—Es que...—Suspiró.—Bueno, espero volver a verte pronto.

Andrew se retiró de la mesa apoyando su mano en su muslo derecho, invitando a Hugo a sentarse.

Este fue hacia el mayor dejándose caer sobre el torso enchaquetado de este, jugando con su corbata.

—Hueles a perfume de zorra.—Susurró Hugo tirando de la corbata para apretar el nudo.

Andrew impidió que siguiera apretando su garganta deshaciendo el nudo con un solo dedo, dejó caer la corbata sobre los hombros de Hugo.

—Hablando de zorras, ¿te vas a acostar con otros mientras yo no esté?

Hugo se hizo el pensativo con una mirada traviesa.

—Uf... que pregunta tan complicada...

—Hugo, no me obligues a dejarte encerrado en mi habitación hasta que vuelva.

—No puedes hacer eso.

—¿Ah no?—Cuestionó arqueando una ceja, atando con audacia y habilidad la corbata en sus muñecas.—¿Ahora qué?

—Ahora me llevas a tu habitación y me pagas lo que me debes.

Andrew carraspeó la garganta.

—¿De verdad te gusta ser una puta?

—No sé, dímelo tú que eres el psicólogo.

—No sé qué hacer para que te conformes conmigo.—Su mirada se ensombreció a lo que Hugo se sentía impresionado.

¿Le estaba revelando algo?

Parecía que Andrew, sentía por él, mucho más de lo que quería demostrar.

—No voy a estar con nadie.—Susurró haciendo que los ojos azulados del mayor volviesen a brillar con su intensa malicia natural.—Te lo prometo, mi bichito.

—No puedo creerte, pero necesito hacerlo, porque si no, no me iré.

—Prefiero que no me creas entonces.— Hugo apoyó su frente sobre el pecho del mayor desabrochando uno de los botones de su camisa para acariciar la piel de sus pectorales.—Y que te quedes conmigo.

—Esto forma parte de mi mundo Hugo, me voy a tener que ir muchas veces.—Se relajó sobre el sillón jugueteando con los cabellos castaños del chico.— Y espero, que siempre estés aquí cuando vuelva.

—¿Eso es una declaración?

—Hugo.— Los ojos de ambos se encontraron descubriéndose las almas desnudas de sus corazas.—Te quiero.

—¿De veras...?—Un sollozo se escapó de sus labios.

—¿Crees que necesito mentirte para algo?

—No.—Siguió subiendo con sus dedos, tocando el contorno de la masculina barba oscura del mayor.— Eres el tipo de hombre que no necesita fingir nada, el tipo de hombre que yo... amo.

Andrew se remojó sus labios con la lengua pues tenía la boca seca, Hugo tan solo le robó un beso pues no pudo resistirse.

Un simple roce de labios que disparó el corazón de los dos.

Las carcajadas del mayor hacían eco en la sala.

—¿De qué te ríes imbécil?

—Primero era tu bichito y ahora soy un imbécil, ¿pero qué es esto?—Hugo torció el gesto haciéndose el dolido.— Nunca me habían hecho sentir tanto con tan poco, por eso me río.

Hugo notaba toda su sangre bombear entre sus venas haciendo que su corazón latiese descontroladamente.

¡Cuánto amaba a aquel hombre que tan mal le había tratado!

Give Me LoveWhere stories live. Discover now