-¡Escúchame, Maldición!-exclamó Leonor, su rostro se coloreó de un rojo intenso ante la brusquedad de sus palabras, prácticamente yo me quede mudo en el acto- ¡yo no soy Eleanor, ella no está en mi cuerpo!

-¿Entonces por qué insistes en que "Debía olvidarlo"?-pregunté.

-Yo...-Leonor parecía debatirse entre si debía o no decirme la verdad, suspiraba una y otra vez como si buscase valor en el aire que metía a sus pulmones, sin embargo pareció simplemente resignarse en el quinto suspiro-  escúchame, yo no le di mi cuerpo, ella nunca me ofreció tal trato... De hecho, ella en ningún momento me pidió nada a cambio.

-¿De qué hablas?-cuestioné. Realmente no entendía lo que Leonor estaba diciendo, tendría que ser más clara en lugar de simplemente irse por las ramas.

-Yo... tuve un accidente-confesó con sonrisa nostálgica, en su mirada aún se dibujaba el miedo, era como si ellos pudiesen mostrarte lo terrorífico de aquello- sé que debió pasarme algo horrible porque lo siento en mi interior, pero cuando llegué con ella, fue muy amable. No puedo explicarte muy bien como sucedieron las cosas ya que no lo recuerdo del todo, pero si puedo decirte que aun siento su amabilidad en mi corazón. Cuando desperté, los doctores me explicaron lo que había pasado, todos se referían a mi caso como una especie de milagro. Decían que era casi imposible que después de lo que me paso, yo estuviera con vida.

Era la primera vez que escuchaba que alguien se refería a la Muerte como alguien amable, ahora que había recuperado mis recuerdos, sabía que aunque fuese un poco engreída y demás en el fondo había algo cálido en ella; Leonor era la prueba de ello. Sin embargo aún no llegábamos al punto central de todo esto, aún no me daba respuestas y yo no estaba precisamente para interpretaciones.

-Sin embargo...-continuó narrando Leonor- me di cuenta que mis recuerdos sobre lo que me había pasado se habían desvanecido, la policía trataba de averiguar lo que me había sucedido esa noche, pero no podía darle las respuesta ya que mi mente tenía bloqueado todo eso. Sin embargo no era como si hubiera perdido la memoria, ya que si tenía fragmentos en mi cabeza, yo podía recordar claramente ciertas cosas, lugares, nombres, aromas, sentimientos; de alguna manera podía recordar la vida que la Muerte tuvo al estar en el cuerpo de Eleanor.

"¿Qué dijo?"

Las memorias de la Muerte, todo lo que vivió estando con Rebecca, conmigo, lo que ocurrió con Hudson... Ésta chica podía recordarlas perfectamente, ¿cómo es que aquello era posible? ¿Qué razón tendría todo eso? Aún que bastaba ver directamente a los ojos de Leonor para saber que ella no estaba diciendo mentiras, era la verdad aún cuando fuese completamente irracional.

-¿Tú puedes recordarlo?-pregunté completamente sorprendido. Había perdido todo uso de razón.

-No entendía como, pero todo lo que ella vivió mientras era Eleanor, yo podía recordarlo-respondió- Quisiera decirte que entiendo el porque de todo esto, pero tan sólo te diría mentiras ya que hasta para mi es un misterio. He llegado a la conclusión de que al arrancarme ella los recuerdos de lo que me paso, tuvo que suplirlos con los de alguien más... En varias ocasiones pensé que la causa de mi muerte debió ser algo terrible para que ella decidiera hacer algo así.

-Entonces... al final tú no eres ella...-susurré, aquello era una de las segundas cosas más inexplicables y quizás hasta ilógicas que nunca me volverían a pasar, no es que la Muerte regresara, simplemente le había transferido a ésta chica sus vivencias, sin embargo eso no me daba ninguna respuesta, no era Eleanor y ahora que había recuperado todas mis memorias, me sentía en una total y absoluta incertidumbre- aún así, me dejó sin darme ni una maldita explicación, le fue demasiado fácil dejarme. Siempre moviéndose a su ritmo sin importarle lo que piensen los demás, lo que yo pudiera sentir, haciéndome a un lado aún cuando le pedía que no lo hiciera. Ella jamás me quiso.

