–¿Tú? ¿Conduciendo? –Pregunté. –No tienes el permiso.

–¡A mi no me importa la ley! –Gritó.

Rápidamente reí.

–Dios mío que mala eres. –Dije con sarcasmo. –Ven luego.

–¿Cómo quieres que me apure si no puedes cerrar el pico? –Preguntó.

Reí.

–Adiós, idiota. –Le colgué.

Le sonreí por un momento al celular y mi sonrisa de desvaneció de apoco, sé que el apoyo de Joyce sería fundamental.

Miré por la ventana y había un día nublado, nubes grises aproximando una lluvia, que no daría por salir a caminar y analizar las cosas como siempre lo hacia, pero estando en una habitación blanca junto a mi familia que me viene a ver es imposible.

Mi móvil sonó y rápidamente contesté, era papá.

–¡Hola! –Dije intentado estar animada.

–Hola mi amor. –Sonreí por eso. –¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?

–Me siento bien, con unas ganas tremendas de comer palomitas de maíz y chocolate.

Siempre cuando me rompían el corazón comía palomitas de maíz con chocolate, mi padre lo sabía perfectamente.

–¿Quieres que te lleve eso? –Preguntó.

–Por favor. –Reí. –Aunque no estoy muy segura de que pueda comerlo, lo quiero igual.

–Está bien, pero no debes comer mucho... si no te dolerá el estómago.

–¡Soy dura como una roca! –Exclamé. – ¿A que hora vendrás? –Pregunté.

–Hoy no iré al trabajo, así que me encuentro tomando desayuno con tus abuelos. –Frunció su garganta. – ¿Quieres que vayamos de inmediato?

–Uhm... sinceramente no. –Pause. – Vendrá Joyce ahora y necesito contarle un par de cosas. Así que podrían hacer tiempo y venir en unas... ¿Dos horas? –Mordí mi labio.

–Está bien, me alcanza para ir al baño. –Reímos. – Está bien, hija. Por mientras iré a comprar lo que quieres.

–¡Gracias!

–No es nada, ¿No quieres algo más? –Preguntó.

–¿Hay algo que te hace engordar en un día? porque lo necesito.

Mi padre rió y yo sonreí.

–Creo que comida, hija. –Reí. –Cuando salgas te compraré una pizza solo para ti. Se que eres capaz de comer  una entera sola.

–Lo sé. –Respondí. – Mañana salgo de aquí, no te olvides.

–Por supuesto que no me olvidaré, estaré ahí a las 8 de la mañana para traerte a casa.

–Me parece excelente. –Toqué mi frente. –Lo único que quiero es salir de aquí.

–Tranquila, solo te falta un día. Ana y Mariah te mandan muchos saludos, dicen que te esperan con sus deliciosos pasteles. ¿Quién como tú? –Preguntó y reí.

–Creeme que nadie. –Bromee. –Te dejaré desayunar tranquilo, papá.

–Está bien, nos vemos dentro de dos horas. –Asentí con la cabeza aunque no me viera. –Te quiero mucho.

–Y yo. –Respondí. –Adiós.

–Adiós.

Colgué.

R E H A B I L I T A C I O N .Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin