Desde Londres a Dubai, el vuelo había llegado, puerta D8.

Rápidamente corrí hacia la puerta que estaba en la otra esquina, me apegué al vidrio mirando a las personas que estaban recogiendo sus maletas.

Pude ver a Louis mirando las maletas como si nada, tenía los ojos hinchados y una cara desastrosa como la mía.

No levantaba la mirada para fijarse si había llegado o no.

Recogió su maleta y levantó la mirada, miró a todas partes pero no me veía.

Salió por la puerta que estaba a unos 10 pasos de mi, mirando a su alrededor.

Caminé hasta él y toqué su hombro.

–Estás bastante ciego. –No se me ocurrió decirle otra cosa.

Me miró rápidamente y una sonrisa apareció en sus labios.

–Estoy muriendo de sueño, el viaje ha sido una pesadilla. –Me respondió.

No dudo ningún momento en dejar su maleta en el suelo y tomó mis mejillas, me besó.

Mis ganas de llorar se hicieron presentes, no sé porque... quizás era emoción lo que sentía.

–Lo siento, lo siento mucho. –Murmuró contra mis labios.

–Vamos, nos están esperando. –Fruncí mi garganta.

Louis tomó mi mano rápidamente y su maleta en la otra.

Caminamos en silencio, cosa que nunca antes había pasado y era raro... pero me sentía completa junto a él, aquí.

Salem estaba fuera de la furgoneta bebiendo un poco de bebida, llegamos a él.

–¡Hola! ¡Yo ser Salem! –Saludó a Louis.

–Louis Tomlinson, un gusto. –Estrecharon manos.

–Déjeme ayudar con maleta. –Louis asintió con la cabeza y Salem tomó la maleta y fue a dejar en el maletero.

Louis me miró y quitó mis gafas, cerré mis ojos por la claridad del día.

–Tengo un aspecto terrible. –Murmuré.

–Al parecer si. –Rió y yo fruncí levemente  el ceño.

Me sentía mal, pero no sentirme mal de salud... si no como uno se siente luego de embriagarse.

–Tú no te salvas. –Lo apunté con mi dedo.

–Lo sé. –Puso mis gafas nuevamente.

Abrí la puerta y Louis me hizo entrar y luego él.

Nos sentamos juntos y este me abrazó y apoyé mi cabeza en su hombro, era justo en donde quería estar.

Su perfume se hacía presente en cada vez que  se movía. 

Salem entró a la furgoneta y la puso en marcha.

–¿Llegaremos a dormir, cierto? –Preguntó Louis.

–Claro que si. –Murmuré.

Louis hizo un movimiento para que mirara su rostro.

Vaya que lo quería.

Se acercó a mis labios y los besó.

Algo estaba raro entre los dos, pero era el simple hecho de que estábamos molestos, enojados.

En cosa de 15 minutos ya nos encontrábamos en el hotel.

Louis miraba por todas partes y sonreía, le encantaba este lugar al igual que a mi.

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