-Te equivocas Nathan...-dijo Leonor. Cuando levanté la vista hacia ella, por un segundo, por un mísero segundo pude ver a Eleanor, tan altiva, tan llena de indiferencia, con esas expresiones frías, con esa mirada tajante, fue como si de pronto apareciera ante mí; incluso olvidando por completo que físicamente era otra- mi tiempo había acabado. Sabía que si te lo decía esa noche, tú hubieras entrado en pánico, seguramente te habrías deprimido y no hubiésemos podido disfrutar de nuestros últimos momentos juntos. Yo no quería que ese día nos la pasáramos pensando en las miles de formas que podríamos hacer para evitar mi partida. Yo quería estar contigo, quería que me besaras toda la noche para que cuando yo tuviese que marcharme, tuviese un recuerdo que llevarme... Nathan, si te borré tus recuerdos fue porque no quería que te enfadaras al despertar, no quería que pasaras la mayor parte de tú vida pensando sobre lo ocurrido, me importabas tanto que simplemente quise ahorrarte ese dolor... Dejarte definitivamente no me fue fácil, de hecho en toda la eternidad que llevo existiendo, nada me fue más difícil que el hecho de apartarme de ti, para alguien que no estaba acostumbra a sentir, aquella noche me hiciste darme cuenta de lo cálido que puede ser el amor, sin embargo siempre he dicho que el humano no tiene la madurez suficiente para aceptar el fin de las cosas, no sabe entender que nada en esta vida es para siempre; se la pasan pensando en todo lo que podrán hacer mañana que se olvidan del hoy, se olvidan de amar sin miedo, que cuando lo pierden se lamentan, olvidan disfrutar que cuando llegan conmigo resulta que tienen asuntos pendientes. Nathan, morir no es malo, decir adiós es algo bueno porque da inicio a otras cosas. Tenía que irme y así lo hice, pero no te dejé por qué no te amara, yo nunca mentí, en realidad estaba enamorada ti- al momento de que aquella confesión salió de los labios de Eleanor, unas delicadas lagrimas rodaron por sus mejillas, en ese momento juro que sentí a mi corazón siendo estrujado sin piedad por mis costillas- te amo y por supuesto que no quería dejarte, pero no me arrepiento de haberlo hecho, por que viví todo lo que tenía que vivir, tú me hiciste experimentar hasta la última gota de vida y por ello no me arrepiento de nada.

-Eleanor...-sabía que estaba llorando, nunca imaginé que aquellas palabras estuviesen saliendo de la boca de Leonor, ella me las estaba retransmitiendo conforme a lo que la Muerte le había pasado, aquellos recuerdos que le había transferido eran la base de que ella estuviese ahora diciéndome todas esas cosas, finalmente podía ver la sinceridad y la claridad de los sentimientos de la Muerte.

-Nathan, yo... debo ir a trabajar-mencionó Leonor. Parecía demasiado afectada, el aspecto que tenía ante mí era completamente el de una chica frágil, vulnerable, completamente diferente al que tenía hace unos minutos. Sin embargo antes de salir de mi oficina, se detuvo con la postura erguida, en ningún momento se giró a verme pero podía sentir que aunque estuviese llorando, tenía una expresión lúgubre- ¿Sabes? Desde que desperté y me di cuenta de los recuerdos que tenía, me asustaba pensar que en realidad yo había regresado siendo la Muerte, trataba de convencerme que todo lo que hacía, las decisiones que tomaba, las cosas que me gustaban, los rumbos que tomaba era por ser Leonor Campbell y no La Muerte... Pero al final creo que ella siempre estuvo controlándome, porque terminé viniendo hacia a ti, supongo que tenías razón... yo soy ella-confesó con una amargura y tristeza que incluso logró congelar mi corazón. Sin más que decir la chica se retiró de mi oficina con absoluta derrota.

La muerte se llama... Eleanor. ||| Mrs. Write ||| EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora