|Nacer y morir|

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Nathan.

Si acaso alguna vez tuve sentido común; sabía perfectamente que el día de hoy finalmente se había ido por el caño

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Si acaso alguna vez tuve sentido común; sabía perfectamente que el día de hoy finalmente se había ido por el caño. La chica de piel morena, me había confesado que fue la causante de que mi prometida falleciera en aquel accidente. Sin embargo; lejos de sentirme si quiera un poco rencoroso, enfadado, decepcionado o de cualquier forma en lo único que pensaba era que no quería que Eleanor se fuera y me dejara con este mar de emociones, al cual sin duda yo no podía hacerle frente de buenas a primeras, no era lo suficientemente valiente.

-¿Te quedaras conmigo?-pregunté en voz baja, temía que pudiera rechazarme, así que sólo me aferré más a su cuerpo- Eleanor, quédate conmigo.

No hizo falta que ella me diera una respuesta, el hecho de que sujetara mi mano, que sus dedos se entrelazaran con los míos, que sus labios me buscaran tan tierna y dulcemente fue todo lo que mi corazón pedía para poder latir un poco más. No necesitaba el desayuno en ese momento, mi estómago después de todo había perdido el apetito, —comeremos cuando nuestro cuerpo lo pida — simplemente y en un silencio enternecedor regresamos a mi habitación, ambos nos dejamos caer sobre la cama y automáticamente el tiempo dejo de transcurrir. Nos acurrucamos uno con el otro; su cabello se extendía sobre mi almohada, era como ver una cascada de un hermoso negro azabache, su rostro descansaba sobre mi brazo, sus hermosos y profundos ojos me miraban hipnotizantes, era como si tuvieran un pequeño embrujo que no me permitía dejar de verlos. La señorita Muerte tenía su acostumbrada temperatura fría, pero era muy agradable, de alguna forma me había acostumbrado a ella, me recordaba al invierno y eso era algo nostálgico.

-Me sorprendió...-susurró Eleanor, en ese momento desvió su mirada de forma insegura y su rostro dibujó una expresión que resultaba ajena en ella.

-¿Qué cosa?-me atreví a preguntar al verla un poco distante, ella tenía esa extraña forma de estar físicamente conmigo, pero emocionalmente tan lejos de mí.

-Me sorprendió que no me rechazaras...-confesó, la manera en la que sus palabras me alcanzaron, me dejó un extraño y escalofriante sentimiento de soledad- creí que cuando supieras la verdad me pedirías que me fuera o algo así, estaba preparada para tu rechazo, aunque realmente una parte de mí esperaba que no lo hicieras.

-Yo también estoy sorprendido-manifesté algo pensativo. En realidad él más confundido ante la situación era yo- aún no estoy seguro de cómo reaccionar, es más como si todo esto fuese un sueño... Simplemente no puedo creer que todo lo que me has dicho sea cierto, aunque sé que no tendrías ningún motivo para mentir, en realidad nunca lo has hecho desde que te conozco y esa es la parte más escalofriante de todo esto.

-¿Preferías no saber la verdad?-preguntó Eleanor.

-No. En realidad esperaba que algún día me contaras toda la versión...-declaré con incomodidad. La verdad era que aunque esperaba saberla, nunca llegué a imaginar la magnitud de la situación, ante eso yo no sabía ahora como reaccionar- ¿Tú preferías que te echara?

La muerte se llama... Eleanor. ||| Mrs. Write ||| EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora