Capítulo 40: verdades

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Tiempo después...

¿Debía tomar en serio las amenazas de Savannah?. Han pasado tres meses y no hemos sabido nada de ella. Jack está tranquilo pero no sé porque razón yo no puedo estarlo. Claro que tengo momentos en los que me olvido de todo, para ser honesta casi nunca me acuerdo de ella pero tengo miedo de que busque venganza. Y como me había dicho Jack, pude recuperar mi herencia, le pedí a él que la administrará o que hiciera lo que quisiera con ella porque la verdad a mí no me importaba. Decidió fusionar las empresas, vender algunas propiedades y parte del dinero lo invirtió en un fideicomiso para mí y para nuestras dos hijas.

Mi recuperación fue algo lenta pero muy satisfactoria. Gaby también estaba mucho mejor, ya no le daban tantos ataques de asma.

María José, Sofía y yo nos volvimos demasiado unidas.

Nate me trataba como ser humano, osea ya no me molestaba desde aquel día en el que pasó toda esa desgracia, de hecho ¡hasta cuida de mí!.

—Jack, ¿por qué no me has querido explicar lo de Savannah?

—Creo que no tienes porque saberlo Madison, no tiene caso.

—Por favor, no me gusta que me ocultes cosas —suspiro ya fastidiado por mi interrogatorio que llevaba días.

—Cuando me dejo quería vengarme de ella, necesitaba hacerle pagar por haberse rehusado a ayudar a su propia hija, así que, investigue todo lo que pude de ella y descubrí lo que tú ya sabes, es una estafadora profesional se encarga de engatusar a los hombres para sacarles lo más que pueda.

—Pero cuando te conoció tú no tenías nada... —si le encantaba la buena vida ¿por qué se casó con Jack?

—Ella dijo amarme pero no fue verdad, es algo que ya no me importa porque todo es pasado mi amor y sabes, me encanta mi presente y estoy seguro que me gustara aún más mi futuro.

6 meses cumple mi niña hoy, para celebrarlo haremos una pequeña cena solo con la familia algo sencillo e íntimo.

—¿Mamá cuando podre cargar a mi hermanita?

—Cuando estés un poquito más grande.

—¡Yo ya soy grande! —dijo cruzándose de brazos.

—Lo sé pero tu hermanita es algo inquieta y si no la sujetas bien puede lastimarse —la pequeña Gaby suspiró con resignación.

—Bueno al menos ¿puedo pasearla en su coche?

—Claro que sí, solo ten cuidado —Gaby se fue acompañada de una de las empleadas a dar una vuelta por el jardín con su hermanita, me quede en la puerta viendo como se alejaban, cuando unas cálidas manos rodearon mi cintura.

—Estas divina —susurro en mi oído. Me aparto el cabello del cuello y posó sus carnosos labios sobre el— me encanta tu perfume me vuelve loco —decía sin detener sus hipnotizantes besos— tu piel... —esto se estaba saliendo de control si no lo controlaba y me controlaba yo, terminaríamos escondiéndonos en el primer lugar que encontráramos para poder estar a solas. Estábamos en la mansión pero si corríamos a nuestra habitación sería demasiado obvio con toda la familia ahí. Me voltee quedando de frente a él y bese sus labios.

—Espera a que acabe la cena, recuerda que fue idea tuya.

—Podríamos ir unos minutos al estudio y regresar luego a cenar —estaba a punto de aceptar, él sabía cómo hacer que me olvidara de todo pero tuve que negarme— te gusta hacerme sufrir —dijo en un suspiro.

—Para nada amor, solo que debes entender —me sonrió y besó mis labios. La cena estaba lista, nos sentamos en el comedor. Los pequeños que eran: Sawyer el hijo de María José y Edward, Gaby y Emily, estaban jugando en la sala al cuidado de Sandra una nana que habíamos contratado pero no pasaba mucho tiempo con ellos porque María José y yo éramos madres primerizas así que deseábamos disfrutar cada momento de nuestros bebés y Gaby no se alejaba de mí y eso me encantaba.

Casada con un extraño ; m.b // Jadison Where stories live. Discover now