Capítulo 48: Dramas familiares

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—Sí, bueno, tener dos a la vez ya es bastante trabajo —comentó Danny—, supongo que nos quedaremos así por un buen tiempo, o para siempre.

—Así que no quieres más hijos —era más una afirmación que una pregunta la que salió por la boca de Jo, parecía un poco molesta—. Podrías haberme dicho cómo te sentías al respecto, ¿no?

—No he dicho que no... solo... ¿Quieres un bebé? —preguntó confundido. Creía que los cuatro estaban bien y ella nunca había dado algún indicio de lo contrario.

—Da igual lo que quiera, no es un tema para hablarlo ahora. Voy al baño.

—¿Josette?

Ella no lo escuchó o mejor dicho, decidió ignorarlo y desapareció por el pasillo. Llevaban varios días discutiendo por cualquier cosa, ella andaba un poco irritable, siempre encontraba una razón para discutir aunque por lo general se reconciliaban a los pocos minutos. Lo máximo que estuvieron peleados una semana antes fue una hora.

—Déjame a mí —pidió Lexie y siguió a su amiga. No tocó la puerta porque sabía que no era necesario, la encontró sentada en el borde de la bañera con la cara apoyada en ambas manos y tardó unos segundos en darse cuenta de que estaba llorando—. ¿Qué pasa?

La castaña despegó la vista un momento para verla y luego miró hacia otro lado intentando secarse las lágrimas. Lexie cerró la puerta detrás de ella y se arrodilló a su lado para abrazarla mientras sollozaba, así como tantas veces Jo lo hizo con ella, los roles habían cambiado. Por lo general, era Jo quién consolaba a Lexie y no viceversa.

—Ambas sabemos que mi hermano es medio idiota, pero no entiendo qué dijo que te molestó tanto. ¿Es por lo de los hijos?

—No hizo nada, es culpa mía, soy yo la que siempre quiere más y no me conformo con lo que tengo. Supongo que siempre he tenido ese problema —se intentó secar las lágrimas pero estas seguían cayendo—. Sé que Danny me ama y no quiero que pienses que no estoy conforme con mi familia porque no es a lo que me refiero, pero siento que me falta algo. Yo...

—¿Quieres otro hijo? —le preguntó sorprendida porque al igual que su hermano, creía que su amiga había dicho un tiempo antes que con dos era más que suficiente—. Deberías hablar con él.

—No se trata de si quiero o no otro hijo, Lex. Eso es algo que no pude decidir.

Lexie comenzó a unir cables y comprender de qué iba todo lo que su amiga sentía.

—¿De cuánto estás...?

—Dos meses. Ahora, dime ¿cómo le digo a tu hermano si su plan es quedarse con dos por un buen tiempo o para siempre?

—Se lo dices y ya. ¿Recuerdas lo asustado que estaba cuando supieron que eran mellizos? ¿Salió corriendo?

—No, no lo hizo. Se quedó tomando mi mano, estrangulándola mientras temblaba.

—¿Entonces qué te hace pensar que saldrá corriendo ahora? Se sorprenderá, claro. Todos lo hacemos, pero luego todo volverá a la normalidad y...

—Será el mejor papá del mundo —volvieron a caer un par de lágrimas por sus ojos y se sentía estúpida por dudar un segundo de que él se quedaría a su lado. No necesitaba un papel firmado para saber que no se marcharía al primer cambio. Él no era igual que su padre.

Luego de abrazarla un poco más, Lexie le dio un poco de espacio para que se tranquilizara así que volvió a salir donde estaban todos. Para su sorpresa, su novio también la estaba esperando ahí, con Cielo feliz de la vida en sus brazos.

—¡Ahí está mamá! —le informó la pequeña apenas la vio y él la dejó con cuidado en el suelo nuevamente.

—Hola —saludó Lexie con una sonrisa nerviosa, él se acercó y besó su mejilla—. Veo que ya conociste a mis hermanos y sobrinos.

El médico solo sonreía mientras asentía, llevaba unos cinco minutos ahí y el hermano de su novia ya le había preguntado por sus intenciones, y al parecer se habían llevado bien de primeras. También se sorprendió mucho al ver a Isabella ya que el día anterior Lexie le había contado que no la veía desde que era una adolescente y se imaginó lo que pudo haber pasado.

A los pocos minutos, Jo volvió a la habitación y por más que lo intentó, sus ojos estaban demasiado enrojecidos y se notaba a kilómetros que había estado llorando. Danny se acercó a ella preocupado, preguntándole qué le pasaba.

—Todo está bien —respondió ella y depositó un leve beso en sus labios—. Perdón por estar tan insoportable estos días, necesito que hablemos en casa, por favor.

Él se asustó un poco, porque, ¿a quién no le asusta esa frase de «necesitamos hablar»? Pero solo asintió y la rodeó con un brazo, supuso que por el momento era lo único que necesitaba y no se equivocó. Todas sus dudas terminaron por desaparecer, llevaban casi catorce años juntos y se miraban igual que el primer día, como si los años no hubiesen pasado. La clase de amor que Alexia también soñaba tener con Nick y se pasaba horas fantaseando con su amiga por cómo sería el futuro, pero las cosas se desviaron un poco y nada resultó como lo planeó aunque de eso se trataba la vida, cosas inesperadas. Buenas o malas, pero inesperadas. 

La vida sucede (LIH#1)Where stories live. Discover now