Me alejé y lo miré por unos largos segundos, suspiré.
–Pues, no me iré. –Mordí mi labio. –Sólo me alejaré.
Tomé mi bolso y caminé hacia la salida, ahí estaba Joyce.
Una lágrima se asomó y tomé su brazo y caminamos rápido.
–¿Que ha pasado? ¡Nuestras bolsas, Cait! –Seguí caminando rápido.
–Luego le diré a Niall que las venga a dejar, si esque puede. O mandamos a alguien, no sé. –Pausé. –Pero ya no puedo verlo. –Mi voz se estaba quebrando.
Prácticamente corrimos hacia la salida, había un taxi y no dude en ningún momento en tomarlo.
–Caitlin. –Murmuró. –Sé que te sientas mal.
–Puedo sentir... un dolor en el pecho. –La miré. –Creo que me gusta Louis y demasiado y de alguna forma y otra debo hacer que eso acabe.
–Amiga... –Me abrazó. –Todo estará bien... sólo es cosa de superar.
–Lo sé. –La miré y rompí en llanto. –No sé como me encariñé tanto. –Murmuré. –Realmente no lo sé.
{...}
Estaba en mi habitación, mi mirada estaba en perdida en la ventana. En casa no había nadie solo las encargadas de aseo y cocina, Joyce se había ido a su casa a buscar un poco de ropa ya que le pedí que se quedara conmigo esta noche.
Mi padre estaba testificando contra Jack junto a mis abuelos. Tenía mensajes de Louis en mi celular y no quiero ver lo que me decía. Con unas simples palabras pudo romper mi corazón. Y quizás realmente me molestaba el hecho de que solo eramos amigos.
Me puse de pie y sentí que golpeaban la puerta de mi habitación, fui abrirla rápidamente.
–Caitlin. –Habló Ana. –El almuerzo ya está servido.
–Claro, An. –Le sonreí triste. –Bajo en un minuto.
–¿Te encuentras bien, linda? –Negué con mi cabeza. –Oh... ¿Que sucede?
–Creo que... el amor me pegó fuerte este último mes... y ahora he perdido a esa persona. –Mordí mi labio y suspiré. –Ya no quiero seguir llorando, si un chico llamado Louis, viene a casa y te pregunta por mí, podrías decir que no estoy, que no sabes cuando volveré y eso.
Ana me abrazó y mis ojos se llenaron de lágrimas.
Ana siempre estuvo presente desde mi infancia, no sé el motivo por el cual se fueron de casa, quizás porque ya no quedaba nadie, era una persona muy cercana a mí.
–Ya, no quiero seguir llorando. –Reí y sequé mis lágrimas. –¿Almuerzas conmigo?
–Claro.
Bajamos las escaleras en silencio, y el timbre sonó.
Mis nervios rápidamente se hicieron presente en mi estómago.
–Ya sabes, si es Louis no abras. –Corrí hacia la cocina.
Sentía los pasos de Ana caminado hacia la puerta, abrió.
–¿Hola? –Dijo Ana.
–Hola, ¿Se encuentra Caitlin? –Sentí la voz de... ¿Niall?
–¿De parte de quién? –Preguntó nuevamente ana.
–Niall, Niall Horan. –Salí de la cocina y caminé hacia la puerta. –¡Caitlin!
–Niall. –Dije y Ana me miró. –Deja que pase. –Murmuré y accedió.
