Capítulo 25

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Dann subió al auto buscando a Allen, esperaba que no hubiera cogido otras calles para poder encontrarle por el camino, pero en caso de que eso pasara, igual iría a buscarle a la puerta de su casa.

¿Que mosca le había picado ahora a ese chiquillo? 

Afortunadamente, lo encontró andando solo por un callejón, llevaba las manos metidas en los bolsillos de la sudadera y la cabeza agachada.

-Eh, sube al coche.- Dijo en tono autoritario mientras bajaba la ventanilla y le señalaba el asiento de coopiloto.

-No.- Bufó mirando hacia otro lado.- Vete, prefiero ir caminando.

-¿Qué? ¡¡Allen sube al coche!!- Ahora si empezaba a desesperarse, cuando su ex se enfadaba con él solía dejarla y esperar a que a ella solita se le pasara el cabreo, pero con Allen no podía hacer eso, simplemente le producía inquietud saber que estaba enfadado con él, y mucho más cuando desconocía los motivos.- Allen...

-Que no.

-Bien, tú lo has querido.

Dann aceleró siguiendo hacia delante mientras Allen sentía una profunda decepción en su interior.

-Eso, vete, supongo que no podía esperar que insistieras mucho más.....tsk...- Le pegó una patada a una piedra.

Algo lo cogió por la cintura subiéndolo bastante alto, Allen se asustó muchísimo mientras chillaba del miedo.

-¡¡MALDITA SEA DANN QUE COÑO HACES!!- Exclamó cuando se dio cuenta de que Dann le había cargado en su hombro.

-Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma.

-¡Yo no soy Mahoma!- Vio que lejos estaba el suelo desde el hombro de Dann. -Aunque realmente tú si pareces una montaña, joder que mareo, Dann, bájame. 

-Ahora el que pone las reglas soy yo, vamos a dar un paseito pitufo.

Dann metió a Allen en el coche y cerró con seguridad para que ni se le ocurriera escaparse, pues de ese niño revoltoso, se esperaba cualquier cosa.

Abrió la guantera del coche sacando una máquina con tiras para mirar el azúcar.

-¿Qué?-Allen estaba confuso.- ¿De dónde la has sacado?

Dann seguía conduciendo con una media sonrisa.

-La compré para cuando estés conmigo, quiero asegurarme de que tu azúcar siempre está bien y ya estás tardando en mirártela.

Allen hizo un puchero involuntario, aquel detalle era demasiado, jamás hubiera pensado que se preocupara de esa forma por su salud, se sintió idiota por dudar de él.

-Dann...

-Shh..- Le acarició una rodilla.- Mírate el azúcar anda.

Allen hizo lo que el mayor le pedía, viendo que la tenía un poco baja.

-Está baja, pero no pasa nada.

-Es perfecto, así tengo la excusa perfecta para invitarte a un helado.- Sonrió de esa forma que mataba al chiquillo.- ¿De que te gustan más? 

-¿A mí? pues...- Se llevó un dedo pensativo.- La verdad es que todos.

El mayor comenzó a reírse a carcajadas.

-Menudo pitufo goloso que estás hecho. 

Llegaron a una gran heladería que tenía servicio por auto, tipo Mcdonal's, mientras esperaban la cola detrás de los otros coches, el mayor entrelazó sus dedos con los de Allen, mirándole con una expresión tierna.

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