77.

30 3 1
                                    

Ya caía la noche en Londres, la familia de Louis ya se había marchado y yo me encontraba hablando con mi padre en la terraza del segundo piso.


–No te preocupes, papá. –Murmuré mientras miraba las estrellas. – Estoy bien junto a Louis y lo sabes.

–Está bien, debo aceptar que mi hija ya está grande y no necesita cuidado de otras personas. –Sentí la voz de mi padre al otro lado del teléfono.

–Sí, tranquilo. –Suspiré. –¿Cómo va esa compra?

–Difícil, y mucho. Tienen un equipo muy potente y nosotros debemos estar a su altura y sobrepasarlos para que acepten el trato, quieren muchos convenios que los considero totalmente innecesarios pero bueno, no te aburriré con este tema.

–¿Fuiste con suficientes abogados? –Pregunté.

–No vine tan preparado como hubiera querido, pero aquí estamos reclutando a más para aplicar algunas leyes Australianas. Hija te colgaré, ya es tarde acá y estoy muy cansado.

–Claro, claro. –Miré hacia abajo y vi a Louis fumando un cigarrillo en el pasto. –No te preocupes, te quiero mucho papá. Cuidate y yo se que eres capaz de eso y mucho más.

–Sí, está en juego años de trabajo así que estoy intentando dar todo de mí, yo también te quiero mi pequeña. Buenas noches.

–Adiós. –Colgué.

Seguí mirando a mi novio que estaba muy concentrado mirando la hermosa luna que nos entregaba Londres.

Entré a la nueva habitación que era de Louis y mía, sonreí.

Dejé una de las maletas arriba de la cama y la abrí, toda la ropa estaba completamente arrugada pero no me importaba. Con mucha paciencia empecé a doblar prenda que se me cruzara por esa maleta.

Prendí la televisión para rellenar el silencio, ¿En dónde metería mi ropa?

Empecé a ver el closet de Louis, tenía toda su ropa muy bien ordenada y el olor a su perfume se hizo presente.

Hasta que vi un closet vacío que tenía algunas remeras y jeans que hace tiempo no me había llevado de su ex casa... Supongo que aquí debía dejar mi ropa.

Y ahí la puse, una vez que ya había terminado con la primera maleta sentí que abrieron la puerta, me di vuelta rápidamente.

–¿Qué haces? –Preguntó Louis.

–Doblando ropa. –Termine de doblar el último jeans. –Y ya encontré un closet totalmente vacío, supongo que ahí debo dejar mi ropa.

–Síp. –Entró al baño. –¿Ya deshiciste las dos maletas? –Preguntó.

–¡Me falta una! –Exclamé para que escuchara.

Cerré la maleta que estaba vacía y le dejé al lado del closet, rápidamente subí la segunda maleta que estaba más vacía.

Empecé a doblar mientras escuchaba a Louis cepillar sus dientes, doblaba e iba a dejar al closet eso hice por lo menos unas 20 veces.

–¿Quieres que te ayude? –Preguntó Louis luego de lavar sus dientes.

–Ya queda poco. –Murmuré. –Lo hago yo.

Eran unas cinco prendas y ya estaba, los doble rápidamente perdiendo completamente mi paciencia y por fin guardando todo en el closet de Louis que ahora podría decir que era mío.

–Ya está. –Lo miré con una sonrisa. –No sé porque razón me siento cansada.

Louis se sentó en la cama y yo rápidamente me dirigí hacia el, me senté encima de le mirando su rostro.

R E H A B I L I T A C I O N .Where stories live. Discover now