba de cualquier manera y siempre con el mismo tono borde. Insoportable. Cuando le vi subir al autobús, al pasar por delante de mí, le cogí tan fuerte de la manga de la camisa que se calló de golpe en el asiento.

-¿Qué hacés?

-Vas a hablar conmigo, ya, ahora.

-Creo que no.

-Creo que sí. -hice que volviera a sentarse.

-Sos una pesada. -dijo al final.

-Ahora dime, ¿qué cojones te pasa? Porque no voy a aguantar tu humor de perros mientras mi hermana no está.

-Harías bien marchándote con ella.

-¿De verdad crees eso? -le miré con una ceja levantada pero no contestó -Lo suponía, ¿qué te pasa?

-Nada, discutimos. Solo eso.

-¿Solo discutir? Paulo parece que os habéis lanzado palos. Es imposible que solo discutieras con ella.

-Helena dejálo, solo discutimos, ya está.

Negué y decidí mirar a la carretera por la ventana, no me creía nada de lo que me estaba diciendo, nada. Me puse los cascos y apoyé mi cabeza en el cristal, iríamos en autobús hasta la ciudad, no estaba muy lejos de Turín y además habíamos madrugado bastante. Cerré los ojos pero un rato después comencé a sentir la cara de Dybala en mi hombro dejando un beso en el mismo y más tarde dejó otro en mi mejilla. Sonreí y al momento lancé mis brazos alrededor de su cuello abrazándolo, luego él pasó su brazo por mis hombros y apoyé mi cabeza en su hombro.

-De verdad que no quiero estar de malas contigo. -le dije.

-Yo tampoco, lo siento. Por ayer y por hoy. -me dio un beso en el pelo.

-Está todo bien, tranquilo.

Poco después tuvimos que hacer una parada por que los chicos pedían al menos 15 minutos para ir al baño. Yo estaba recogiendo y parecía que Paulo me estaba esperando de pie en el pasillo apoyado en otro asiento. Le miré con una ceja levantada y me sonrió.

-¿Qué? ¿Venís? -dijo Gonzalo antes de salir.

-Sí, bajá, yo la espero. -le contestó su compatriota.

-Mira que esperarme… Soy muy lenta ya podrías haber llegado a…

Al levantarme me cogió de la cintura y juntó su boca a la mía. Mi mano fue a su cuello y dejé que me besara porque en realidad yo había echado de menos sus besos. Sí, creo que me había vuelto adicta a ellos porque era algo de lo que realmente disfrutaba. Se sentó y hizo que yo me sentara encima de él, sus manos fueron a mis mejillas e hizo que me apartara de su boca, a lo que yo me quejé. Giró mi cara y dejó sus labios en mi cuello, le sentí morder la piel y ya supe qué era lo que estaba haciendo. Pero ahora me daba igual que lo hiciera porque Sarah no vendría en una temporada. Poco después me fijé en que el resto se acercaba al vehículo, por lo que me quité de encima de Dybala lo antes posible e intenté disimular. Él me miró con una ceja levantada y se levantó riendo para acercarse de nuevo a mí, lentamente. Negué con la cabeza pero no me hizo caso, apoyó el brazo en el asiento en que fue sentado todo el camino y volvió a juntar sus labios con los míos. Sentí la mirada de los jugadores que iban entrando al autobús. Yo me moví hacia el asiento al lado de la ventana y él me siguió sin quitar su boca de encima de la mía. Al final se apartó y me dio un beso en la mejilla.

-Bueno parece que terminaron de desayunar. -dijo Gonzalo, a lo que todos reímos.

-Ahora mismo me da igual que todos vean que te beso, porque vos mejor que nadie sabés lo mucho que te gusta.

-Eres un poco creído ¿no?

-Dale, Marko ya me contó que lo vuestro era una farsa. Ahora dime ¿quién besa mejor? ¿Sergi, Marko o yo? Sincera.

-Creo que ya lo sabes ¿no? ¿Y quién besa mejor? ¿Sarah o yo?

-No se lo digas a ella pero le das bastantes vueltas a tu hermana.

Sonreí y volvió a besarme cortamente para luego dejarme dormir sobre su hombro.

Torino |Paulo Dybala|Where stories live. Discover now