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Nathan.

-¿Con quién, haciendo qué y dónde estuviste anoche?- cuestionó Eleanor con la mirada fija

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-¿Con quién, haciendo qué y dónde estuviste anoche?- cuestionó Eleanor con la mirada fija. Una línea fina se dibujó en sus labios y su postura erguida me hizo sentir un cosquilleo en la planta de los pies.

No hubo indirectas, preguntas capciosas o lágrimas de por medio; era clara y directa, se sentía fresco y algo brusco. Era como si tragara una píldora en seco; yo más que nadie sentía la vergüenza ante la situación; no pretendía buscar culpables, ni encontrar algún comentario ingenioso como los que solía sacar ante algún juicio. La culpa me taladraba y la escuchaba reír bufona en mi cabeza mientras me señalaba. No importaba que dijera o hiciera, cuando la vi me di cuenta de que ella lo sabía; aún cuando no pretendía mentir de nada hubiera servido, en sus ojos que me miraban acusadores estaba la historia, la cual se repetía una y otra vez en mi cabeza desde que desperté desorientado en aquella habitación. Sin encontrar palabras; cosa que era algo extraño en mí, terminé por desviar la mirada e inconscientemente contuve la respiración, mientras esperaba a su lengua filosa que me atacara como solía hacerlo cuando sabía que tenía la razón, pero los comentarios no llegaron y sólo la sentí pasar a mi lado con indiferencia. Me giré discretamente y la vi meter algunas prendas en una maleta con la que desquitó por completo su furia.

- ¡Apresúrate! - ordenó con firmeza sin voltear a verme- Nos vamos.

- ¿Eh? - solté con torpeza mientras la miraba moverse con furia por la habitación.

- ¿Aparte de Idiota también eres sordo? - espetó con la mirada leopardina y su voz autoritaria.-¡Que alistes tus cosas, nos vamos!

Ni siquiera me atreví a volver a preguntar algo. Me puse en marcha, obedeciendo sin chistar e intentando no estorbarle para guardar lo más rápido que pude todas mis cosas en la maleta. El silencio entre nosotros durante ese rato fue más incómodo que el que habíamos tenido en otras ocasiones. La escuchaba soltar pequeños bufidos y a ratos lanzar miradas sentimentales a la nada —la Muerte y sus momentos de bipolaridad...—. Minutos después ambos abandonamos la habitación para caminar por el pasillo mientras la seguía en silencio, observando cada bamboneo de sus caderas provocando que el piso vibrara con sus pisadas, marchaba con seguridad y prácticamente escuchaba el redoble de los tambores en mi cabeza. De pronto un sonido me hizo despertar.

"Un mensaje"

Saqué el móvil para ver de quién se trataba y un fuerte golpe en el vientre se apodera de mi, en la pantalla se iluminaba una y otra vez el nombre de Hadassah. Me quedé estático unos segundos, incrédulo de que realmente fuese ella, aún así decidí ignorarlo y terminé regresando el móvil rápidamente a mi bolsillo, justo estaba por retomar el paso cuando vi a Eleanor a cierta distancia qué me miraba por encima del hombro — Luce altiva y algo....—.

-¿No respondes?- cuestionó con indiferencia.

-No es importante...- me limité a responder. Sin embargo ante mi respuesta patética, obtuve una sonrisa despectiva- ¿Qué?

La muerte se llama... Eleanor. ||| Mrs. Write ||| EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora