Capitulo 32

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Tom estaba en la cama leyendo las noticias del periódico mientras hablaba por teléfono con Andrew.

Patrick caminaba de un lado para otro haciendo ruidos estruendosos para llamar su atención.

Cerraba las puertas a mala uva, tiraba los cubiertos sobre el fregadero haciendo que Tom tuviese que alzar la voz para poder mantener la conversación con Andrew.

Tom terminó la conversación dejando el móvil sobre la mesita.

Se levantó con una sonrisa curvada en busca de aquel niño que por sus acciones parecía estar de mal humor.

Aunque, ¿cuando estaba Patrick feliz? Nunca, bueno, había ocasiones en las que sí, como por ejemplo...

—¿Qué le pasa a mi peque?— Tom le abrazó por detrás haciendo que este intentara librarse de él con un codazo.— Oye, oye, tranquilízate.— Apretó sus fuertes brazos para retener el cuerpo de chico entre ellos.— ¿Qué puedo hacer para que mi dulce angelito esté feliz?

—¡Morirte!— Exclamó ocultando un sonrojo.

''Dulce angelito'' ¿Cómo se le ocurría decirle esas bobadas?

—Sabes que si me lo pidieras enserio lo haría.— Añadió el rubio tomando una gominola para llevársela a la boca.

Era una fresa cubierta de azúcar con sabor ácido.

—¿Estás comiendo chuches?— Le tocó la frente.— ¿Estás enfermo?

—Sí, por ti. 

Tom cogió al chico entre sus brazos y empezó a bailar tarareando una canción mientras se reía, Patrick le miraba con el ceño fruncido intentando ignorar aquellos labios tan masculinos, su mentón marcado cubierto por una fina capa de barba y sobretodo, sus ojos, sus ojos negros como la noche, oscuros como la pervesión y la lujuria pero al mismo tiempo brillantes, tan brillantes como la felicidad y al amor que despertaban en el corazón de Patrick.

El chico se aferró a los cabellos rubios de este besándole sin poder evitarlo.

Tom le recogió en sus brazos, quedando de pie en mitad de la cocina con el castaño rodeando sus caderas con sus piernas y cuello con sus manos.

Recorrió las hebras doradas hasta su barba, disfrutando del tacto de su piel, aquel que tanto había añorado cada día, y cada noche.

Con ambas manos en las mejillas de su único amor, disfrutando de aquel beso con las mejillas sonrosadas como si fuera un niño sintiendo deseo por primera vez, Patrick comenzó a notar su corazón acelerarse hasta el punto de deber contener las lágrimas que el dolor de la soledad le habían causado.

—Peque, por favor, necesito saber qué te sucede.

Patrick quedó de pie en el suelo con la cabeza agacha, Tom le sujetaba de la mano con fuerza, el menor le condujo hasta el sofá en el cual tomó asiento respirando para calmarse.

Le resultaba tan complicado controlar sus sentimientos.

—Esta noche vendrá Allen para cortarte el pelo.— Comentó dejando la vista perdida entre la decoración del apartamento.

—¿Y? No evadas mis preguntas.

Patrick se mordió el labio.

Si le costaba controlar sus sentimientos, mucho más le costaba expresarlos.

—Es que... bueno...- Otra lágrima bajó por su mejilla a lo que bufó por la molestia de ser tan débil.

—Los hombres también lloran.— Añadio Tom con un toque de dulzura, calmando los sollozos de su pequeño.— Yo lloré muchas veces por ti. 

Give Me LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora